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Estos miraban con seriedad a las mujeres que se encontraban al frente del palacio. Inuyasha iba a reclamar, pero otra sombra se posicionó detrás de las chicas y este gruñó con rabia. Naraku se dejaba ver con esa sonrisa ofensiva. Sango y el monje se posicionaron para atacar, estaban más que preparados.

–Bienvenido, Inuyasha – habló Naraku.

–Maldito – gruñía.

–No esperaba que vinieras acompañado – miraba a sus amigos.

Estaba claro que lo hacia para provocar al hibrido, pero debía calmarse, nunca salió nada bien mientras estaba enojado.

–¿Qué le hiciste a Kagome? – Naraku sonrió por esa pregunta.

–¿Kagome? ¿Hablas de la sacerdotisa que "traicionaste"?

–Maldito – ya estaba enfureciendo más de la cuenta.

Tenía claro que él había creado esa historia en los recuerdos de la chica, pero ver al hanyou rojo de enojo lo satisfacía. Sin mencionar a la exterminadora, la cual desde que había llegado miraba los alrededores buscando algún signo de su querido hermano y de su amiga desaparecida. El monje solo se limitaba a proteger al zorro y la gata, mientras que su postura era de ataque. Verlos de esa manera lo llenaba de orgullo hacia sí mismo. Suspiró por la pesadez del ambiente.

–Sal ya, Kohaku – ordenó al sentir la presencia del chico.

En el techo del palacio se encontraba el mencionado y a su lado la "adolescente" junto a lobos. La chica se notaba frustrada y llena de ira, mientras que el chico solo se limitaba a observar a los recién llegado. Kohaku bajó, posicionándose al lado de Kagura y la "adolescente" al lado de Kanna. Los amigos no entendían absolutamente nada. Los mismos chicos que prometían proteger a la sacerdotisa se encontraban de lado del malvado Naraku. Pensaron que tal vez Kohaku fue nuevamente manipulado, pero la chica siempre dijo que era fiel a Kagome.

–Kanna, hazte cargo del zorro y la gata – la niña sin decir nada se acercaba al niño. Miroku se encontraba en su camino –. Suzuka... – Kohaku observó al hombre, mientras que la chica evitaba su mirada – Encárgate del monje, que no estorbe. Kohaku, la exterminadora es toda tuya – el chico asintió – Kagura, ya sabes qué hacer – la mujer sonrió con malicia. Naraku dio la espalda entrando nuevamente al palacio.

–¡No huyas, cobarde! – el hibrido iba acercarse, pero la ráfaga de viento lo alejó.

–Tú serás mío, Inuyasha

No tardaron en atacarse cada uno. Como había dictado Naraku, cada cual se encargaba de su "enemigo". Kanna utilizaba su espejo para evitar que Shippo y Kirara se acercaran a sus amigos. Kohaku atacaba sin compasión a su hermana para alejarla de la gata y el monje. Kagura disfrutaba su batalla contra Inuyasha. Mientras que Suzuka creaba lobos y los enviaba hacia el monje sin descanso. Miroku solo se limitaba a pegarles con su shakujou, haciendo que los lobos solo se esfumaran como si de polvo se tratase. La chica al notar que sus lobos no se acercaban al monje lo suficiente creo una distracción. Uno de sus lobos lo atacó de frente mientras que el otro por la espalda. Este logró deshacerse de uno, pero el otro lo tumbó gruñéndole con odio.

–¡Miroku! – el grito de Inuyasha hizo que sus amigos se fijaran en el mismo.

El monje hacia fuerza para quitarse el lobo de encima. No podía mover sus manos, por lo que le impedían sacar pergaminos. El lobo gruñó por ultima vez para luego sentarse sobre la espalda de este, pero se sorprendió al escuchar la voz de la chica a través del animal. "No te haré daño, solo escúchame", acto seguido el lobo desapareció. Este la observó, notando que no creaba más lobos, ni siquiera se movía de su lugar. Algo que notó Kohaku y comenzó a ponerse nervioso. Extrañamente Suzuka había creado una conexión con Inuyasha y sus amigos, provocando que dijera todo sobre ellos y la sacerdotisa.

Engañados [Inuyasha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora