—¿Qué quieres realmente? Yo sé que no eres de cambiar de opinión.
Natalya no le quitaba su mirada de encima, a pesar de que esto no le incomodaba a Aleister, era horrible sentirse juzgado siempre por ella.
—Solo quiero apoyarte, estar de tu lado... Porque Valhein me traicionó. —respondió el mago con cierto ápice de amargura en su voz por lo último que dijo.
Era una mentira necesaria de decir, y funcionó, Natalya pareció creerlo de inmediato.
—Sabía que tarde o temprano te haría eso, ¿ahora ves porqué te quería alejar de ese estúpido y sus amigos? —preguntó ella, con amargura por imaginarse a su único hermano herido gracias a los rebeldes.
—Tenemos mucho que hacer... —afirmó Aleister, evitando lo último que dijo ella.
Tras pasar los fugaces días y las eternas noches, la presencia del mago hacía falta en la gran casa de los rebeldes. Valhein por supuesto, es el más afectado.
Aún tiene las cartas con información importante que le manda Aleister, pero es solo eso, datos que le servían a todos para ir planeando sus próximos pasos.
Se sentía inquieto, faltaba tan solo un día para que Natalya volviera al Inframundo, según le contó su pareja, y la tercera guerra santa podría darse en algunas pocas horas.
Entre tanta preocupación surgió una luz de esperanza. Alguien llamaba con insistencia a su puerta mientras seguía analizando los posibles lugares donde se podría dar aquella tan indeseada batalla.
Esperaba que fuera Tel'Annas tocando, aunque su desesperación sería bastante rara y muy poco probable, así que a ella la descartó de buenas a primeras. Alice, Brunhilda o Capheny quedaban como candidatas perfectas para aquel llamado brutal a su puerta.
Lo que se encontró del otro lado fue totalmente raro, único y muy poco esperado.
—He vuelto, mi amor.
Aleister era quien tocaba de esa manera, o eso creía Valhein...
Su aspecto ha cambiado demasiado. Ahora su pelo es totalmente blanco como la nieve, sus ojos están bañados en un rojo sangre brillante, y su vestimenta es del mismo color de sus iris, con una extraña pero elegante mezcla con dorado, y por supuesto, su pelo es adornado con dos grandes cuernos rojos, muy llamativos que le daban un toque más demandante a quien solía tener un porte menos rudo.
—¿Qué te pasó? —preguntó Valhein, aún asombrado.
—Recuperé el libro que Natalya tomó sin mi permiso y de allí saqué esto... Es un pacto de sangre que me dará el suficiente poder para detenerla sin llegar a lastimar a nadie en el acto. —explicó el mago, invocando su típica esfera flotante, esta también siendo del mismo color de su ropa.
—¿Cuánto tiempo nos queda para la guerra santa? —cuestionó con curiosidad Paine, quién llegó a esa escena sin ser escuchado o visto por alguno de los dos.
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El Destino (EN CORRECCIÓN)
RomanceEl reino de Valor quedó bajo un terrible mandato después de la derrota de Zata, el antiguo rey que mantenía la estabilidad en esa monarquía. La ambición por el control de Natalya la llevó a desatar la más horrible y sanguinaria batalla en toda la hi...