La risa fue volviéndose cada vez más fuerte y clara, pero no venía sola. Zafrán estaba con ella. Ambos en trajes deportivos con toallas en el cuello, parecía que estaban llegando de una caminata.
—Tan desconfiados como siempre —dijo el Emir levantándose de su sitio para dirigirse a recibir a los recién llegados —. ¿Es que nunca tendré la dicha de contar con sólo su presencia bella dama? —preguntó mientras tomaba su mano galantemente para depositar un beso en ella —. Y al parecer, mi invitación fue bastante casual —añadió al verlos en ropas deportivas y algo sudados — ¿algo de beber?
—Limonada nos caería de maravilla en estos momentos —contestó Zafrán.
—Karim —dijo el Emir, y no fueron necesarias más palabras para que el sirviente desapareciera de la vista inmediatamente.
—Espero usted disculpe nuestra falta de decoro al presentarnos de esta manera —se excusó Zafrán señalando sus indumentarias —. Quisimos hacer algo de deporte para matar el pollo que nos almorzamos esta tarde —dijo en una suave risa que era compartida con Melina.
—Cuide donde va dirigiendo sus ojos majestad —advirtió Melina al notar como el Emir se quedaba con la mirada fija en su busto —. Los míos están por aquí arriba.
—Disculpe mi descortesía Gamila, pero su belleza no puede más que ser admirada. Y la ropa que trae puesta no hace más que realzar todos sus bellos atributos —dijo volviendo a tomar su mano en evidente galanteo.
—Tan zalamero como siempre —fue la acida respuesta de Melina mientras veía como el emir besaba su mano por segunda vez — ¿sabes? —Preguntó — Creo que con tanta miel que sale de su boca podría alimentar muchas abejas ¿No te parece? —sonrió burlona mirando a Zafrán.
—En definitiva.
—No es más que la verdad bella dama. Su guardián no me dejará mentir. —aseguró. Y notando que su sirviente se acercaba con las bebidas se las ofreció dejándolos deleitar del delicioso y agridulce sabor de la bebida.
—Bien, vayamos al grano majestad —dijo Melina devolviendo el vaso a la bandeja. Mientras le mandaba un beso y un guiño a Karim solo para fastidiarlo. Ella sabía que ese sirviente la odiaba a muerte, y realmente disfrutaba provocarlo en cada oportunidad.
—Tenemos una clase de yoga a la cual no podemos faltar.
—Dirás, no queremos faltar — sonrió Melina dándole un pequeño codazo a Zafrán—.Ya vi como la instructora te clavó el ojo —se jactó divertida — esta como tu sombra.
—Por eso no voy solo querida —contestó Zafrán con picardía —para ojos ajenos, este corazoncito tiene dueño. —sonrió lanzándole un guiño amistoso.
— ¡¿QUE DUEÑO?! —fue la colérica pregunta de Kay que había estado contemplando la escena sin atreverse a interrumpir. Pero las últimas palabras de Zafrán lo sacaron de sus cabales.
—Eso no le interesa Vlastov —fue la tajante y cortante voz de Melina que lo dejó helado y callado.
Ambos fueron a sentarse frente a Kay. Melina estaba aferrada al brazo de Zafrán quien cubría su mano con la suya, para darse mutuo valor. Para que ninguno saliera huyendo.
Pero para Kay era otra dolorosa historia lo que veían sus ojos. Ellos estaban juntos. Como pareja.
Había perdido su lugar.
—Majestad... ¿le importaría dejarnos solos? —Pregunto Zafrán cortésmente al verlo acomodarse en el sillón restante —el asunto que debemos tratar es un tanto... privado.
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El despertar del Dragón
Teen FictionSegunda parte del libro "Enamorándose del demonio" Muchas verdades no han sido dichas, muchas historias no escuchadas. Ha llegado el tiempo de conocer la verdad, de saber quienes son en realidad, y de aceptarse o negarse. De odiarse... o amarse. K...