Capítulo 23

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La noche permanece en completo silencio mientras las brujan se mantienen quietas en el lugar.

Durante horas se mantuvieron en la misma posición. La cantidad de ojos sobre ellas les imposibilitó hacer cualquier cosa. En ese momento, no podían permitirse llamar la atención de ningún demonio. En especial del demonio que tenía a su hermana menor.

Permanecer encerradas en una pequeña burbuja invisible es la mejor idea que Raksha pudo tener para hacer tiempo.

Nadie usa más magia de la debida hasta que salga el sol.

Nadie dice nada hasta que salga el sol.

Y sobre todo, nadie se mueve hasta que salga el sol.

Les espera una larga noche. La incertidumbre las mantiene despiertas, el deseo de volver a ver a Rynna las mantiene motivadas, y la ira por las acciones del brujo las mantiene centradas en su objetivo. Al menos la mayor parte. Al menos a la bruja mayor.

***

La oscuridad es amiga de quien requiere ocultarse.

La oscuridad es amiga de toda alimaña malvada que busca cumplir con su cometido sin ser detectado por su victima.

Pero a veces, hasta la peor de las alimañana necesita una minúscula fuente de luz para ver su camino.

Una pequeña llama azulada posada en la palma de su mano mientras alumbra vagamente el sendero que él mismo está formando a las afueras del bosque en donde la joven bruja dio inicio al juego que le ofreció horas atrás.

Ojos rojos y anaranjados lo observan desde el interior del bosque. Esperando un leve indicio de querer entrar al bosque nuevamente.

No era y no iba a ser bienvenido en el bosque. Luego de su conversación con la joven bruja, Stolas se vio obligado a abandonar el bosque por culpa esos ojos que aun lo vigilan.

Le resulta curioso el que solo lo vigilen y no lo ataquen. No existe barrera que los contenga para hacerlo. No ha hecho nada para mantenerlos a raya. Y Rynna no les dijo nada cuando se despidió y volvió por donde había llegado, pasando junto a las sombras que parecieron ignorarla parcialmente. Dejaron que posara sus dedos sobre sus lomos, pero solo tenían ojos para el brujo.

-Qué interesante -murmura antes de seguir con su misteriosa actividad. Un recorrido silencioso y calculador por los bordes del bosque.

***

En la cueva, los movimientos involuntarios de un lobato profundamente dormido consiguen hacer que la joven bruja se despierte parcialmente.

Las pesadillas son algo propio de los seres vivos. Incluso los animales se ven afectados por los amargos recuerdos que rompieron sus inocentes corazones en algún momento.

Una leve melodía parece ayudar al animal. El suave tarareo de una canción sin letra provoca que el lobato se calme un poco. Pero la mano acariciándole el morro hace todo lo demás.

-Tranquilo -susurra Rynna, no poder ver realmente al lobo -. Todo está bien. Todo estará bien.

El demonio abre un poco los ojos para ver a la joven acomodarse entre él y el lobato.

Una extraña sensación se apodera de él por unos segundos, pero lo ignora para solo ovillarse aun más hasta poder poder tocar el hombro de la bruja con la punta de su nariz.

No entiende la naturaleza de eso, pero no parece luchar contra la necesidad de tener lo que el lobato.

-Tranquilo... -susurra la joven, posando su otra mano sobre la punta de la nariz del demonio.

Una extraña sensación de paz parece cubrir una pequeñísima porción del demonio. Aquella calidez que solo ella puede emanar, ahora está siendo conocida por una criatura que solo conoce el frío.

La joven bruja vuelve a dormirse, sin apartar las manos de sus respectivos acompañantes, que permanecen inmóviles junto a ella.


La joven bruja vuelve a dormirse, sin apartar las manos de sus respectivos acompañantes, que permanecen inmóviles junto a ella

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El bosque de los demonios (4): Érase Una Vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora