Rynna siente una ráfaga de viento por sobre su espalda mientras protege al lobato con su cuerpo.
—Tranquilo, pequeño —dice suavemente, intentando centrarse en el animal herido y no en los gruñidos y rugidos del demonio y la otra criatura —. No tengas miedo, estarás bien.
La sangre que mancha sus manos le provoca preocupación. Se siente culpable por no haberlo protegido. Y más aun al pensar que lo había olvidado desde que había despertado en la cueva.
Luego de varios minutos, el silencio invade nuevamente el lugar, y el eco en cada paso llama la atencion de la joven y el lobato.
—¿Era un demonio?
—No —responde algo confundido.
—¿Un animal? —el demonio niega con la cabeza.
—Esto es obra de tu gente —sentencia.
—¿Mi gente?
Borkoff estira su garra para enseñar un trozo de carne de la criatura. El pelaje sucio, la carne negra y manchada de sangre que gotea mientras parece palpitar levemente.
—Eso es...
De pronto, carne y piel se envuelven en llamas azul brillante hasta consumirla por completo, lastimando un poco la mano del demonio.
—Stolas —murmura la joven antes de desviar su atención a la mano del demonio —. Estás herido.
—Estoy bien —el demonio se aparta —. Ese lobo morirá. Deberías...
—No lo permitiré. No dejaré que muera siendo tan joven.
—Tonterías.
—Ese demonio que nos perseguía lo lastimó. Se suponía que debía protegerlo y...
—Eso ni lo hizo un demonio, no seas tan ingenua.
—¿Cómo lo sabes?
—Era un demonio, bruja, lo habría matado sin pensar.
El aroma de la sangre provoca un exceso de saliva en la boca del demonio mayor. No importa si es humana o animal, el aroma comienza a despertar su instinto.
Comienza a tener hambre.
"No lo hagas".
"Acaba con ella".
"Mata al lobo".
"¡No lo hagas!".
Entre gruñidos suaves pero furiosos, Borkoff se dirige a la entrada para vigilar y alejarse del apetecible aroma.
—¿Estás bien?
—Déjame en paz y ocúpate de eso.
Rynna decide no insistir para no irritar al demonio más de lo que ya está. Claramente debe ocuparse de limpiar y curar las heridas del lobato. Pero también, sabe que debe buscar la forma de hacer que el brujo deje al demonio en paz. Sabe lo ambicioso que puede llegar a ser Stolas. Y está segura, de que nada lo hará parar hasta obtenerlo que quiere.
—Tengo que intentarlo —murmura observando las heridas —. Tenía razón. No fue el demonio —el patrón, tamaño y profundidad de las heridas hacen que Rynna se de cuenta de ello —. Fue hecho por una persona que sabía lo que hacía.
El lobato intenta sentarse con dificultad, solo para poder ver a la joven cuyos ojos parecen humedecerse y brillar con la luz de la pequeña fogata que la chica había hecho y que poco a poco le devuelve la calidez de su adolorido cuerpo.
—Veo que te sientes un poco mejor. Al menos tus heridas ya no sangran —estira un poco su mano hacia él.
El lobato acerca su nariz hacia la punta de sus dedos para luego ir a la palma de su mano y lamerla hasta limpiarla. Rynna sonríe ante aquella reacción y acaba posando la mano entre las orejas del lobato.
—No puedo estarme refiriendo a ti como "lobato" todo el tiempo, ¿verdad? —el lobato ladea la cabeza mientras mueve un poco su cola —. Te daré un nombre...
El lobato se levanta solo para acomodarse sobre el regazo de la joven que lo recibe gustosamente, ignorando que el demonio observa todo por el rabillo del ojo.
—Te llamaré Borja —dice mientras acaricia cuidadosamente el lomo del lobato —. Te protegeré. Mi pequeño lobo, Borja.
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El bosque de los demonios (4): Érase Una Vez
FantasyYa conociste la historia del bosque plagado de demonios en el que un día apareció una pequeña que cambió a la criatura más tenebrosa de la humanidad hasta el punto de convertirla en su familia. Pero... ¿Cuál es el principio de aquella historia? Éra...