Marcos trabajaba como un autómata, acarreando bolsas de basura desde el fondo del hotel hasta un recipiente que iban a venir a llevarse los recolectores un rato más tarde.
Ya no quería pensar: recordaba todo el tiempo que su expareja todavía estaba en Dublín, y que en cualquier momento iba a aparecer para reanudar la charla que habían dejado inconclusa unos días antes.
Llegó a ver a Verónica un par de veces, rondando su apartamento a la hora en que él volvía de su trabajo. No quería enfrentarla, y salía huyendo para volver unas horas más tarde, totalmente borracho.
Pero un día la estrategia dejó de funcionarle: Verónica no lo esperó en su casa, sino que fue directo al hotel. Gracias a las labores de búsqueda de Blanca también había averiguado la dirección de Pablo, que ya no sabía cómo ayudar a su amigo y, aunque no le pareció la mejor idea, prefirió colaborar con Verónica y decirle que trabajaba con él:
—Marcos está así desde que llegó a Dublín —le contó a la chica—. Al principio parecía que quería trabajar y comenzar una vida nueva, pero al poco tiempo comenzó a beber y todo se salió de control.
—¡Tienes que ayudarlo, Verónica! —exclamó Alter, que no dejaba de hablarle, rogando que hiciera algo por su expareja—, ¡no puedes dejarlo así!
—Voy a ver qué hago... —le respondió la chica a Pablo, tratando de ignorar los ruegos de su alucinación—. Aunque él tampoco quiere hablar conmigo. La única vez que nos encontramos comenzó a beber como un desquiciado, y luego se quedó dormido.
—Sí, suele hacer eso para evadirse —le respondió Pablo—. Cada vez que uno trata de hacerle ver que tiene problemas y que necesita pedir ayuda, lo primero que hace es ir a su refrigerador a buscar unas cervezas.
Verónica suspiró. Aún se sentía furiosa con Marcos, y tenía más ganas de golpearlo que de ayudarlo. Pero Alter no pensaba dejarla en paz:
—Vamos esta misma tarde al hotel, Verónica, a la hora en que sale. No le daremos tiempo a nada. Debemos evitar que vuelva a beber —Alter se había propuesto dominar la voluntad de Verónica, y ella estaba tan cansada de oírlo, que terminó haciéndole caso solamente para que se callara.
***
Marcos salió por la puerta de empleados del hotel, pensando en comprar algunas cervezas antes de ir a su apartamento, porque ya se había bebido todas las que tenía en el refrigerador. Pero se llevó una desagradable sorpresa cuando vio a Verónica, que lo esperaba frente a la salida.
—¿Qué haces aquí...? ¿Cómo diablos te enteraste...? —comenzó a decir. Después recordó a su amigo—. ¡Ese estúpido de Pablo...!
—Dile que quieres ayudarlo. —Alter, al control de la situación, estaba dispuesto a sacar adelante a Marcos como fuera, aún a costa de la voluntad de Verónica.
—Quiero ayudarte, Marcos. —repitió Verónica.
—¿Ayudarme a qué?
La chica miró a su costado, buscando la respuesta de su alucinación, para repetirla.
—Dile que lamentas haberlo culpado por irse, y que entiendes por qué lo hizo —ordenó Alter.
—Pero yo no creo eso... —respondió Verónica, en voz baja.
A pesar del estado en el que estaba, Marcos se dio cuenta de que la chica hablaba sola:
—Verónica... ¿Alter volvió? —Al muchacho nunca se le había olvidado ese nombre.
—No le mientas. No a él. Dile la verdad —volvió a ordenar la alucinación.
Verónica suspiró, pero obedeció la orden:
—Sí. Sí volvió. En realidad nunca se fue. Pero no quiero decirle a nadie, porque sino me van a volver a internar en un psiquiátrico.
—¡Habla con él, Verónica! —volvió a exigir Alter—. ¡Dile la verdad!
—¿Qué verdad? ¿De qué estás hablando? —exclamó Verónica. Marcos la observó hablar sola con miedo: parecía que las cosas habían vuelto a ser como antes de la internación de su expareja.
—¡La verdad! —exclamó Alter—. ¡La que solo tú sabes! ¿Recuerdas que yo soy parte de ti? ¡¿Por qué no aceptas eso de una vez, y te atreves a pensar por tí misma?! El día que aprendas a hacerlo, ¡te juro que voy a desaparecer para siempre!
Verónica, que ya se había hecho a la idea de pasar el resto de sus días con esa alucinación golpeando en su cerebro, dudó de sus palabras. Pero Alter continuó, insistente:
—¡Díselo! ¡Dile a Marcos la verdad!
La chica volvió a mirar a su expareja, que se había quedado inmóvil, observándola, y le dijo:
—No quiero que sigas en este estado, Marcos. Aunque todos estos años te odié por haberme abandonado, en el fondo entiendo tu decisión. Tú también estabas al límite. Pero ahora estás peor, y yo no estoy mucho mejor que tú. Déjame ayudarte, y a cambio tú me ayudarás a deshacerme de Alter...
***
Verónica estaba en la habitación del hotel, sentada en un pequeño escritorio, observando su laptop. Los mensajes de Alejandro se acumulaban, con un tono cada vez más amenazante.
—Debes cortar la relación con ese hombre. ¿Te das cuenta de que se está volviendo peligroso? —Alter estaba asustado por la violencia de los mensajes de Alejandro. Le había advertido muchas veces a Verónica, pero ella nunca notó la personalidad del hombre, cada vez más posesiva y tóxica.
Por una vez, Verónica estuvo de acuerdo con él:
—Tienes razón. Sus mensajes son bastante agresivos. Cuando vuelva voy a ponerlo en su sitio.
El sonido de la ducha, que estaba abierta, se cortó. Verónica observó la cama, en donde había una bolsa con ropa que Pablo le había prestado, para que Marcos usara. Se levantó para tomarla, y después golpeó con suavidad la puerta del baño:
—Marcos, aquí tengo tu ropa...
La puerta se abrió lo suficiente para dejar salir el brazo del chico, que tomó la bolsa y volvió a cerrar, después de agradecerle. Unos minutos después, Marcos salió vestido con la ropa de Pablo, afeitado y limpio.
—Mucho mejor... —dijo Alter, satisfecho.
—Mucho mejor... —concordó Verónica. Marcos le respondió con una sonrisa tímida.
—Ahora debes llevarlo a comer. —Alter había vuelto a cambiar: ya no tenía el aspecto miserable de la última vez: también estaba afeitado y limpio—. Mira lo flaco que está...
—Vamos a comer algo, Marcos, y así podremos conversar... —dijo Verónica, tratando de no reírse de los juegos que su propia mente elaboraba: el cabello de Alter chorreaba agua, como si estuviera recién bañado.
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Mente traicionera
Fantasy⭐ Historia finalista en los Wattys 2023. Verónica está internada en una clínica psiquiátrica con un diagnóstico de esquizofrenia y amnesia. Su única compañía es una creación de su propia mente que la ayuda a recordar quién es, pero le oculta, por su...