24| Deja vú

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El siguiente capítulo es el final :) 


Noah

Un deja vú es una sensación de estar experimentando un evento que ya has vivido antes.

En estos momentos, me quiero deshacer del maldito deja vú.

Me invade en cada parte. En la piel, en el corazón, en la mente. Desde, el cómo me siento porque otra vez el idiota de mi primo se ha salido con la suya, hasta estar ahogándome en alcohol.

Lo único que puedo decir que algo que no haya vivido antes, es lo que estoy sintiendo. Si había creído que Melissa me enagañara era el dolor más grande que había experimentado, estaba equivocado.

Lo mucho que duele perder a Shelley es incomparable.

Porque ni siquiera me duele que no esté segura que me haya sido infiel, que haya lastimado la confianza que mucho me costó entregar, más bien, siento que me desgarra el corazón tratar de entender que ella ya no va estar en mi vida. Y, que yo ya no voy a estar en la suya. Que ya no puedo irla a ver bailar, o que en la escuela ya no podamos estar. Que adore verla sonreír o tener que aguantarme las ganas de quererla besar.

Mi teléfono vibra notificando un mensaje. Honestamente, no tengo ganas de hablar con nadie. He bloqueado el número de Shelley, y silencié a Ryan después de que insistiera en que hablara con ella.

El mensaje es un enlace. Lo abro y me lleva directamente a un grupo de alumnos de la escuela. La foto de perfil del grupo es una foto de Shelley bailando, y todos y cada uno de los mensajes se tratan de ella. Todos se están burlando, otros hacen memes y otros la morbosean.

Con una mano, estoy a punto de mandar a todos al carajo y con la otra, acerco la botella de alcohol a la boca. El timbre de mi casa me detiene. Maldición. Mamá no está y mi hermana se ha ido a la escuela, o eso creo, ni siquiera estoy consciente del tiempo.

Muy a mi pesar, me levanto de la cama y bajo las escaleras. Voy hasta la puerta y la abro.

—Nadie en casa tiene ánimos de una mierda así que ve...

—Noah —es Shelley. No sé cómo luzco, pero presiento que de la misma forma en que luce ella—. ¿E-estás tomando?

—Lo que se ve no se pregunta ¿no crees?

Alza las cejas por un segundo. Luce... ¿decepcionada? En realidad no me importa. Puede irse al carajo, todo el mundo puede hacerlo. Pero ella con cuidado.

—Tenemos que hablar.

—Si estás segura de lo que hiciste, adelante, voy a escucharte. Pero si no, no tengo ningún interés en nada de lo que puedas decirme.

—Es que... no recuerdo nada.

— ¿Cómo, maldita sea, puede ser posible? ¡Algo en ti debe decirte si te metiste con él o no!

— ¡No lo sé pero no puedo más con esto! —Alza la voz, desesperada—. ¡Está la estúpida mierda del bar y ahora tú estás enojado!

— ¡Claro que estoy enojado! ¡¿Cómo puedes siquiera dudarlo?! ¡Existe la posibilidad de que te hayas acostado con él, Shelley!

—Yo no...

—Sigo queriendo ser un tonto. Carajo, te vi desnuda en su cuarto y te sigo pidiendo que me lo niegues y que me des una explicación para poder olvidar todo y que podamos seguir. Cuando todo está muy claro yo estoy aquí, rogándote —me acerco a ella—, implorándote que lo niegues.

Se queda en silencio. En ese momento, puedo sentir que todo se desmorona más. Ya se había roto gran parte de mí pero no quería caer, se seguía manteniendo, aferrándose a las partes más débiles con las que solo bastaba un golpe del meñique para que se derrumbaran. Y, ahora, Shelley ha abofeteado con la mano entera.

El último baile ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora