Cap 3: Casualidad

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—¡¿Qué es lo que te pasa Zafrán?! —preguntó Melina por décima vez.

Parecía que hubiera perdido la capacidad de hablar, su pálido y desencajado rostro no daba signos de respuesta. Cansada se inclinó hasta llegar a su nivel y levantando su rostro le dio un bofetón tan fuerte como su brazo sano le permitió.

El leve roce de su mano, devolvió a Zafrán a la realidad, y con los ojos cargados de dolor y vergüenza volvió a mirar el suelo repitiendo solo una palabra.

—Perdóneme mi señora. Perdóneme.

—Si me explicaras de qué diablos quieres perdón, podría comprenderte, ¡pero me estas poniendo de los nervios! —exclamo completamente exaltada.

—Zafrán —llamó Ian — ¿podrías por favor explicarnos de que se trata esto? Acabas de descubrir algo. ¿Qué fue?

Zafrán lo miro de reojo. Estaba en una encrucijada. ¿Qué debía hacer? Por una parte aun le debía lealtad a su señor. Pero por otra estaba su señora, a la cual ansiaba proteger más que a nada en el mundo. Incluso ante su señor.

Respirando hondo, apretando los puños con fuerza, y con el alma hecha añicos habló.

—Mi señora —comenzó, sin saber muy bien cómo explicarse —mis órdenes eran acabar con usted —soltó al fin.

Un viento frio heló los huesos de cada uno de los presentes. Nadie dijo nada, Zafrán continuó.

—El maestro... me ordenó eliminarlos. — Continuó sin ser capaz de mirarla a los ojos — Cerberos debe desaparecer. Fue la clara orden.

— ¿Orden de quién? —preguntó Kato temiendo la respuesta.

—Kay... —fue el susurro de Melina.

Incapaz de responder, Zafrán solo asintió.

— ¡¿K-Kay?! —Preguntó Kato completamente exaltado —. ¿Ese Kay? ¡¿TU KAY?! —no lo podía creer, estaba vivo —. ¿Pero cómo...?¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE ESE IMBÉCIL SIGA CON VIDA Y NO TE HAYA BUSCADO?! —rugió hecho una furia.

— ¡PORQUE ESE IMBECIL ME DIO POR MUERTA AL IGUAL QUE YO! —gritó Melina al borde de las lágrimas llena de dolor —porque al igual que yo lo di por muerto, ¡EL TAMBIÉN!

Nadie dijo nada, esas palabras les cayeron como mil ladrillos sobre la cabeza, atontándolos, llenándolos de preguntas, de frustraciones, y por sobre todo, de muchas intrigas. ¿Por qué? Era lo que todos se preguntaban. Nadie podía entender los torcidos juegos del destino.

— Pero Kat...

—El siguió su camino Kato —lo calló —, al igual que yo el mío —lo miró con ojos tristes —. No hay forma de volver, no hay vuelta atrás. Todo se terminó. —dijo sin poder retener las lágrimas por más tiempo.

Malditas lágrimas.

Había jurado que no derramaría otra lágrima más. Y allí estaba ella volviendo a llorar ¿es que no había dejado atrás esos años de dolor? ¿Es que acaso el destino se empeñaba en hacer de su existencia una miseria? ¡¿Qué diablos le pasaba?!

—No lo puedo creer —fue lo único que pudo decir. Y se sintió frustrado. Él siempre dándose los aires del mejor investigador, de que no se le escapaba ninguna, y miren allí el tremendo pez que se le escapó. El maldito sujeto por el que su hermana sufrió tanto estaba vivo. Si tan solo no hubiera desistido cuando ella se lo pidió quizá a estas horas lo hubiera encontrado. Pero había algo que no le cuadraba, allí faltaba algo, la bomba aún no había estallado. — ¿Dónde está tu maestro Zafrán? —Pregunto Kato ansioso —Kat está aquí, pueden reunirse nuevamente, ellos...

El despertar del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora