22| Te quiero

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Noah

Me sorprendía la capacidad de las circunstancias de cambiar tan drásticamente de un momento a otro. Hace apenas unos minutos estaba disfrutando de acariciar la piel de Shelley, de disfrutarla completamente, y ahora corro detrás de ella quien ha salido del camerino, pálida y temblorosa.

La cara de Ryan me indica que la situación es grave. Y por un momento, siento miedo. O preocupación, no sé distinguirlo correctamente.

Shelley se para justo en la tablilla dónde baila siempre, mirando a toda la gente que está frente a ella. Yo reconozco a varios, a otros los he visto simplemente al pasar. La mayoría de estudiantes de la universidad están aquí. La señalan, riéndose. Otros están tomando fotos y casi todos cuchichean. Se escucha como el siseo de las serpientes. Y eso es lo que están haciendo, están tirando veneno.

Noto desde atrás que el pecho y la espalda de aquella chica de cabellos cobrizos comienza a moverse más rápido, entierra las uñas en las palmas de sus manos. Y le está costando respirar. Se da la vuelta y al verme, se avienta a mis brazos. Hago lo posible por tomarla de la cabeza y de la espalda. Hago lo posible para que sienta que no está sola, que voy a protegerla.

—Sácame de aquí, por favor —a pesar de lo débil que es su voz, la entiendo correctamente.

La dirijo al camerino. Ryan viene detrás de nosotros y yo solo puedo esperar a que suelte uno de sus comentarios inapropiados en los momentos incorrecto, pese a eso, para mi sorpresa, se queda callado mientras busca en el vestidor algo que Shelley pueda ponerse para que nos larguemos de aquí.

Cuando encuentra ropa cómoda y se la tiende, la puerta se abre dejando ver al señor que entiendo, es el jefe de Shelley.

— ¿Por qué no saliste a bailar? —está enojado, eso es obvio, sin embargo controla su tono y forma de hablar—. Sabías lo importante que era esta noche. Tampoco entiendo que ha pasado en el pequeño momento que saliste.

—Señor —dirige su vista hacia mí. Ojalá no lo hiciera porque sí que es intimidante. Parece ser ese tipo de persona que no quieres enojar nunca en tu vida—. Se lo explicaré todo, lo juro. Pero por ahora necesito sacar a Shelley de aquí.

Vuelve a posar la mirada en ella. Y debe notarlo, debe entender que algo no está bien porque camina hasta ella y le da un abrazo.

— ¿Qué pasa, mi bailarina estrella? —el control no ha podido disimular su tono preocupado.

—Yo... —La voz se le entrecorta— Los de la escuela han descubierto que bailo aquí.

— ¿Y qué? — ¿Y qué? ¡¿Y qué?! Dios mío, no puedo creer que lo esté preguntando—. Es decir, no me malinterpretes, Shelley. No me gusta verte así pero ¿y qué? ¿Haces algo malo acaso? ¿Alguien se ha muerto porque bailes aquí? Simplemente bailas.

Todos guardamos silencio.

—Algún día algo así iba a pasar.

—Quería que pasara cuando estuviera lista.

—La vida nunca nos da lo que queremos, Shelley. Somos nosotros quienes buscamos eso. Y cuando nos toma por sorpresa, solo nos queda poner la cara en alto y demostrar que aunque no lo esperábamos, estamos listos para cualquier cosa.

—Lamento haberlo arruinado hoy.

—Ya hablaremos de eso —voltea a verme. Noto que en serio aprecia a Shelley. En su rostro hay cierto toque de preocupación—. Vayan a descansar.

Asiento sin más. Él sale del lugar no sin antes dejar un beso en la cabeza cobriza de Shelley. Ella rápidamente comienza a quitarse el vestido, que a pesar de no tenerlo puesto, no hace gran diferencia a cómo se veía antes. Se pone una sudadera y unos jeans azules. Se coloca la gorra de capucha y nos hace una seña para que la sigamos.

El último baile ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora