Noah
La cabeza me está haciendo mierda. Siento que en cualquier momento podría explotar y honestamente, agradecería que pasara si solo así deja de doler.
Veo la hora en mi reloj, reparo que es demasiado tarde como para querer llegar a la escuela a tiempo. En serio, demasiado tarde. Como, quizá, cuatro horas tarde. Aunque quisiera correr no hay manera de que al menos pueda recibir una clase.
Bueno, una sí, pero me siento bastante jodido como para siquiera intentarlo.
Ryan ha dejado una Aspirina encima de la mesa de noche. Sé que ha sido él porque hay una nota con su nombre. Tomo mucha fuerza de voluntad a regañadientes para llevar la mano hasta la chamarra, quitármela de encima y salir de la cama. Cuando lo hago, me refriego el rostro, bostezando e implorando que un piano me caiga encima y me mate, acabando así con esta resaca mortal.
Ya me había quedado claro desde hace mucho tiempo que no sirvo para tomar. Que no sé tomar, y es mucho peor si lo hago cuando estoy despechado.
Recuerdo haber recibido ese estúpido mensaje de Scott, recuerdo también que la euforia fue demasiado en mi cuerpo que salí corriendo de la "cita doble" para ir a tomar hasta dejar de existir.
Recuerdo haber llegado al bar. Recuerdo pedir tragos, recuerdo empezar a emborracharme... De ahí, todo es oscuro, nada. Bueno, sí hay algo. Es una chica de cabellos cobrizos en la mayor parte de esa oscuridad.
Arrugo la nariz. ¿Por quedé repente todo en mi mente estaba relacionado a ella? ¿A ella bailando? ¿A ella existiendo?
Bajo las escaleras justo caminando como un zombie. Arrastrando los pies porque los siento demasiado pesados como para poder dar un paso correcto.
Llego hasta la cocina donde veo a mi hermana sentada comiendo pan tostado con lechera. Al verme enarca una ceja sin dejar de masticar. Ese pequeño aperitivo es su favorito desde que tengo memoria, todos los días la ves comiendo al menos uno de ellos.
—Te ves como la caca —da otro mordisco a su comida.
—También me alegro de verte, Lily —pongo los ojos en blanco, sentándome a su lado.
—Iba a decir otra palabra pero no quiero sonar grosera —toma un sorbo de su jugo—. ¿Quieres un pan?
Niego. Quiero morir.
—Puedes decirlo, mamá no te escuchará.
—Si quieres —se encoge de hombros—. Te ves como la mierda.
— ¡Lily! —el grito me hace dar un respingo y maldecir internamente. Eso dolió—. ¡¿Qué dijimos sobre las palabrotas?! —mamá sale de la cocina aventando el trapo para limpiar la mesa en la cara de mi hermana.
— ¡Ay! —chilla. El impacto de la tela ha sonado suave, pero es todo una dramática profesional. Le da una mirada feroz a mi madre—. ¿Qué tal si estaba comiendo y en eso tú avientas el trapo provocando que un gran pedazo de pan se me fuera sin masticarlo, me ahogara y muriera? ¿Eh?
—No digas tonterías.
— ¿Y tú si puedes decir palabrotas? Eres injusta, Rose —procede a preparase otro pan—. Cuando me muera no vayas a ir al panteón a llorar diciendo «¿Por qué no dejé que mi hija dijera palabrotas como yo?» ¡Ni se te ocurra ir a llorar!
—Voy a ir a celebrar porque por fin podré descansar de una chiquilla dramática
— ¿Vas a celebrar así como Noah celebró ayer en la noche? —volteo a verla con los ojos pintados de la palabra "traición", se supone que mamá no se enteraría porque llegaría hasta hoy en la mañana.
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El último baile ©
Teen Fiction«Suena sorprendente como un bar homosexual me ha dado lo mejor que pudo pasarme en la vida siendo yo hetero» *** Shelley es una nerd. Sí. Como leíste. Es la típica chica que vive encerrada en la biblioteca leyendo historias que amaría por experiment...