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—Cambio de planes —anunció Sasuke a Juugo cuando encontró a su comandante en el patio de armas—. Diles a Hizashi y a Ko que elijan a sus mejores cazadores y que preparen los caballos.

Juugo lo miró intrigado, pero partió de inmediato a cumplir las órdenes que le había dado. Un poco más tarde, volvió acompañado de un pequeño grupo de guerreros.

—¿Nos vamos de caza, Uchiha? —le preguntó Hizashi.

Sasuke entrecerró los ojos al detectar la falta de respeto. Aquél no era momento de mostrar ningún signo de debilidad ante su nuevo clan. Si lo hacía, perdería toda credibilidad. No le importaba no gustarles, pero maldita fuera si no iban a respetarlo.

Desenvainó la espada antes de que los otros pudiesen ni siquiera parpadear y la detuvo a escasos milímetros del cuello del veterano guerrero.

Hizashi lo miró atónito, pero no se atrevió a moverse ni un centímetro para no correr el riesgo de cortarse.

—Te dirigirás a mí como Laird —le dijo Sasuke—. Quizá no te guste que un Uchiha haya sustituido a un Hyuga, pero me tratarás con el respeto que me merezco o acabarás inconsciente en el suelo.

—Puedes intentarlo cuando quieras —replicó Hizashi entre dientes.

Sasuke tenía que reconocer que aquel hombre, a pesar de ser mayor de él y de estar en clara desventaja al tener una espada en el cuello, no mostraba ni pizca de miedo o de falta de valor.

Apartó la espada despacio y se la lanzó a Juugo por el aire. Esbozó una lenta sonrisa y miró a Hizashi.

—Haré algo más que intentarlo, viejo.

Hizashi se abalanzó sobre él sin previo aviso. Se oyó un grito en el patio de armas y los hombres corrieron hacia allí impacientes por presenciar el enfrentamiento.

Hizashi clavó el hombro en el abdomen de Sasuke y lo hizo retroceder varios pasos, pero éste se mantuvo firme y no cedió ante el ataque.

Los soldados Hyuga no tardaron en formar un círculo alrededor de ambos y empezaron a animar a gritos a Hizashi.

—Aplástalo —decían.

—Demuéstrale lo que pensamos de nuestro nuevo Laird.

Sasuke giró sobre sus talones y rodeó la cintura de Hizashi con los brazos. El movimiento lanzó a éste hacia adelante y le hizo perder el equilibrio. Sasuke aprovechó el momento y lo lanzó al suelo, abalanzándose sobre él.

Rodaron por la nieve, que salía volando por todas partes a medida que ellos se daban golpes y patadas. Hizashi consiguió atizarle un puñetazo en la mandíbula y lo aturdió lo suficiente como para salir de debajo de él.

Los dos se pusieron en pie y empezaron a caminar en círculo el uno frente al otro, fingían que iban a moverse hacia la derecha para luego hacerlo hacia la izquierda y desconcertar así a su contrincante.

Sasuke le dio un fuerte puñetazo a Hizashi en el mentón y lo hizo tambalearse hacia atrás. El soldado se limpió la sangre de los labios y esbozó una sonrisa perversa.

—Vamos a ver qué sabes hacer, Uchiha.

Se lanzó encima de él y le rodeó la cintura con los brazos, derribándolo sobre la nieve; el impacto dejó a Sasuke sin aliento. Entonces rodó sobre sí mismo y logró esquivar otro puñetazo, aunque no del todo y notó el sabor de la sangre en los labios.

Le dio un rodillazo a Hizashi y cuando éste se dobló de dolor a varios pasos de distancia, Sasuke se puso en pie y se apartó.

—¿Qué es lo que os pasa? —preguntó furioso—. Vuestro Laird malgastó vuestros bienes y ha dejado el clan en pésimas condiciones. Se ha comportado sin honor. Os ha avergonzado a todos.

Princesa GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora