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A Valhein no le daba buena espina la idea de Aleister, si sus colegas lo conocían, de seguro pedirían a gritos que se uniera para batallar contra Natalya, o lo matarían por ser un mago de dudosas intenciones, algo que no podría aceptar, no iba a permitir que saliera lastimado de alguna batalla o por culpa de sus amigos, no dejaría que su trágica historia se volviera a repetir con él.

—¿Cómo se conocieron ustedes dos? —preguntó Tel'Annas, no soportaba que hubiera tanto silencio entre los tres, ni mucho menos, se aguantaba la curiosidad de saber esa interesante historia.

—Es una historia muy larga y un poco complicada, además, ya casi llegamos. —aseguró el cazador, evitando aclarar esa duda de su amiga.

—Yo te la contaré mañana, por ahora, quiero llegar a dormir. —prometió Aleister, con voz suave y gentil, para deshacer ese sentimiento de frustración en aquella chica que acababa de conocer.

Fue raro que él supiera lo que ella sintió, la reina elfa no suele mostrar sus emociones, solo lo hace con sus amigos más cercanos, y claramente, lo notó, supo que ese particular hombre se percató de su decepción al no recibir la respuesta que esperaba.

Después de pasar algunos arbustos secos, llegaron a la tan aclamada casa de los rebeldes, que en lugar de parecer una vivienda normal, tenía apariencia de ser toda una mansión para más de quinientas personas.

El mago se asombró por supuesto, esperaba algo menos llamativo, aunque fue todo lo contrario.

—Entremos por el bar, no quiero despertar a nadie. —propuso Tel'Annas, tan neutral como siempre.

Los otros dos la siguieron, con esperanzas de no encontrar a nadie por ahí deambulando como un espíritu en pena, nadie estaba en ánimos de responder preguntas sobre la presencia de Aleister en la casa.

Valhein fue el primero en bajar las escaleras exteriores que llevaban al sótano, luego, abrió la puerta tan rápidamente que dejó en evidencia su presencia para quienes estaban allí presentes en el gran bar, o mejor dicho, para todos...

—¡¿Qué carajos?! —exclamó Violet al notar la presencia del mago, quien agarró el fuerte brazo del cazador para tratar de ocultarse.

Todos los que vivían allí estaban festejando, con bebidas y música al máximo volumen, claro, eso hacían hasta que los dos miembros faltantes entraron con una extraña compañía.

Alice se acercó a Valhein para saludarlo, con suma inocencia de todo lo que pasaba, no le importaba si Aleister era malo para su bienestar, se agarró cual garrapata a la pierna del azabache.

—¡Al fin llegas! Pensaba que no volverías... —dijo la más pequeña con melancolía.

El cazador miró a su alrededor, sin siquiera prestar atención a las palabras de su pequeña amiga, analizaba el congelado y tenso panorama. Nada le preocupaba hasta que vio un brillo muy extraño en los ojos de Paine, quien no dejaba de mirar a su Aleister. Aquella expresión sin vida en toda su pálida cara hizo que Valhein  reaccionara de manera protectora, cubriendo con todo su cuerpo al hombre que estaba agarrado a él como un chicle en el pelo.

—Chicos, él es Aleister, un talentoso mago que nos acompañó hasta acá, protegiéndonos de cualquier peligro. —aclaró Tel'Annas para tratar de calmar a todos.

D'Arcy fue uno de los primeros en acercarse, con mucha cautela claramente, siendo un conocedor de la magia, podía determinar si el castaño era bueno o malo.

—¿Por qué cargas con tanto poder oscuro? —fue la pregunta del millón que hizo el otro mago.

—Manejo todo tipo de magia, hasta las menos conocidas. —contestó Aleister, con mucha seguridad.

—Pero tienes más oscuridad que luz en todo tu ser, supongo que trabajas para Natalya... —aquellas últimas palabras alarmaron a todos, haciendo que los rebeldes de más alto rango se pusieran en posición de ataque.

Valhein impidió esto a toda costa colocándose al frente de su mago, si iban a lastimar a alguien, tendría que ser él.

Aleister, por el contrario, salió de la zona de protección que le brindó el vaquero, tenía que explicar toda su situación.

—Si, trabajé con ella en el pasado, pero abandoné todo ese mundo por lo desagradable que es, por eso me ven como un traidor, soy buscado por todo el reino desde hace mucho tiempo. —aclaró el castaño, con un tono tan fuerte que era casi imposible no creerle.

Todos guardaron silencio por un buen tiempo, mirándose unos a los otros, algunos no le prestaron más atención a ese caso, la mayoría seguía en alerta por lo último dicho, la minoría solo siguieron comiendo y tomando, así como Paine, quién no tardó en decir algo al respecto después de terminar de comer un postre.

—Dijo la verdad, no hay que considerarlo una amenaza. —afirmó con voz despreocupada, para después, tomar un sorbo del café negro que tenía en su taza.

Quienes seguían desconfiando, dejaron de hacerlo poco a poco. Paine tenía una habilidad increíble para leer a las personas como si fueran libros abiertos, si podía ver el alma de cualquiera, no había que asombrarse si este afirmaba que alguien era sincero, en este caso, confiaron en su palabra de que Aleister no mentía.

En cuestión de segundos, el ambiente se relajó, casi todos siguieron con su actividad previa a la entrada de los rebeldes faltantes, como si no hubiera pasado nada.

Violet se acercó demasiado, todo para ver el extraño aspecto de Aleister, su voz era tan suave y su físico se notaba tan delicado que se preguntó por dentro si realmente era un hombre, prácticamente, podría ser una mujer también.

—¿Se quedará aquí? —cuestionó la azabache.

—Ya es muy tarde para que él vuelva solo. —contestó Valhein, confirmando la sospecha de su colega.

Ella se tomó su debido tiempo para analizar lo que pasaba, llegando a la conclusión de que su amigo actuaba de manera muy extraña, ahora es muy sobreprotector con alguien, un lado de él que nadie jamás ha visto.

—¡Oye! ¡Sigo aquí, ciego! —reprochó Alice, jalando con insistencia la chaqueta del cazador.

Todos miraron hacia la pierna de este, quedando encantados por la tierna cara que tenía la niña. Valhein, como disculpa por la demora de su saludo, la levantó sin dificultad y le dio un largo pero tierno beso en una de sus mejillas rosadas.

—Perdón, mi niña, estaba arreglando un asunto importante con los mayores. —aseguró el azabache, su tono de voz parecía el de un padre mimando a su hija.

La adorable chica de cabellos rubios mostró su sonrisa resplandeciente en señal de aceptar su disculpa, luego, pidió que la bajara, según ella, tenía que planear muchas cosas "importantes" para su próxima fiesta del té.

—¿Hay habitaciones disponibles? —preguntó Valhein a Violet, quien seguía parada como estatua al frente de él.

—Si, pero no creo que estén del todo limpias, tal vez tu amigo tendrá que dormir en tu habitación hoy. —contestó Tel'Annas antes que la tiradora, la elfa tenía más conocimiento sobre la disponibilidad de cuartos.

Valhein miró de reojo a su mago, el cual sonreía de manera sutil, aunque no se veía lo inocente en ese gesto. Ambos sabían lo que eso significaba, dormir con su nueva pareja podría crear muchas buenas ideas para esa noche.

 Ambos sabían lo que eso significaba, dormir con su nueva pareja podría crear muchas buenas ideas para esa noche

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Continuará...

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