Capítulo 17

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Luego de horas hablando sin cesar sobre trivialidades que el demonio no acaba de entender en lo absoluto, la joven bruja parece sentir algo que el demonio parece entender.

—No he comido nada en todo este tiempo.

Por alguna razón, una de las sombras se separa del demonio mayor para correr fuera de la cueva.

—¿A dónde va? —pregunta la joven bruja.

—Yo no... no lo entiendo.

El demonio estira una de sus manos para hacer salir una sombra voluntariamente y la hace regresar sin ningún problema.

—¿Por qué esa sombra salió sin que yo...? —ambos ven a la sombra regresar de inmediato mientras arrastra algo.

—Eso es...

La sombra se sienta frente a Rynna dejando un conejo muerto, ignorando por completo al demonio mayor que no deja de mirarlo bastante confundido.

—Es... ¿para mí? —la sombra arrastra la presa hacia ella con su nariz —. Muchas gracias —se acerca para posar su mano sobre la cabeza de la sombra.

El demonio mayor observa con atención la docilidad de su sombra ante el contacto de la joven. Sus ojos ya no son rojos, ahora juegan entre tonos. Como si no supieran si quedarse en el rojo, reposar en el anaranjado, quedarse en el amarillo, o simplemente  pasar de una sola vez al blanco.

Claramente, algo ha comenzado a suceder en el interior del demonio que nació del deseo de venganza. Una feroz pelea consigo mismo. Una división entre las almas que desean acabar con la bruja y las almas que desean seguir conociéndola, protegerla de aquellas que solo quieren lastimarla.

—Vuelve adentro —ordena el demonio, pero la sombra no obedece y se sienta junto a la joven, apoyando el morro en su hombro.

—¿Qué pasa?

—Nada —el demonio se niega a dejarse vencer una miserable alma —. Me perteneces... —gruñe mientras se acerca a la sombra —. Y dije, "vuelve adentro"

Aquella advertencia hace que la sombra se sienta intimidada. Su primera acción es la de ocultarse detrás de la joven bruja, como un cachorro asustado.

Borkoff gruñe ante aquel acto y deja salir cuatro sombras que rodean a la joven. Todas gruñen. Todas tienen ojos rojos. Y todas saben exactamente qué hacer.

—¿Qué haces? —pregunta con nerviosismo.

"¡Detente!".

"¡Está asustada!".

"¡Debemos protegerla!".

—¡Silencio! —el rugido del demonio obliga a la joven a cubrirse los oídos con fuerza.

Al ser un demonio de pocas semanas de edad y conformado por un sin número de almas eternamente en pena, tomar el control de todo le comienza a resultar complicado estando junto a la joven.

Si bien estuvo temeroso y confundido al inicio, la sensación de provocar miedo y destrucción sin esfuerzo alguno es algo que ahora no está dispuesto a perder. Al menos la mayor parte de él, quiere ser aquello que cause terror.

Gran parte de él, quiere ser conocida como "La calamidad".

—Borkoff... —la joven rompe el silencio —. ¿Estás bien?

—Tú... —algo llama la atención del demonio. Algo parece moverse por la entrada de la cueva.

—¿Qué ocurre? —la joven voltea a ver hacia la entrada. La luz parece interrumpirse fugazmente.

Sin nada más que decir, Rynna comienza a acercarse a la entrada, iluminada escasamente por la luz de la luna. Pero una mano ancha, cubierta de pelaje negro y con largas garras del mismo color, sujetan el hombro de la joven, que se pregunta si sería buena idea voltear a ver la nueva imagen del demonio.

—No salgas.

—¿Qué es? —el demonio comienza a gruñir.

—Ahí viene.

Ante la incertidumbre, Rynna nota una criatura asomarse. Pequeña, lenta y con pasos dolorosos mientras se tambalea.

—El lobato —Rynna corre hacia el animal antes de desplomarse en la entrada —. Está herido. Está...

—¡Abajo!

La joven bruja logra obedecer segundos antes de que el demonio cambie su forma y salte sobre ella para evitar algo que no ve venir.


La joven bruja logra obedecer segundos antes de que el demonio cambie su forma y salte sobre ella para evitar algo que no ve venir

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El bosque de los demonios (4): Érase Una Vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora