A la mañana siguiente, subieron al avión privado que los llevaría de regreso a su pasado, pero al cual enfrentarían con nuevos ánimos y más energía, tenían la fuerte compañía del otro, y aunque tuvieran que ocultarlo al mundo, sabían que en su mundo podrían volver a estar juntos.
Cuando llegaron a su mansión fueron recibidos por una sorpresa no tan grata para el grupo. Kay había encontrado su mansión y desde hace dos días había ido enviando arreglos florales de numeroso valor para la señorita Katniss, todas ellas con frases de amor. El recibidor se hallaba repleto de ellos, rosas de diferentes tonalidades, dalias, claveles y demás flores, desde las más simples hasta las más exóticas que se podrían encontrar en el mercado.
Los ojos del grupo entero se volcaron hacia ella, quien se acercó a los arreglos y con una mirada fría encargó a una de las sirvientas que sacaran esos adornos de su vista, que se los llevaran a Yurina, que quizá ella podría darles algún uso, pero de momento a ella no le interesaban.
—¿Estás segura? —preguntó Zafrán parándose a su lado observando las flores con desconfianza —. Son flores de... él —dijo cuidando de no nombrarlo frente a la servidumbre —, quizá haya dentro alguna nota, chip, o... cámara.
Los presentes miraron a su alrededor. Todo el recibidor se hallaba tapiado de adornos, como una muralla colorida.
—Conociendo con quien tratamos, tu suposición no suena tan descabellada Chris —aseguró Ian. E ingresando a la mansión mandó llamar a Xian con un equipo capaz de detectar tecnología por muy pequeña que esta sea.
Grata no fue la sorpresa al descubrir que la sospecha de Zafrán era verídica, cada uno de los arreglos traía una micro cámara escondida entre los pétalos de las rosas, tan pequeño y transparente que pasaría por otra hoja más.
Decir que Melina estaba molesta era quedarse corto. Estaba completamente furiosa. ¿Qué le pasaba a Kay? ¿Acaso pensaba controlarla ahora? ¿Espiarla? ¿Qué demonios buscaba? ¿Quizá seguir su pista para luego ser entregada a su buen y gran amigo Dragón?
Melina desconfiaba ahora mucho mas que antes.
Con el coraje hirviendo en sus venas tomo todas las flores que logro quitar Xian y girando sobre su eje salió dispuesta a quemarlos en persona en el incinerador de la mansión. ¿Qué se creía Kay?
—Imbécil, imbécil, imbécil! —eran las palabras que eran gruñidos salidos de su boca.
Su humor no mejoró en lo absoluto cuando en su caminar fue interceptada por Áscar que la observaba con mirada fiera. Los mismos ojos, tan parecidos como distintos. Donde en uno había vida, en el otro reflejo solo se notaba amargura, desprecio y desdén.
— ¡¿Y ahora tú que quieres?! —reclamó molesta. No estaba de humor para mas tonterías.
—El amo la espera —dijo con su característica voz de hielo sin mostrar emoción alguna en su rostro. Melina lo ignoró olímpicamente y pasando por su lado siguió en su caminar.
—No me interesa. Largo.
—No fue una sugerencia —cortó tajante tomándola de la muñeca —. Usted viene conmigo. No fue una...—pero la frase nunca pudo ser completada porque una llave hizo que soltara su agarre en la muñeca de Melina y un golpe seco en la boca del estomago que lo elevó del suelo seguido de una patada en el aire que lo alejó bastantes metros de donde se encontraba.
—Lo siento hermanito —la fría y amenazadora voz de Zafrán hizo eco en sus oídos llenándolo de coraje y frustración —, pero ella no ira a ningún lugar. Y menos contigo.
ESTÁS LEYENDO
El despertar del Dragón
Teen FictionSegunda parte del libro "Enamorándose del demonio" Muchas verdades no han sido dichas, muchas historias no escuchadas. Ha llegado el tiempo de conocer la verdad, de saber quienes son en realidad, y de aceptarse o negarse. De odiarse... o amarse. K...