Melina caminó sin rumbo procurando controlar los feroces latidos de su corazón, el dolor en su pecho y las lágrimas que amenazaban con salir a cada segundo. Ese día resultó un desastre. Sentía que iba a vomitar nada más recordar la tensión que vivió por esos escasos minutos. La alegría, la dicha, la frustración, la agonía, los celos y por sobre todo el dolor.
Había intentado por todos los medios evitar cualquier contacto con él. Pero el destino era caprichoso y siempre tenía otros planes.
Dolida a más no poder caminó sin rumbo abrazándose a sí misma sentía que estaba a punto de partirse en mil trozos pequeños. Y fue así como la encontró Zafrán que había salido a ver el funcionamiento de una empresa con la que Haddadrimon pensaba hacer negocios; una pequeña pero prospera empresa de artesanías cerca de un parque.
— ¿Kat? —la llamó preocupado. Melina al verlo no pudo evitar derramar las lágrimas que había intentado contener.
En pánico Zafrán se apresuró a su lado y sin pensarlo dos veces la envolvió en sus brazos dejando que ella pudiera descargar todas aquellas lágrimas que la estaban quemando por dentro.
— ¿Que paso?
Melina no podía responder, el nudo en su garganta era tan grande que no se sentía en la posibilidad de articular palabra alguna.
—Tranquila. Ya pasó. Aquí estoy.
Y eso era justamente lo que necesitaba saber. Que había alguien a su lado en esos momentos sosteniéndola y atándola a la realidad para no caer en aquel profundo y oscuro vacío que sentía la devoraba a su alrededor.
Los recuerdos la estaban matando, y su mente no hacía nada más que jugar con su cordura. La imagen de Kay y Asako juntos estaban acabando con ella. Los imaginaba besándose, abrazándose, llenándose de falso e interesado cariño. Y sin ser consiente de nada fue abrazándose con aire desesperado a Zafrán, buscando calmar la agonía que sentía su alma.
Pero por más que lo intentaba, todo nuevamente volvía y con más fuerza. Se sentía abatida, triste, molesta, celosa pero sobre todo traicionada en lo más profundo de su corazón.
Ella atesoró el recuerdo de Kay y procuró lo más posible no mancillar su memoria, pero fue una tonta al pensar que él haría lo mismo.
Hombre y mujer nunca tienen el mismo pensamiento. Ellos piensan con la razón y ellas con el corazón.
— "Quizá sea hora de hacerlo también" — pensó, pero la simple idea se tornaba demasiado dolorosa — ¡me propuse hacerlo! pero ahora que veo la verdadera magnitud del hecho, todo duele tanto. Lo tenía allí, al alcance de mi mano. ¿Porque no pude hacerlo? ¿Porque no pude decirle que era yo? Sé que él me reconoció, sus ojos lo delataron. Pero ahí estaba ella para recordarme mi lugar y mi posición"
Y nuevamente como recuerdo evocado, la imagen de Asako vino a su memoria.
— "¿Por qué a las mujeres nos encanta torturarnos con esas cosas?" —, se preguntó molesta consigo misma — ¿Por qué no pude decirle? —pensó en voz alta.
— ¿Qué sucedió Kat? —preguntó Zafrán sin soltarla ni aflojar el abrazo.
Melina no contestó de inmediato, se quedó allí en esos brazos que le brindaban calma y calor buscando nuevamente hallar el sonido de su propia voz.
—Kay está aquí. Lo vi —dijo sin más con una voz tan plana que hasta ella desconoció —Está buscándonos.
—Eso ya lo sabíamos —susurró Zafrán apretándola un poco más contra su pecho. Podía asumir todas las cosas que no le dijo. Todo el dolor que se tragó. Él también conocía a su señor, y si se había empecinado en eliminarlos, estaba más que seguro que su destino estaba marcado—. El maestro quiere desaparecernos.
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El despertar del Dragón
Novela JuvenilSegunda parte del libro "Enamorándose del demonio" Muchas verdades no han sido dichas, muchas historias no escuchadas. Ha llegado el tiempo de conocer la verdad, de saber quienes son en realidad, y de aceptarse o negarse. De odiarse... o amarse. K...