Capítulo 1- Alter

115 11 3
                                    

Verónica, internada en un hospital psiquiátrico con un diagnóstico de esquizofrenia aguda, escribía en una agenda las cosas que su frágil memoria llegaba a retener:

15 de enero:

...no recuerdo si alguna vez viví en otro sitio. Creo que me trajeron aquí cuando era pequeña. Mi nombre es Verónica, y no sé qué diagnóstico tengo, pero algo malo le pasó a mi cabeza...

18 de enero:

...tengo veinticuatro años, y muchas de las cosas que averigué sobre mi pasado las deduje por comentarios de unas personas que me visitan y que dicen ser mi familia, y otras me las dijo mi psiquiatra, en las sesiones de terapia...

4 de febrero:

Según lo que pude averiguar hoy, en algún momento empecé a ver cosas que no existían, y de pronto había personas imaginarias a mi alrededor, que me hablaban y me obligaban a interactuar con ellas, y que terminaron controlando mi vida. No pude acallarlas ni hacer que se fueran, y mi familia tampoco pudo manejar mi enfermedad: me terminaron trayendo aquí...

7 de marzo:

Los dos señores mayores que vienen a verme dicen ser mis padres. La señora llora cuando le digo que no los recuerdo. Me da algo de pena, pero es verdad; no sé quienes son...

10 de marzo:

El psiquiatra me dijo que las personas dentro de mi cabeza desaparecieron después de que comenzó mi terapia. Pero no puedo decirle que una de ellas se quedó a mi lado. Es extraño: no tiene cara ni forma, solo es una imagen borrosa que flota cerca de mí. Tal vez debería darme miedo, pero no sé por qué, siento que no quiere hacerme daño...

6 de mayo:

Leí en mi diario que la figura es borrosa, pero ahora está empezando a tomar forma humana: piernas, torso, brazos, pero no puedo ver su cara ni escuchar su voz...

15 de mayo:

Me siento menos sola con esa figura a mi lado. Creo que busca hacerme compañía, aunque no pueda hablarme. Leí en el diario que algunas veces intenté ignorarla. Hoy no; hoy quiero que se quede conmigo.

3 de junio:

El rostro de la figura está apareciendo de a poco. Escribí en el diario que algunas veces había visto sus ojos, que son oscuros y alegres, y también su boca, en la que se dibujó un sonrisa...

20 de julio:

¡Hoy la figura me habló...!

5 de agosto:

Hoy me desperté atada a la cama, y con un asqueroso pañal para adultos. No sé lo que pasó, y mi alucinación tampoco lo sabe...

                                                                    ***

—Hoy estás muy silenciosa, ¿te pasa algo? ¿No quieres hablarme?

Escuchar la voz de su alucinación por primera vez ni siquiera asombró a Verónica: era como si la hubiera tenido toda la vida dentro de su cabeza.

—No es fácil hablar sola... —le respondió. Se sentía cansada y con sueño. No tenía ganas de discutir, pero a la alucinación eso no parecía importarle:

—Nunca hablaste sola —insistió—, hablabas conmigo.

—Eso no es cierto. En mi diario dice que jamás me respondiste, hasta hoy.

—¿Acaso olvidaste que soy un producto de tu imaginación? Las respuestas están dentro de tu cabeza, pero tú no quieres escucharlas, Verónica.

—¿Quién eres? —preguntó la chica, arrastrando las palabras y a punto de dormirse.

—Ya te lo dije: tú me creaste. Soy como un alter ego.

Verónica sabía que estaba hablando sola, pero su alucinación la contradecía de tal forma que la hacía olvidar ese detalle. Solía embarcarse con ese ser imaginario en largas discusiones, y como tenía que cuidarse de que no la vieran los enfermeros de la clínica, prefería encerrarse en su habitación para hablar con él. La alucinación no tenía nombre, y al recordar que se había definido a sí mismo como su alter ego, a pesar de ser todo lo contrario, Verónica se decidió a llamarlo Alter.

Le asombraba la precisión de detalles físicos que tenía, para ser un simple producto de su imaginación: podía notar claramente la pequeña variación en el brillo de sus ojos cuando estaba enojado, alegre, o triste; también sus diferentes sonrisas, desde unas carcajadas enormes y alegres hasta una risita tímida, que esbozaba mientras bajaba la cabeza. Para ella era imposible notar la diferencia entre Alter y las personas reales.

Después de que llegó a conocerlo mejor, se dio cuenta de que él recordaba a la perfección todo lo que ella olvidaba. Era mucho mejor que el diario que su psiquiatra le había pedido que escribiera.

                                                                           ***

10 de noviembre:

A pesar de que Alter y yo discutíamos mucho, siempre nos reconciliábamos, y él me hacía compañía en mis momentos de tristeza. Era perfecto, pero ahora ya no está...

15 de noviembre

Blanca y yo jugamos ajedrez. No sabía que podía jugar ese juego, pero parece que lo hago bien. Hace varios días que Alter no aparece. Debe estar enojado...

17 de noviembre:

Hoy vinieron mis padres. Leí en mi diario que vienen todas las semanas y me traen bolsas con ropa y cosas para comer. Pero hoy encontré una carta en la bolsa que me dejaron...

                                                                      ***

El diario de Verónica yacía olvidado, como siempre, sobre su cama o en el suelo, a donde iba a parar cuando ella llegaba a dormir después de haberse tomado sus pastillas. Cada vez que volvía al dormitorio lo encontraba, lo releía y descubría su propósito. Anotaba lo poco que llegaba a su memoria, y luego se olvidaba de él.

Mente traicioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora