Al llegar la mañana, Rynna despierta con la sorpresa de encontrarse sobre el lomo del demonio.
¿Cómo pudo pasar sin que se diera cuenta? Debía de estar muy cansada.
—¿A dónde vamos?
—Te lleva conmigo —responde el demonio —. A tu paso tardarán semanas; pero al mío, tardarán unos cuantos días o menos para que los encuentre.
—¿Encontrarnos? ¿Saliste de tu cueva?
—Sí.
—¡Tienes que regresar! —el demonio se detiene ante la reacción de la joven bruja —. Desconozco tu aspecto original o tu tamaño, pero si los humanos te ven, se asustarán mucho. Tienes que...
—No me interesan los humanos, bruja. Si llego a ver uno, lo mataré de inmediato. Haré lo mismo que ellos hacen.
—¡N-no! No lo hagas. No todos pueden ser malos.
—Prefiero no correr el riesgo. La eliminación de un humano no hace la diferencia.
—Tampoco la creación de un nuevo demonio —Rynna baja de su lomo para posicionarse frente al él.
—Los humanos no piensan antes de actuar.
—No todo debe resolverse asesinándolos —el demonio permanece quieto, y solo realiza un movimiento con la cabeza que lo hace parecer mirar detrás de la joven.
—Si los humanos, no son impulsivos ni estúpidos, ¿por qué ese permanece detrás de ti apuntándote con su arma como si fueras una presa?
Tan pronto el demonio deja de hablar, Rynna voltea para ver al aterrorizado cazador que permanece apuntándola con su arco.
—Tranquilo, no te haré daño...
—Eres una bruja.
—Sí, pero no voy a...
—Vuelve al infierno en donde perteneces.
—¿Qué? —aquellas palabras parecen desconcertarla.
De alguna forma, aquellas palabras parecen dolerle.
—Por favor, escúchame...
Rynna ve nuevamente cómo un humano intenta eliminarla sin darle la oportunidad de hablar. Pero esta vez, no fue necesaria la intervención del demonio que la acompaña. Tan pronto como el hombre dispara, algo en ella reacciona para protegerla.
Antes de siquiera tocarla, la flecha es vuelta cenizas, y la punta cae como una gota de metal al rojo vivo que quema todo lo que hay bajo esta.
—¡No! ¡basta!
—Eres el infierno en vida —dice el hombre, intentando a duras penas escapar del lugar.
—Basta —la situación comienza a desesperarla —. Por favor.
Antes de que el hombre pudiera escapar, el demonio ya estaba listo para castigarlo por su atrevimiento, y a la vez, para darle una lección a la ingenua bruja que no tarda en romper en llanto.
—Eres una niña ingenua. Una tonta que piensa que piensa que los humanos pueden cambiar. Apuesto a que piensas lo mismo de los demonios.
La joven bruja solo guarda silencio ante el aparente regaño del demonio.
"A pesar de tener más tiempo sobre la tierra que él. No sé nada sobre nada", piensa Rynna.
—Tienes razón —murmura la bruja —. Soy un ingenua por creer que los humanos cambiarán o siquiera escucharán razón antes de actuar. Y soy una tonta por creer que podía hacer esto.
El demonio ve a la joven comenzar a caminar en la dirección correcta, por lo que no se molesta en decir nada y solo la sigue de cerca.
—Eres muy lenta —dice luego de unos cuantos metros.
—Terminemos con esto —responde subiendo al lomo del demonio —. Ni siquiera sé qué quieres de mí, pero no importa.
—Tienes algo que me confunde sin saber por qué. Y eso me molesta.
***
—No lo entiendo —dice Raksha —¿Por que ya no puedo ver su rastro. La tierra me mostraba sus pasos y ahora...
—Eso es porque está viajando con el demonio, retoño mío.
—Stolas.
—Tu bella magia no sirve para buscar demonios. O quizás sí, pero estás tan empeñada en pensar solo en Rynna, que difícilmente lo conseguirás.
—¿Qué propones? Pensando en que todo esto es causa...
—No intentes culparme de todo, linda —toma su mano con delicadeza —Sabes perfectamente que no es mía toda la culpa. Esa flor tenía que florecer en algún momento.
—Es una niña.
—La menosprecias solo porque es tu querida "hermana menor". Nadie le dio alas hasta que vio la oportunidad.
—Una oportunidad que tú le diste.
—Y no me arrepiento de ello —Raksha retira su mano de la de Stolas con brusquedad.
—Si algo le ocurre a Rynna por tu culpa, lo harás.
Aquella amenaza solo provoca la risa del brujo, que en un nuevo intento, sujeta a Raksha de la mano y de la cintura.
—Aunque no lo quieras creer, quiero encontrar a mi bella flor roja tanto como tú, pero también quiero encontrar a ese demonio que la acompaña.
Stolas se posiciona detrás de la bruja sin soltar su mano y descansa su cabeza sobre el hombro de ella.
—Tu quieres a tu hermana y yo quiero a ese demonio —ambos se acuclillan hasta colocar sus manos sobre la tierra —. De aquí en adelante iremos juntos hasta encontrarla, querida. Sigamos el rastro usando magia combinada.
Huellas de un tono azulado se dibujaron frente a los brujos.
—Dile a tus hermanas que tenemos un camino —besa el dorso de su mano —. No hay que perder más tiempo.
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El bosque de los demonios (4): Érase Una Vez
FantasyYa conociste la historia del bosque plagado de demonios en el que un día apareció una pequeña que cambió a la criatura más tenebrosa de la humanidad hasta el punto de convertirla en su familia. Pero... ¿Cuál es el principio de aquella historia? Éra...