En el silencio de la cueva, la joven bruja intenta mantener la calma para pensar con claridad y poder ayudar al lobato.
—No te duermas —uno que otro sollozo se le escapa mientras habla —. Vas a estar bien, lo prometo.
Un leve gemido es toda la respuesta que obtiene. Una respuesta poco alentadora para la joven que lucha por mantener a raya sus lágrimas.
Por su parte, apartado de la entrada y de la joven, el demonio permanece sumergido en la oscuridad, permaneciendo en su forma bestial mientras mantiene una batalla interna con las miles de almas que no dejan de hablar, gritar y rogar que las deje salir de las profundidades de su ser. Suplican ir con la bruja.
"Está llorando".
"Duele...".
"Nos duele".
"No deberíamos sentir dolor".
"Has que se detenga".
"Duele".
—Duele... —murmura. Su voz gutural crea un eco en lo profundo de la cueva —. ¿Porqué duele?
—No lo culpo por esto. Es reciente. Sé que podría haber sido yo y... Gracias por protegerme.
El agudo eco de las garras anuncian la cercanía del demonio transformado nuevamente un en lobo de gran tamaño.
Rynna ignora el hecho de que el enorme demonio se acomoda a su alrededor. Está demasiado ocupada tratando de mantener viva la pequeña fogata que mantiene la cada vez más decreciente temperatura del lobato como para desviar su atención.
—Una vez, cuando tenía siete años, encontré un ciervo herido no muy lejos de nuestra casa. Remena dijo que lo había atacado un lobo. Que era extraño que hubiera logrado huir pero que de todos modos lo había hecho. Que había tenido suerte —relata mientras sus dedos se pierden en el espeso pelaje —. Le dije que debíamos ayudarlo, que si había logrado huir, era porque aun no era su momento. Raksha dijo que debía dejar que las cosas siguieran su curso, que no debía interferir en ello. Me dijo que si el ciervo se salvaba, era porque no era su tiempo. Pero que si no lo lograba, debía dejarlo.
Su respiración tiembla dolorosamente al hacer una pausa.
—Esa vez, me enojé mucho con ella porque no me dejó ayudarlo. No me importaba si era su hora o no, pero quería hacer algo. Remena también se molesto, pero no dijo nada —el lobato se queja al intentar acomodarse —. El ciervo se quedó ahí durante días, le llevé comida y lo defendí de los depredadores. En cierto modo estaba desobedeciendo a Raksha, pero no me importó porque no era justo abandonarlo a su suerte. Estuvo cuatro días en ese lugar. Y cuando fui a verlo al quinto día, había muerto, y me lamenté mucho por no haberlo ayudado. Me enfadé con Raksha por haber tenido razón. Pero también entendí lo que quería que aprendiera.
Rynna se recuesta junto con el lobato. Su rostro junto a su hocico.
—Si debes irte, adelante —susurra —. Está bien si lo haces.
El lobo gime tratando de levantarse.
—No... no quiere dejarte —murmura el demonio. Rynna comprende de inmediato lo que hace.
—Estaré bien. Lo prometo —otro gemido.
—¿De verdad?
—Sí —otro gemido, ahora más como un ladrido.
—Aunque se vuelva a enojar y quiera morderte —el demonio gruñe luego de decirlo.
—Si, no te preocupes.
Un breve silencio se forma hasta que Borja vuelve a emitir un sonido.
—¿Qué dice? —pregunta en voz baja.
—Dice... Te quiero.
—Yo también te quiero.
Rynna abraza entre lágrimas al lobato que, luego de unos minutos su respiración es cada vez más lenta.
Su caja torácica sube y baja. Una vez. Dos veces. Tres veces. Nada.
—¿Borja?
Al alzar la mirada, Rynna ve una sombra frente a ella, casi sobre el cuerpo sin vida del lobato.
—Lo siento —solloza. La sombra junta su frente con la de la joven.
El demonio se levanta lentamente y acerca su nariz por sobre el hombro de Rynna hasta llegar a la sombra.
No es necesario ordenarle nada para que se vuelva una más de las almas de su interior. La joven bruja guarda silencio mientras observa el cadáver.
—Rynna... —la mencionada voltea sorprendida al oír al demonio pronunciar su nombre.
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El bosque de los demonios (4): Érase Una Vez
FantasyYa conociste la historia del bosque plagado de demonios en el que un día apareció una pequeña que cambió a la criatura más tenebrosa de la humanidad hasta el punto de convertirla en su familia. Pero... ¿Cuál es el principio de aquella historia? Éra...