17| Venganza

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Abrí el álbum privado. Puse la huella dactilar para desbloquear la carpeta y un montón de fotos y videos aparecieron. Su rostro sonriente y su cabello cobrizo iluminaron la pantalla.

Era jodidamente guapa. E iba a ser mía.

Esta vez, no se trataba de demostrar que todo lo que él podía tener, yo también, más bien, era el hecho de que una chica tan reluciente como ella tenía que estar conmigo. Porque todo lo que yo quería, lo conseguía. No iba a ser la excepción.

Le doy click a la miniatura de un vídeo de Annelise bailando en el bar. La ropa diminuta que lleva puesta me la pone dura en cuestión de segundos. No sé qué pacto con el diablo habrá hecho Noah para conseguirse a una vieja como ella. ¿Se la habrá cogido ya? Yo creo que sí, porque si yo estuviera con ella la haría mía cada día y cada noche.

Llevo la mano al botón de mi pantalón y posteriormente bajo el cierre para meter la mano dentro de mi ropa interior. La puerta abriéndose me interrumpe.

—¡Te tengo una sorpresaaa! —entra corriendo y cierra la puerta de golpe. No me da tiempo a reaccionar pues se sienta en mi regazo y me deja un beso en la boca—. Me han contratado. ¡Voy a trabajar en el bar gay ese!

Sabía que lo harían, aún así, finjo sorpresa.

—¿De verdad? —poso la mano en su cadera dando un apretón—. Sabía que lo conseguirías.

—Solo que aún no entiendo por qué quieres que trabaje allí —hace un puchero tonto, estoy hartándome de ella—. ¡Ya sé! Es porque te va a poner cachondo verme bailar ¿no es así?

—Ya me pones cachondo con solo besarme, Melissa.

Me mete la mano debajo de la playera, su piel fría eriza la mía y un suspiro entrecortado se escapa de mis labios. Sube por mi abdomen acariciando mis músculos y su boca se abre paso por detrás de mi oreja dejando besos cortos hasta llegar a mi cuello.

Melissa puede estar jodiéndome la vida, pero lo recompensa con el buen sexo que me brinda.

—Antes que nada, hay que hablar ahora que te contrataron.

—¿Vas a ponerte celoso? —me besa en los labios—. No me pondré nada que permita ver a los demás lo que es tuyo.

—Lo que te pongas me da igual —ruedo los ojos—. La chica, Annelise, quiero que te acerques a ella. Tú serás mi pase directo ¿entiendes?

—¿Por qué? —su cuerpo se tensa, detiene sus movimientos—. Es la de los vídeos ¿No? ¿Por qué estás tan interesado en la chica de Noah ahora?

—No te preocupes —ahora soy yo quien une nuestros labios—. Solo quiero demostrarle a Noah que todo lo que me propongo lo consigo.

Crecimos juntos. Su familia era muy diferente a la mía y yo envidiaba la suya. Era perfecta, lo trataban bien y nunca le dijeron que había sido un error como me lo dijeron a mi. Todo lo que quería, se lo daban. Él no conocía un no porque la vida, siempre se lo brindaba. Y yo era quien se quedaba mirando, anhelando. Hasta que crecí y prometerme que yo ya no sería ese nunca más. Ahora, yo soy el que consigue todo.

—¿Y qué te propones con ella? ¿Tirartela?

—Venganza.

El último baile ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora