"Te lo demostraré"

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Las lágrimas de la niña no cesaban. Su preocupación por la sacerdotisa crecía cada vez más. Abrazaba el cuerpo inconsciente de Kagome mientras que la gata miraba lo que sucedía, la misma se acercó a la mujer y chilló buscando respuestas, algo que hizo que Suzuka llorara más. Inuyasha y los demás estaban preocupándose el doble ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué Kagome había caído inconsciente luego de herir a Naraku? Sin más, Inuyasha se acercó y tomó a la chica en sus brazos, los mismos que fueron detenidos por el pequeño exterminador.

–No te la lleves – suplicó con la voz entrecortada, pero fue empujado hacia abajo por un lobo creado por la hibrida, la cual se notaba enfurecida.

–¡No te atrevas a interferir! – el chico estaba sorprendido por el grito – ¡Aléjate de ella, traidor!

Sintió su cuerpo estremecerse por esas palabras, su respiración se entrecortó y su pecho comenzó a doler. En sus ojos amenazaban las lagrimas con salir, pero las detuvo y respiró con rudeza. No le importaba que lo llamaran traidor, pero al escucharlo de Suzuka fue como si lo hubieran acuchillado. Aceptaba que había hecho un daño que no podía ser perdonado, pero nada fue por decisión propia, sino por obligación y órdenes. Cerró sus puños con enojo. Naraku lo estaba arruinando y no podía hacer nada, ya que su vida dependía de un fragmento, el cual se mantenía alejado de toda impureza gracias a la sacerdotisa.

Suzuka sabía que Inuyasha no soltaría a Kagome, por lo que ella limpio sus lagrimas y tomó a la gata en sus manos. Ambos híbridos comenzaron su camino sin importar los demás. El mayor estaba centrado en salvar a la sacerdotisa y la menor en nunca separarse de ella. Sus amigos se dieron cuenta y comenzaron a seguirlos con distancia, sabían que ambos estaban enojados y preocupados, pero a Sango le preocupaba su hermano. Este fue obligado por Kirara a subirse a su lomo y quedarse a descansar, cosa que no hacía, ya que su mirada se encontraba encima de la niña. El monje notó la preocupación de la exterminadora y tomó su mano con una sonrisa, la misma que fue respondida.

Iban a tardar días en llegar a la aldea de la anciana Kaede, pero ambos híbridos se notaban sin ganas de detenerse en ningún lado, solo querían llegar lo antes posible al lugar y sanar a la mujer. Kirara notó eso y chillo deteniéndose al frente de una cueva. El hibrido la miró y suspiró.

–Ven Suzuka, debemos descansar

–Quiero llegar a la aldea

–Y yo, pero ellos no podrán llegar si no descansan – la niña suspiró y asintió.

Los días pasaban volando y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraban en la aldea. Suzuka sonreía, mientras que Kohaku se notaba tenso por el lugar. Al llegar a la cabaña la anciana les dio la bienvenida sin preguntar ni mencionar absolutamente nada al notar la presencia de la sacerdotisa y los niños que anteriormente ya habían estado ahí. Colocaron a Kagome en un futon y justo a su lado la gata, la cual había caído dormida hace días atrás. Mientras hacían su recorrido hacia la aldea muchas serpientes negras le proporcionaban lo necesario a la sacerdotisa y a la gata, pero ninguna de las dos llegaba a reaccionar.

Inuyasha miraba a la chica con detenimiento. Estaba asombrado cuando las serpientes llegaban tan cerca de él y podía ver cómo le daban la energía que necesitaba. Al inicio estaba confundido, pero la hibrida le explicó.

"Deja que se acerquen, ella los necesita". Con eso dicho Inuyasha solo se había detenido y miraba como las serpientes se aglomeraban a su alrededor y soltaban pequeñas esferas de luz sobre la chica, la cual absorbía sin ningún esfuerzo. Estaba fascinado con lo que veía, pero a la vez preocupado. No entendía bien el por qué la chica necesitaba tanto poder espiritual, pero quería averiguarlo y ayudarla.

Su mano acarició el cabello de la sacerdotisa, pero esta fue arrebatada por las manos del exterminador.

–¿Cuál es tu problema?

–Aléjate de ella – más que una orden se escuchó como una súplica, pero el hibrido gruñó.

–¿Por qué Suzuka te dijo 'traidor'? – se tenso nuevamente – Ella no diría algo así, y menos a ti, a quien ella confía – la respiración de Kohaku se entrecortaba – A menos que... – fue interrumpido.

–¿De qué hablan? – el monje notó el estado del chico – ¿Qué sucede Kohaku?

–Nada – se alejó de ambos tirándose a un futon.

–¿Qué le hiciste? – Inuyasha ignoró la pregunta y miró a la sacerdotisa.

Al día siguiente la cabaña estaba vacía, excepto por el hibrido que se encontraba al lado de la sacerdotisa. Este acariciaba el cabella de la chica mientras observaba su rostro. Pudo escuchar a las serpientes y abría la puerta para que estas entraran y entregaran la energía espiritual. La gata comenzaba a abrir los ojos e Inuyasha sonrió.

–Hola pequeña ¿deseas agua? – acercó el líquido – Ten

La gata no se negó y tan solo comenzó a tomar. Suzuka le había indicado a Inuyasha que si esta se levantaba era buena señal para Kagome, ya que la misma absorbía la energía espiritual de la sacerdotisa.

–¿Debería dejarte descansar mas o quieres salir de aquí? – la gata caminó hacia la puerta y salió sin mirar atrás, cosa que le dio gracia a Inuyasha – Ten cuidado – suspiró y al volver su vista a la sacerdotisa cayó al suelo sorprendido – Kagome

La chica respiraba agitada y sus ojos no se podían mantener abiertos, pero en sus manos sostenía el arco, el cual estaba cargado con una flecha. Inuyasha se encontraba sorprendido, pero sabía que si la chica disparaba iba a fallar, sus manos temblaban y no podía mantener sus ojos abiertos. Fue lentamente acercándose a esta, hasta que sostuvo el arco en sus manos.

–No te haré daño – la chica iba a protestar, pero soltó el arco y se dejó caer sobre Inuyasha.

–Me traicionaste

–No fui yo – la abrazó con fuerza – Naraku nos mintió a ambos

–Mentiroso – suspiró y cayó inconsciente.

–No miento – su abrazo persistía, hasta que la acostó nuevamente – Y te lo demostraré

Engañados [Inuyasha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora