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Cuando Hinata se despertó la mañana siguiente, todavía era temprano y la única luz que había en la habitación provenía de la chimenea y de una vela que ardía en el escritorio de Sasuke. Él estaba sentado en silencio, con la pluma en la mano, escribiendo en uno de sus pergaminos.

Ella lo observó en silencio, fascinada con la imagen que tenía delante. Sasuke tenía la frente arrugada por la concentración y mojaba la pluma en el tintero de cuando en cuando, para luego volver a escribir.

Era la primera vez que lo veía hacer eso, pero Hinata se preguntó si no sería lo que su esposo hacía cada mañana antes de que ella abriese los ojos. A menudo se despertaba con Sasuke dentro de su cuerpo, pero quizá antes su esposo se ocupaba de otros asuntos.

Se quedó en silencio a la espera de que terminase y fuese a su lado y aprovechó para observarlo en secreto.

Era un hombre muy atractivo. Su cuerpo rudo despertaba hasta el último de los instintos femeninos de Hinata. Era fuerte. Sus cicatrices hacían que no fuese perfecto. Tal vez a otra mujer eso le habría parecido un defecto, pero no era el caso. Su corazón de guerrera amaba cada una de las marcas de honor que tenía el cuerpo de su esposo.

La nariz ligeramente torcida sugería que se la había roto en el pasado, pero aparte de eso tenía el rostro inmaculado, con unos pómulos fuertes y una mandíbula decidida. Sus ojos negros la fascinaban. Era un color de lo más extraño, idéntico al de sus hermanos, y Hinata se imaginó que su hijo también lo tendría.

Una niña con el pelo y los ojos negros de su padre. Hinata tendría que recurrir a su espada para mantener a raya a todos los guerreros que se acercarían a la puerta del castillo para cortejarla.

Contuvo la respiración cuando Sasuke dejó la pluma en el tintero y enrolló con cuidado el pergamino para guardarlo. Entonces él se puso en pie y se acercó a la cama. Hinata sintió un cosquilleo por todo el cuerpo, ansiosa porque la poseyera.

Pero en vez de cogerla por las caderas y colocarla en el extremo de la cama, Sasuke se agachó y le dio un beso en la frente. Mantuvo los labios allí unos segundos y después se apartó y salió de la habitación en silencio.

Hinata se quedó mirándolo perpleja... y decepcionada. Tenía la piel de gallina, ansiosa de sus caricias y sus besos, pero él se había ido y ella se quedó mirando el techo.

Suspiró resignada y se volvió para mirar el fuego. Desvió la vista hacia la mesa y la detuvo en los pergaminos perfectamente alineados en una esquina. ¿Qué escribía Sasuke cuando estaba sumido en sus pensamientos?

Sasuke reunió a todo el clan y se dirigió a ellos desde el balcón que daba al patio de armas, con Hinata a su lado. Hombres, mujeres y niños habían acudido allí para oír el anuncio del Laird y cuando éste dijo que su esposa estaba embarazada, algunos reaccionaron con vítores de alegría y otros, quedándose en silencio.

Hizashi y Ko dieron un paso adelante y desenvainaron sus espadas para levantarlas en el aire, pero ni siquiera su efusiva muestra de afecto consiguió animar a demasiados guerreros.

Tokuma se colocó al lado de Hizashi y de Ko y miró a sus compañeros antes de levantar la vista y dirigirla hacia donde estaban Sasuke y Hinata.

-¿El bebé será un Hyuga o un Uchiha? - El Laird frunció el cejo.

-Un Uchiha, por supuesto.

Los guerreros del clan lo miraron furiosos y se oyeron varias quejas. Muchos le dieron la espalda y se alejaron de allí. Hinata deslizó una mano en la de él, que la sintió temblar y se la apretó para darle ánimos.

Princesa GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora