Puntual como siempre, una hermosa limosina dorada parqueo en el ingreso de la mansión de Melina. Karim el fiel sirviente del Emir vino en persona a recoger a la razón de sus dolores de cabeza.
—Señorita —dijo con una venia —, su majestad, el Emir me envió por usted, él la espera en la mansión y me envía esto — dijo entregándole un ramo de rosas rojas de exquisita belleza y embriagante aroma.
—Algo digno de su majestad —agregó Melina recibiendo gratamente las flores disfrutando de su aroma, acariciando por un corto tiempo una de ellas perdiéndose en sus pensamientos —. Gracias —respondió volviendo a la realidad entregando el ramo a una de las sirvientas.
—Las llevare a sus aposentos señorita —sonrió feliz.
—Haz que primero las revise Yurina — susurro Kato al oído de la muchacha cuando esta pasaba por su lado.
La joven asintió con seriedad y se dirigió al interior del lugar. Habían comprobado de mala manera las oscuras intenciones de Kay, no querían pasar por otro mal sabor de boca, aunque estaban seguros que el Emir no llegaría tan bajo.
—Señorita, por favor —dijo Karim abriendo la puerta con cortesía obligada.
—Gracias —dijo y mirando a su abuelo se despidió de él con seguridad y al mismo tiempo con cierto temor en la mirada.
Una vez Melina hubiera entrado en el vehículo, Zafrán la siguió, Karim quiso protestar, pero bastó una mirada de desdén en su invitada, para que se tragara todo lo que quiso objetar, y con una venia mas que obligada se dispuso a cerrar la puerta. Comprobando con horror que a los pocos segundos un enorme perro brincaba al interior por la ventana abierta de la limosina acomodándose al lado de Melina.
—¡El animal no puede ir! —exclamo fúrico con horror.
—Entonces tendrá que lidiar con su eminencia y decirle que la cita se canceló porque no nos quiso llevar —contesto Zafrán divertido.
Karim exclamo varias cosas en otro idioma y sin más cerró la puerta acomodándose al lado del chofer.
El anciano y los otros jóvenes solo observaron divertidos la escena. Y cuando la limosina se alejo lo suficiente pudieron observar como una moto los seguía.
—Áscar —dijeron al unísono.
—Fue una buena idea sugerir la reunión en casa del Emir —dijo el anciano —dudo que Áscar se atreva a entrar a ese palacete sin la orden de su amo, Kay no se atrevería a crear una rencilla con el Emir, y menos ahora cuando tiene una deuda con él.
Sin decir mas la familia entro en la mansión para seguir de cerca la charla de Melina con el Emir, no la dejarían sola, y estarían cerca de ella de maneras más discretas.
La llegada de Melina a la mansión del Emir, tenia a todos sus sirvientes de cabeza, alistando bebidas, comidas, manjares de diversas formas, gustos y paladares.
Cuando la vio llegar, fue cortésmente a recibirla y no fue muy grata su sorpresa, aunque tampoco le pareció extraño que llegara con escolta, pero si le llamo la atención el enorme perro.
—No sabia que necesitara de escolta tan extrema bella dama —dijo observando a sus dos guardianes a cada lado de la doncella.
—Solo la de siempre —dijo y mirando al enorme pastor a su costado solo agregó —mi pequeño estaba aburrido, el viaje lo estresó, así que pensé en sacarlo a conocer otros aires. Espero que mi osadía no lo haya... incomodado, majestad —sonrió divertida —tengo entendido de su gusto exótico en animales, espero que no se ofenda por mi... humilde compañero —completo acariciando la cabeza del Raddamantis.
—Para nada bella dama — dijo sin más y los invitó a pasar —¿Dónde gusta usted la charla hermosa mía? —pregunto galante.
Melina tenia la mirada perdida y observando la gran cantidad de servidumbre a su alrededor y a su siempre fiel Karim sonrió vagamente.
—Prefiero que sea en un lugar cerrado, sin nadie cerca. Asumo que usted debe tener en su enorme mansión, algún lugar secreto y discreto, algo parecido a... ¿una habitación del pánico? —Sugirió.
El Emir la miro sorprendido. No se esperaba semejante petición de la dama. Y le entro una desconfianza al mismo tiempo que una enorme curiosidad por saber qué es lo que realmente ocultaba su doncella.
—Majestad eso no esta permitido. Usted no puede entrar solo con ella en ese lugar —dijo Karim en vanos intentos por advertirle al príncipe de los riesgos que corría.
—Oh no, —agrego Melina —no entraremos solos, Zafrán estará conmigo —recalcó, pero quien debe estar solo será usted majestad —completó segura.
—¿Porque tanto secreto? —pregunto intrigado.
—Si quieres saber la verdad, si quieres saber MI verdad, entonces deberá ser bajo mis condiciones. Lo que te vaya a decir, no lo debe saber nadie más, ni tampoco deberá llegar a oídos de nadie —y mirándolo a los ojos fijamente hablo con total seriedad —Shakur, mi vida está en juego, y necesito saber, si puedo contar contigo o no.
Cuando Karim escucho la manera tan irrespetuosa en la que la joven se refirió a su eminencia se le subieron los colores a la cabeza y estuvo a punto de alzar la mano en contra de la dama, pero fue detenida a tiempo por el príncipe.
—Si le tocas un pelo Karim —dijo fúrico —te juro que no quedará generación tuya en la faz de la tierra.
El sirviente se arrojo al suelo implorando clemencia, procurando que su majestad vea el problema que esa joven implicaba en su vida. Pero vanos fueron sus intentos y sólo le quedó callar y rezar para que el príncipe no lo castigara severamente.
—A eso es lo que me refiero con... privado —explicó Melina viendo a Karim en el suelo implorando clemencia —no seas rudo con él, solo busca lo mejor para ti, No es su culpa que tu tengas una loca y enfermiza obsesión conmigo —exclamo sonriente —déjalo ser Shakur, el pobre esta que se muere del miedo.
El emir observaba a Melina embelesado. Nadie. Ni siquiera entre los miembros de su familia se habían atrevido a llamarlo por su nombre tantas veces, en un mismo día ¡y tan seguido! Entendía el pánico de Karim, pero su curiosidad ganó la batalla a su desconfianza. Y poniéndose de pie ordenó a la servidumbre trasladar todos los banquetes a la oficina privada del Emir.
—¡Majestad, por favor! —rogaba Karim, pero fue ignorado rotundamente.
Los tres entraron en la habitación y Raddamantis se quedó en la entrada resguardando la puerta para que Karim no pudiera interrumpir.
Una vez dentro, el Emir tomo asiento en el cómodo sillón que había en ese enorme lugar, invitándolos a pasar y acomodarse. Zafrán y Melina se acomodaron en el sillón que quedaba delante.
Zafrán observó a Melina con un dejo de pena en su mirada. Hoy hablaría la verdad, una verdad que ni el mismo conocía, un pasado que él mismo desconocía, y esta vez sería una revelación para ambos, tanto para el príncipe como para él.
—Shakur... necesito que me jures por tu vida y tus Dioses que todo lo que te vaya a decir no saldrá de tu boca, ni de este lugar.
—Tienes mi palabra gamila —dijo solemnemente con una mano en el pecho —¿Pero porque tanto secreto preciosa?
—Cuando sepas la verdad, me darás la razón para hacer lo que hice y quizá más —comento con melancolía.
Y sin más preámbulos y tomando aire Melina se quito los lentes de contacto dejando a la vista un hermoso par de ojos color chocolate claro dejando maravillado al Emir.
—¿Esos son... tus ojos gamila? —pregunto maravillado —¿Tu verdadero color de ojos? Debo admitir señorita Katniss, que ese color le sienta mucho mejor.
Con un dejo de tristeza Melina sonrió, y mirándolo con nostalgia empezó.
—Mi verdadero nombre es Melina majestad... Melina Villarroel...
Continuara...
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El despertar del Dragón
Teen FictionSegunda parte del libro "Enamorándose del demonio" Muchas verdades no han sido dichas, muchas historias no escuchadas. Ha llegado el tiempo de conocer la verdad, de saber quienes son en realidad, y de aceptarse o negarse. De odiarse... o amarse. K...