—Levántate y vuelve a intentarlo, Hinata.Ella se puso en pie como pudo y se frotó el dolorido trasero. Creía que el brazo se le iba a caer de un momento a otro. Hacía horas que no se sentía la mano. Estaba tan cansada que se le nublaba la vista y, sin embargo, su esposo seguía dándole instrucciones.
Sasuke no era impaciente. De hecho, era el hombre más paciente que Hinata había conocido en toda su vida. Incluso Tokuma se había irritado cuando la entrenaba y en más de una ocasión se había ido clamando a los cielos y diciendo que era imposible enseñar a luchar a una chica.
Pero al final ella le demostró que se equivocaba. Igual que se lo demostró a todos los guerreros de su padre que se burlaban de ella. E igual que se lo demostraría a su esposo, que parecía empeñado en lanzarla al suelo tantas veces como le fuera posible.
Casi arrastró la punta de la espada por la arena al acercarse a Sasuke, pero tuvo la precaución de no hacerlo. Él ya le había enseñado lo que pasaba si no cuidaba su arma como era debido.
—Por Dios santo, muchacha, vas a volverme loco —se quejó Juugo—. Esta vez acuérdate de girar sobre ti misma. Prácticamente no pesas nada, tendría que resultarte fácil ser más rápida que un hombre del tamaño del Laird. Utiliza esa rapidez a tu favor.
Hinata respiró profundamente a pesar del dolor y dio vueltas alrededor de su esposo a la espera de que éste hiciera un movimiento.
—Para. Para un momento, Sasuke.
Éste suspiró y bajó la espada al ver que Juugo se acercaba.
—¿Puedo hablar un momento contigo, mi señora?
Como no sabía si eso formaba parte de una estratagema de Sasuke para distraerla, Hinata se apartó despacio, sin dejar de apuntar a su esposo con la espada. Él le sonrió.
—Está aprendiendo, Juugo. No seas demasiado duro con ella.
—Lo único que quiero es acabar con esto cuanto antes para poder ir a cenar —masculló el guerrero.
Se llevó a Hinata a un lado y le dijo:
—Te estás comportando como si esto fuese un ejercicio con normas y parámetros predeterminados. La guerra no es así, muchacha. Te mueves alrededor de Sasuke a la espera de que él haga algo y hasta entonces no reaccionas. Por eso siempre estás a la defensiva y por eso él siempre te lleva ventaja. Esta vez empieza tú el ataque. Ve a por él y aprovecha que eres más rápida. No tienes su fuerza, es una estupidez que intentes aguantar el ataque de un hombre que te triplica el peso, piensa en otro modo de derrotarlo. Y date prisa. Me estoy muriendo de hambre.
Hinata le sonrió.
—Haré todo lo pueda para que tu agonía sea lo más corta posible, Juugo.
—Sasuke es muy capaz de pasarse aquí toda la noche, muchacha. No lo dudes. O consigue lo que quiere o no parará hasta que estés destrozada. Lo que suceda antes. Mi consejo es que le des lo que quiere y así todos podremos volver al castillo y dejar de pasar frío.
—Te estás convirtiendo en una anciana.
—Más vale que Sasuke no me dé nunca permiso para luchar contigo, entonces verías quién es una anciana. Y no seré tan compasivo como lo está siendo él.
Hinata arqueó una ceja.
—¿Quién dice que Sasuke está siendo compasivo? Mi trasero no está de acuerdo con esa afirmación.
—No estás sangrando. Eso es ser compasivo.
Hinata se encogió de hombros y se dio media vuelta hacia su marido, que seguía esperando sin ninguna muestra de cansancio o de impaciencia en los ojos. Tenía el aspecto de haber salido a pasear por el campo. Nada parecía pillarlo desprevenido. Hinata se preguntó si alguna vez alguien lo había sorprendido con la guardia baja.
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Princesa Guerrera
Fanfiction"El día de su primera boda la naturaleza había brillado en todo su esplendor... ¿Qué tiempo hacía el día de su segunda boda? Malo. El cielo estaba nuboso y soplaban vientos de tormenta provenientes del norte. Hacía frío y el aire congelado se colaba...