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—Increíble. —recalcó Mganga al ver a Hayate sin ninguna herida—, ¿realmente los asesinaste?

—Si, y ya déjame, necesito ir a mi habitación. —respondió el tirador con fastidio.

El mago se hizo a un lado, no sin antes preguntar algo de suma importancia.

—¿Quienes eran aquellos intrusos?

Hayate se detuvo tan repentinamente que asustó al contrario. El mayor supuso que eran algunos rebeldes, o peor, de esos fastidiosos servidores de la luz.

—Era un grupo de jóvenes ridículos tratando de hacer lo mismo que los rebeldes, nada más. —respondió con una mentira no tan ingeniosa.

Mganga no confió en lo que dijo, sin embargo, decidió dejarlo así, no tenía tiempo para interrogarlo demás.

Ambos tomaron su camino. Hayate necesitaba comentarle todos los nuevos detalles y hechos a su viejo amigo Lorion.

Lo primero que hizo fue ir a su habitación para escribir una carta. Ya luego estuvo un buen tiempo tratando de recordar lo que el rey le había enseñado para enviar cartas de forma inmediata. Una gran pérdida de tiempo para una cosa tan simple que recordó con dificultad. A la final pudo enviar su escrito de forma correcta, claro, después de ensayos y errores.

La madrugada ya había llegado y con ella, los rebeldes habían salido en grupo hacia el lugar donde supuestamente Natalya atacaría primero

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La madrugada ya había llegado y con ella, los rebeldes habían salido en grupo hacia el lugar donde supuestamente Natalya atacaría primero. Por primera vez, todos estaban afuera de la gran casa, listos y armados hasta los dientes para cualquier cosa.

Valhein era uno de los más preocupados. Podría parecer egoísta, pero solo se preocupaba por el bienestar de Aleister. Este último estaba tan atento como todos ante la inoportuna aparición de su hermana.

—El lugar es abierto, demasiado sospechoso para tratarse de un estratégico ataque de Natalya. —comenta Aleister, quien camina con cautela hacía adelante.

Valhein lo toma del brazo para evitar que caiga en alguna trampa oculta entre la hierba. Suena ridículo, sin embargo, eso prometió el cazador, protegerlo a toda costa, cuidarlo como no hizo antes con la persona que amó.

Su instinto de protección le sirvió en algo al menos, puesto que de repente un rayo color violeta con verde salió del medio del amplio campo verde. Todos se pusieron en posición de combate, listos para la batalla final.

La guerra santa ha comenzado

Pronto, varios de los seguidores de Natalya empezaron a emerger de las sombras que producían los robustos árboles. Estaban bien organizados por grupos que causarían estragos gracias a sus habilidades que, siendo apoyadas por los otros integrantes del pequeño círculo, podrían ser una amenaza total.

El Destino (EN CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora