14| El desamor ataca

127 19 1
                                    

Shelley

Abro la puerta del despacho del dueño del bar, o sea, mi jefe. Su cabello largo y rizado encima de sus hombros se mueven cuando gira su rostro a mi dirección. Sus bonitos ojos azules se concentran en mí y tira esa sonrisa amable que me ha dedicado desde que nos conocemos.

Es un chico muy atractivo, y no es más que solo cinco años mayor que yo. Es alguien del que podrías caer completamente enamorada, sin embargo, está casado. Él y su esposo fundaron el bar en el que trabajo.

— ¿Me llamabas?

— ¿Ha pasado algo? —pregunta cuando escudriña mi rostro. No he soltado ninguna lágrima pero mis ojos deben estar rojos.

— ¿Es una pregunta trampa? —entrecierro los ojos, sonriendo.

—No. Has salido sin antifaz —se levanta de su asiento y camina hasta a mí, para tomarme de la muñeca y llevarnos hasta el sofá—. Siempre usas el antifaz si el bar está abierto.

No es hasta que lo menciona que me doy cuenta de mi error. No puedo salir del vestidor sin cubrirme el rostro porque sé que Ryan frecuenta el lugar, y si él lo hace, puede que muchos de la escuela también. Eso me pasa por estar distraída, por enfocarme en Noah, en lugar de mi trabajo.

—Estoy bien —miento.

Recorre los ojos en mi rostro, no de una mala forma, más bien buscando alguna señal que le indique que estoy mintiendo. Transcurrido unos segundos, chasquea la lengua e ignora el tema.

—Hilary renunció la semana pasada ¿recuerdas?

Asiento.

—Bueno, varias chicas han venido por el empleo pero ninguna tiene la misma carisma que ella, es una pena —se encoge de hombros—. Realmente la extrañamos. Hasta que llegó una chica, Melissa se llama, es algo simpática. No se le da mal pero necesita mejorar ¿crees que puedes ayudarla?

—Sabes que puedo hacerlo.

— ¡Esa es mi chica! —Aprieta mis mejillas—. Puedes tomarte el viernes que viene, si quieres. Creo que necesitas un descanso, luego estás de vacaciones en la escuela ¿no?

—Nos hemos quedado sin bailarina y la que vas a contratar necesita mejorar —le dedico una mirada de reproche—. A tu bolsillo no le parece buena idea.

—No me importa mi bolsillo, lo que importa es que mi familia esté bien. Sabes que no son mis empleadas, somos una familia.

Le doy un abrazo. Fuerte. Él me lo devuelve con la misma intensidad. Como ha dicho, él no es mi jefe, es un amigo, es familia. Ha demostrado serlo desde que nos conocimos y no puedo estar más agradecida con la vida por alguien como él.

Su esposo no es una persona muy diferente, sin embargo, no se relaciona tanto con nosotros como Henry lo hace.

—Gracias, Henry —menciono después de separarme—. Haré que Melissa sea una profesional ¿De acuerdo?

Asiente y sus rizos se mueven a la par con su cabeza. Muchas veces quise acariciar su cabello pero creía que eso era rebasar límites en la confianza que habíamos construido. Le doy un beso en la mejilla como despedida y salgo del despacho.

Suelto un suspiro pesado porque sé qué viene a continuación. La plática con Noah. Una conversación que no sé cómo vaya a terminar.

— ¿Shelley?

Alguien dice mi nombre y volteo. Al ver de quién se trata me tenso completamente, aunque no sé si por ver a la persona o por cómo está. Tiene los ojos rojos, restos de lágrimas en sus mejillas y sorbe la nariz.

El último baile ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora