..:: 31 ::..

52 10 0
                                    


La bofetada de Hinata fue tan fuerte, que le echó a Sasuke la cabeza hacia atrás y apenas consiguió mantenerse de rodillas. Volvió a mirar a su esposa. Su esposa. Hinata estaba de pie frente a él, echando chispas por los ojos mientras Yakushi y Hiashi contemplaban la escena divertidos.

—¿Te has vuelto loca? —le preguntó—. ¿Qué estás haciendo?

—He venido a verte morir —contestó ella entre dientes—. Si Dios lo permite, y si el Laird Yakushi me concede el privilegio, podré matarte yo misma. Me causará mucho placer librarme de ti para siempre, Sasuke Uchiha.

Éste oyó las palabras y vio la innegable rabia que brillaba en los ojos de Hinata, pero nada de todo aquello tenía sentido para él. El terror se instaló en su pecho, retorciéndose en su interior y haciéndolo sentir más dolor que el causado por la herida de la flecha en la espalda.

No podía volver a pasarle. La historia no podía repetirse de aquel modo tan extraño. Kabuto Yakushi se situó detrás de Hinata y le puso una mano en el hombro.

—Tu esposa ha venido a verte, Sasuke. ¿No te parece todo un detalle de su parte? Dice que quiere ser tu verdugo. ¿Tú qué opinas?

Antes de que él consiguiese formular una respuesta —¿cómo diablos iba a contestar eso?—, Yakushi le dio la vuelta a Hinata y la besó salvajemente.

Una rabia helada se extendió por todo el cuerpo de Sasuke. Ya no podía sentir el dolor de la herida, lo único que sentía era una rabia sobrecogedora. Tenía la mente nublada, pero no lo suficiente como para no reconocer el aspecto de la traición.

Otra vez.

Hinata se apartó de Yakushi y lo abofeteó con la misma dureza que había utilizado con Sasuke y entonces fue en busca de su espada. El Laird la cogió del brazo y tiró de ella.

—Ya ha abusado de mí un hombre, no volveré a sufrir la misma humillación a manos de otro — lo amenazó Hinata.

Sasuke levantó ambas cejas.

—¿Abuso? ¿Es así como lo llamas, esposa?

Ella lo miró, los preciosos y embusteros ojos de su mujer resplandecían burlones. Entonces volvió a mirar a Yakushi, tiró del brazo, se detuvo al ver que él no la soltaba, y añadió:

—Me habéis puesto a prueba, no creéis que esté aquí para matar al guerrero Uchiha.

Volvió a tirar de su brazo, esta vez con éxito, y metió la mano dentro del abrigo en busca del pergamino. A pesar de que seguía de rodillas, Sasuke pudo ver los dos sellos. Uno era el de su hermano y el otro sólo podía ser el del rey.

—Os he traído esto. ¿Sabéis qué es, Laird Yakushi? Es la orden de ataque de Shisui Uchiha. Este pergamino contiene sus planes detallados. Aquí encontraréis todo lo que necesitáis saber sobre la guerra. ¿Acaso os lo entregaría si esto fuese una farsa?

—¡No! —gritó Sasuke.

Se lanzó hacia adelante, pero dos de los soldados de Yakushi lo detuvieron. Forcejeó intentando soltarse, pero con las manos atadas a la espalda no pudo hacer nada. Yakushi cogió el rollo que sostenía Hinata y examinó los sellos. Sin decir ni una palabra, rompió el lacre y desenrolló el pergamino. Tardó varios minutos en leer el contenido y, cuando terminó, volvió a enrollarlo con cuidado. Después miró a Sasuke a los ojos.

—Al parecer, tu esposa y tu clan ya no te quieren, Uchiha.

Él resopló por la nariz y sus labios esbozaron una mueca de desprecio.

—Yo no tengo esposa ni clan excepto el Uchiha.

—No quiero verle más. Devolvedlo al agujero de donde lo habéis sacado —ordenó Hinata con la misma frialdad.

Princesa GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora