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Crispen abrazó a Hinata por la cintura, sorprendiéndola con su efusividad. Era un niño muy cariñoso y extrovertido. Ella le dio un beso en la coronilla y entonces él salió corriendo para atacar a su tío Sasuke.

—Adiós, Hinata, y gracias por tu hospitalidad —le dijo Hana, abrazándola.

Ella la besó en la mejilla y apartó una de las mantas que cubrían a Isari para acariciarle la mejilla. Los bebés olían tan bien... Tuvo ganas de tener uno para ella sola y entonces sacudió la cabeza para quitarse de encima esa idea tan poco apropiada en aquel momento.

—Buen viaje, Hana. Rezaré por vosotros.

Su cuñada sonrió y fue a despedirse de Sasuke mientras Shisui esperaba junto a los caballos. Hinata observó divertida cómo su marido se ablandaba al ver a la pequeña hija de Shisui.

Era fascinante contemplar cómo un guerrero tan poderoso caía rendido ante un bebé. Hinata se mordió los labios para no reírse cuando él empezó a hacerle monerías a Isari y añadía después que en el futuro les cortaría la cabeza a todos los hombres que fuesen tras ella.

Hinata y Hana intercambiaron una mirada de complicidad; al menos no había dicho que fuese a cortarles otra parte de su anatomía.

Shisui y sus hombres montaron y después Sasuke cogió a Hana y a Isari en brazos para subirlas al caballo de Shisui. Éste rodeó a su esposa por la cintura y, tras asegurarse de que madre e hija estaban bien sujetas, dio la orden de partir.

Salieron en fila por el patio de armas y se dirigieron hacia el puente levadizo para desaparecer luego en la noche.

Sasuke volvió junto a Hinata un instante después.

—Es tarde. Deberíamos retirarnos.

Ella asintió y dejó que él la cogiese por el brazo y la escoltase dentro. Sasuke se detuvo en el rellano de la escalera para comentar con Juugo lo que iban a hacer al día siguiente y Hinata siguió su camino hacia el dormitorio.

Esa noche tenía planes para su esposo. Planes muy atrevidos que ninguna dama se atrevería a llevar a cabo, lo que hacía que estuviese todavía más impaciente.

En cuanto entró en sus aposentos, echó un par de troncos al fuego y alisó las pieles de la cama. No tardó en oír las pisadas de Sasuke por la escalera y después acercándose a la puerta.  Ella se dio media vuelta para que él la encontrase de espaldas y no la viese sonreír.

—Hinata, hay algo de lo que deberíamos hablar —le dijo serio.

—¿Puedes ayudarme con el vestido?

Se volvió lo suficiente como para ver que Sasuke fruncía el cejo. Pero a pesar de ello, él atravesó el dormitorio y empezó a desabrocharle los botones.

—¿De qué quieres hablar, esposo? — Sasuke se aclaró la garganta.

—Hay ciertas cosas que no deben hacerse delante de los demás.

Hinata se bajó las mangas por los brazos y se dio media vuelta, sujetando el corpiño justo por encima de sus pezones. Se quedó mirando a su marido con cara de no haber roto nunca un plato y dejó que la prenda le resbalase y le dejase los pechos al descubierto.

—¿Como cuáles?

Sasuke bajó la vista y respiró entre los dientes. Tardó varios segundos en reaccionar y continuar.

—Como las muestras de afecto. Debes reservarlas para cuando estemos en la intimidad de nuestro dormitorio.

Ella se dio de nuevo la vuelta y dejó caer el vestido al suelo. Levantó los pies para salir del remolino de tela y fue en busca de su camisón. Sacudió la cabeza para que la melena le cayese por la espalda, hasta las nalgas, y entonces estiró los brazos hacia arriba antes de lanzar el camisón a un lado, como si lo hubiese pensado mejor y no quisiera ponérselo.

—No es apropiado que te comportes así delante de los hombres —siguió Sasuke con la voz estrangulada.

Hinata se volvió otra vez y se acercó a él para desatarle los lazos de los pantalones.

—Sí, esposo. Estoy convencida de que tienes razón. No volveré a ser cariñosa delante de tus hombres. Es inapropiado.

Metió la mano dentro de los pantalones de él y le acarició los testículos, apretándoselos suavemente.

—No es... ¿Qué diablos estás tramando, cielo?

Ella le acarició la erección antes de apartar la mano.

—Te estoy desnudando. Es uno de mis deberes, ¿no?

—Bueno, sí, a veces. Pero ahora mismo es importante que tengamos esta conversación.

—Oh, sí. Estoy de acuerdo. Continúa. ¿Por dónde ibas? Ah, sí, has dicho que no es... ¿que no es qué?

Sasuke frunció el cejo y negó con la cabeza al ver que Hinata ponía la mano en su torso y tiraba de su túnica.

—No sólo es inapropiado, también es una cuestión de respeto. Del respeto que me deben mis hombres. No puedo exigirles que me lo tengan si ven que mi esposa puede derribarme.

La miró muy serio, pero entonces ella tiró de sus pantalones y liberó su erección.

—¿Puedo tirarte al suelo en la intimidad de nuestros aposentos? — Sasuke frunció el cejo, confuso.

—¿Qué?

Ella le pasó una pierna por detrás de una rodilla y lo empujó. Él se tropezó con la cama y se desplomó sobre la misma. Hinata se le sentó victoriosa encima y lo miró.

—¿Qué estabas diciendo, esposo? Soy muy obediente y estoy esperando tus instrucciones. 

Sasuke entrelazó los dedos detrás de su cabeza.

—No estaba diciendo nada, nada en absoluto. Tú sigue con lo que estás haciendo— Ella le sonrió satisfecha.

—Eso es exactamente lo que pensaba que ibas a decir.

Buscó la boca de él con la suya y con una mano colocó su erección en la entrada de su sexo. Él se hundió dentro de ella y el cuerpo de Hinata le dio la bienvenida. Sasuke se quedó sin aliento y murmuró pegado a sus labios.

—Tienes mi permiso para tirarme al suelo donde quieras y tantas veces como quieras, Hinata.

Princesa GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora