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La rutina volvió, Aleister hizo la comida del medio día para luego desaparecer por unas horas, Valhein se empezaba a acostumbrar a esa actitud tan misteriosa del mago, pero, estar solo durante casi todo el día le parecía una tortura, no arriesgó de nuevo su vida para no ver al exótico hombre que lo ha cautivado.

Salió al patio en su búsqueda, el azabache no se sentía bien estando a solas, lo hacía sentir peor el hecho de no estar en compañía de Aleister, extrañaba sus palabras que en algunas veces no tenían mucho sentido para él, extrañaba su presencia y su sentido del humor, todo en ese ese mago era tan único que se volvió para Valhein, en tan solo unos días, el aire que necesita para poder vivir.

No lo encontró por ningún lado, lo más probable es que haya salido a buscar cosas que necesite o a hacer alguno de sus "rituales" lejos de la casa, el azabache se rindió ante la soledad.

Se quedó en el patio, tumbado sobre el pasto, sus ojos azules miraban hacía la nada, se puede decir que lo único que funcionaba en esos momentos de manera correcta era su cabeza, trataba de no sentirse tan solitario con la ayuda de su imaginación y recuerdos.

Lo que más le dolía de estar sumergido en el mundo de su pasado es la muerte de su esposa, no pudo hacer nada para salvarla, por ello, ahora es un experimentado cazador de demonios y seres del bajo mundo, sin embargo, cobrar una fuerte venganza por lo ocurrido no lo ha dejado del todo en paz, necesita algo más en su vida.

Cerró los ojos un momento, fue un intento para imaginarse en una escena tranquila, donde nunca pasó nada malo en su vida, ninguna pérdida cercana o duras batallas que apenas si lo han dejado con vida, siempre ha querido tener una familia, vivir en armonía sin riesgos hacía él ni a sus seres queridos, aunque su destino no quiere nada bueno para él, lo único que le llegan son inevitables tragedias, una tras otra, un bucle de desgracias inesperadas.

—¿Te puedo acompañar? —pregunta una voz bastante conocida para Valhein.

Abrió sus ojos, los cuales conectaron directamente con los hermosos y brillantes iris verdes de Aleister. Verlo tan sonriente le subió los ánimos, asintió finalmente para que se recostara a au lado.

No quedaba mucho para que el sol diese paso a la luna y así, a la oscura noche que siempre suele ser larga, podrían admirar el atardecer estando juntos.

—¿Dónde estabas? me dejaste casi todo el día solo. —reprochó el vaquero.

—Estuve buscando ciertos elementos para mejorar el amuleto, no los conseguí todos pero podré hacer algo. —volteó su fino rostro hacía el otro, mostraba una linda sonrisa para convencerlo.

Valhein asintió sin reproche, debe admitir que a él le diría si a todo sin dudarlo.

La noche no tardó en llegar, ambos estuvieron presentes para contemplar el nacimiento de las estrellas y la oscuridad, no se movieron de su lugar hasta que Valhein empezó a roncar.

—¿Valhein? —Aleister se sentó y sacudió de manera violenta al azabache, esto no sirvió de nada.

Se quedó dormido, el mago tuvo oportunidad de admirar deliberadamente el rostro tan pacífico de su protegido, para el castaño es toda una obra de arte que se debe apreciar y cuidar de la mejor manera.

—¡Pero qué cosas pienso! —exclamó Aleister por las oscuras ideas que rondaban su cabeza.

Lo volvió a levantar con ayuda de su magia, para evitar que le diera un resfriado lo llevó de inmediato al interior de su casa, luego, lo dejó en su habitación. Era tan temprano que el mago aprovechó en salir de nuevo de su casa, tomando otra vez el misterio rumbo para llegar a su lugar preferido.

Todos tienen secretos, unos que no están de ningún lado, solo son asuntos personales, y otros que de verdad están considerados como malos, así sean positivos o negativos casi nunca salen a la luz

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Todos tienen secretos, unos que no están de ningún lado, solo son asuntos personales, y otros que de verdad están considerados como malos, así sean positivos o negativos casi nunca salen a la luz.

Lo que más temía Aleister era que Valhein se enterara de todo su pasado, su reacción no sería la mejor, eso está más que seguro, por ello, tiene que evitar a toda costa que vea lo que él trata de hacer para acabar con la dictadura de Natalya.

El lago clerk, uno de los más bellos y olvidados de todo el reino, esconde aquellos hechos oscuros del mago, es en ese lugar donde puede sacar lo que es realmente, demostrar su fuerza o habilidades escondidas.

Aleister tenía compañía, alguien en quien confiaba, una persona con un grave problema que debía solucionar lo más pronto posible, el mago se ofreció para eso, y así fue como se hizo amigo de Zata, el que fue algún día el alto mandatario de todo Valor.

—Sabes algo... Sospecho de que tuviste que ver con el regreso de Valhein. —expresó el castaño, tan relajado como siempre.

—El vaquerito me cayó bien, hablé con él pero no le dije que viniera de nuevo, mucho menos tuve que ver con su... Accidente. —se excusó el conejo, a la vez que limpiaba sus alas.

Lo que hacía le daba cierta gracia para Aleister, se veía adorable, sin embargo, no es alguien tan tierno realmente, si tuviese su cuerpo normal daría hasta un sentimiento de imponencia al ver sus gloriosas alas.

—¿Ya tienes todo listo para convertirme? —preguntó de repente el mas pequeño.

—No, Zata, lo siento, he estado ocupado con el tema de cuidar a Valhein y de revisar su amuleto...

El mago recordó que su regalo no tenía ningún error, nada anormal para que tuviese aquel fallo que perjudicó al azabache, cosa que lo dejo demasiado confundido y ansioso.

—Dime algo... ¿Crees que él se lo haya quitado para tener una excusa y volver? —esa pregunta por parte del castaño hizo reír a Zata.

—¿Cuál es tu afán de encontrar un motivo para su regreso? creí que te gustaba tenerlo a tu lado. —dicho esto, Aleister trató de ocultar su rubor girando su cabeza a otro lugar, en un intento de evadir la insistente mirada dorada de su acompañante.

—Es solo que... Me parece muy raro que su amuleto esté a la perfección y haya terminado tan mal. —más que angustiado, estaba incómodo, Zata notó eso en la respuesta de su amigo.

Se callaron por un instante, el espectáculo nocturno de las luciérnagas acababa de empezar, todos esos insectos luminosos empezaron a salir de entre la hierba que rodeaba la forma del lago, tan lento que esa escena era digna de alguna película bien planeada.

Aleister dejó de prestar atención a todo lo que pasaba a su alrededor, tenía la mirada perdida, todo gracias a sus constantes interrogantes mentales, esta es la primera vez que se siente realmente confundido por todo lo que siente.

Aleister dejó de prestar atención a todo lo que pasaba a su alrededor, tenía la mirada perdida, todo gracias a sus constantes interrogantes mentales, esta es la primera vez que se siente realmente confundido por todo lo que siente

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Continuará...

El Destino (EN CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora