Shelley
Después de que Noah leyera lo que sea que dijera el mensaje que le había llegado a su celular, se levantó de su asiento, tenso y con una expresión de enojo, para empezar a buscar algo por todas partes del establecimiento. Muchos meseros se acercaron a preguntarle si se le ofrecía algo pero él los ignoraba.
Cuando no encontró lo que fuera que estuviera buscando, se volvió a acercar a nosotros con una expresión neutra, evitando mirarme y dejar algo de dinero en la mesa para pagar su parte de lo que habíamos pedido. Dijo que se sentía cansado, que quería irse a casa.
Y no sé por qué pero me dio la impresión de que todos nos dimos cuenta de que estaba mintiendo. No lo conocía casi nada, pero algo en mi me decía que lo hacía, que no se iría a dónde decía.
Cómo no fui la única en no creerle, Ryan habló para decir que iríamos, agrando el IRÍAMOS, Ryan y yo, a ver que estuviera bien. Cosa que no me daba buena espina y aparte, ni siquiera me importaba. No soy mala onda pero no tenía por qué hacerlo porque, repito, ni siquiera conozco a Noah lo suficiente como para ir detrás de él, preocupada. Pero por alguna razón que no entiendo, no me negué a hacerlo. Quizá porque tendría un momento muy mínimo y nada amoroso con el chico que me gustaba.
Ryan le preguntó a Lucas si venía con nosotros, él se negó diciendo que tenía que ir a estudiar porque tenía un examen al día siguiente. Así que fuimos los dos detrás de Noah, siguiéndolo en un taxi para terminar en un bar bastante sencillo pero si con mucha gente dentro.
Entramos algunos minutos después de que él lo hiciera, y a pesar del gentío, era fácil verlo. Estaba sentado en un banco frente a la barra de bebidas, pidiéndole al bartender cada que terminaba un nuevo vaso de lo que sea que estuviera tomando.
Muchas chicas se le acercaban, pero él ni siquiera las volteaba a ver. Hacía lo mismo con todas, ellas parecían hablarle y la única respuesta de Noah era encogerse de hombros mientras tomaba el resto de su alcohol, cosa que hacía que todas le dieran una última mirada, para irse después.
—Esto es aburrido. Él está bien, solo está tomando —digo, terminando mi vaso de piña colada, sentados en una mesa algo lejana a Noah.
—Esperemos a que no pueda ni sostener su cabeza y actuamos —responde, viendo la pantalla de su celular.
—Pues parece que ya.
Ryan levanta la cabeza de golpe. Ambos nos fijamos en su amigo, quien ahora tiene la frente pegada a la barra y las manos apretujando su cabello en los puños.
— ¿Puedes ir con él? Iré llamando un taxi.
Asiento como única respuesta. Se levanta, marcando en su celular y por alguna razón siento que tengo que aclararle que no estoy saliendo con nadie, aunque no le interese, aunque le de igual, aunque no le afecte en lo más mínimo si lo hiciera.
Lo tomo de la muñeca, haciendo que detenga su caminar. Él lleva la vista hasta el agarre, dónde siento que quema, que es incómodo para ambos, y que la sensación no se siente agradable en lo absoluto.
—No estoy saliendo con él, Ryan. Noah y yo no somos novios —mi voz suena angustiada.
—Lo sé —sonríe, apartando su mano de la mía—. Pero lucen bonitos juntos.
Y se da la vuelta, dejándome de pie, con emociones desgarradoras haciendo estragos en mi pecho. Sé que hace mucho tiempo debería haber aceptado y superado que él nunca va a quererme. Pero, me cuesta tanto. He vivido por bastante tiempo ya con el corazón rato, y nadie se da cuenta porque uno trata de disimularlo. Es como tener una costilla rota. No se nota, pero ahí está, doliendo, haciendo que sea difícil respirar.
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El último baile ©
Teen Fiction«Suena sorprendente como un bar homosexual me ha dado lo mejor que pudo pasarme en la vida siendo yo hetero» *** Shelley es una nerd. Sí. Como leíste. Es la típica chica que vive encerrada en la biblioteca leyendo historias que amaría por experiment...