Tengo miedo

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Estaba ansiosa de camino a casa de Okuyasu, quizás mañana tendría que volver a ver al Señor Kujo porque iba a hablar con un amigo de él, además de mandar a los laboratorios mi pulsera.

Y pensar que todo lo causó una pulsera que se me hizo bonita, ahora tengo un stand y parece que encontré a un jinete del apocalipsis según la familia Joestar.

Al llegar a la casa de mi lindo Okuyasu, toqué la puerta.

- Pasa - escuché la voz de mi novio desde el interior de la casa. Abrí la puerta, y entré, dejé mi bolso en el sofá y fui a la cocina donde él estaba mezclando algo que era rojo.

- ¿Qué preparas? - pregunté curiosa, noté que tenía en su cabello un pañuelo para evitar que un caballo suyo cayera a la mezcla que con tanta dedicación hacía.

- Magdalenas red velvet - tenía una brillante sonrisa - Sé que estás estresada y que hay cosas en las que no puedo ayudarte pero al menos te animaré e intentaré mimarte.

Me acerqué a él para darle un beso en la mejilla.

- Eres el mejor, ¿lo sabías? - este tipo de detalles me mataban.

- Sí, pero me gusta que me lo recuerdes.

- ¿Te ayudo con algo? - me ofrecí a ayudarle.

- No, cariño. Solo terminó esto y lo pondré en el molde - sigue batiendo, le presté atención a sus brazos y en su brazo derecho con el cual sostenía el batidor manual tenía ligeramente más marcados sus músculos y venas.

Cuando terminó de batir miré como pasaba la mezcla al molde de los panecillos, los cuales tenían capacillos de un papel metálico, casi como papel aluminio. Cuando terminó puso la bandeja en el horno hirviendo. Cuando los deja ve la hora y se acerca a mi para besarme.

- Desde que llegaste quería hacerlo - estaba a una corta distancia de mis labios, sonreí al escucharlo, recargue mi cabeza en su pecho, algo que me tranquiliza mucho es abrazarlo.

Este posa su mano en mi cabeza para acariciar mi cabello con delicadeza.

- Me da miedo que esa pulsera pueda traer mayores problemas... - sollozo pensando en que me diría el señor Kujo. Okuyasu me separa de él, toma mi rostro con sus manos y hace que lo miré a los ojos, sus bellos ojos oscuros como una noche.

- Hermosa, no tienes que sentir culpa. Escucha bien, tú no hiciste nada malo. Si llega a pasar algo solo fue mala suerte - puso énfasis en el tú, sentía que me costaba verlo a los ojos mientras decía eso, me hacía sentir más vulnerable.

- Aún así, me da miedo que haya iniciado un problema - balbuceo con torpeza.

- Si hay un problema, juntos lo podremos solucionar. No hay nada que no tenga solución, no seas negativa - este intentaba animarme, y sus ojos mostraban comprensión.

- ¿Prometes que lo podremos solucionar? - pregunto esperanzada a que su respuesta sea afirmativa.

- Lo prometo - besa mi frente para luego bajar a mi boca, sentía que era un beso lento lleno de ternura. Al separarnos levanto mi mano cerrando el puño pero dejando arriba mi dedo meñique.

- ¿Lo prometes con el meñique?

- ¿Cuál es el meñique? - pregunta con torpeza.

- El dedo chiquito - respondo soltando una pequeña risa. Pone su mano igual que la mía.

- Lo prometo - tomamos nuestros meñiques - ¿Quieres ver algo mientras esperamos a que estén listos?

- Me parece bien - le tomo de la mano y vamos a la sala para prender el televisor.

No me gusta él, me gustas tú [Okuyasu x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora