Engañados [Inuyasha]

Gata

La anciana limpiaba con un paño húmedo la frente de la sacerdotisa, ya que sudaba en exceso y su respiración se encontraba agitada. Suzuka jugaba con el pequeño Shippo por la aldea y su lobo. Kohaku practicaba sus técnicas de ataque con Sango y Kirara, mientras que el monje y el hanyou atendían las ordenes de Kaede. Inuyasha no sabía el porqué del estado de la chica, pero si tenía en claro que algo malo ocurría. Quería saber todo, desde que ella los dejó, hasta cuando los encontró, pero iba hacer difícil, esta no hablaría tan fácilmente. Miroku al notar como su amigo observaba a Kagome sonrió. Todos tenían dudas acerca de ella, pero se alegraba al saber que el hanyou era el más preocupado.

Kaede salió a buscar agua fresca y los chicos quedaron solos con la chica. Miroku observaba como su amigo se sentaba al lado de la chica y acariciaba lentamente el cabello de la misma. Nunca lo había visto de esa manera, y menos tan preocupado como en ese momento. Decidió dar la espalda y preparar los paños que se utilizarían para bañarla y secarla, pero las risas de la niña y Shippo se dejaron escuchar entrando a la cabaña.

Suzuka: Estoy cansada – se tiró al suelo.

Shippo: Fue divertido – notó el comportamiento del hanyou – Está preocupado – murmuró, pero la niña lo escuchó.

Se confundió un poco por las palabras del zorro, pero al dirigir su mirada a la dirección donde observaba, se sorprendió. Kagome seguía en el mismo estado del inicio, estaba inconsciente, sudaba mucho, su respiración agitada y su rostro reflejaba dolor. Recordaba que solo una vez la vio de esa manera, pero no le importó el recuerdo. Se levantó con rapidez, acercándose así al hanyou, dándole un manotazo en la mano y alejándolo de la chica. La anciana, la cual había entrado en ese momento, y el monje, estaban más que sorprendidos.

Suzuka: ¡Aléjate de ella! – gruñía con enojo.

Inuyasha: ¿Qué te sucede, mocosa? – este comenzaba a enojarse también.

La exterminadora y su hermano entraban a la cabaña por el grito, pero el chico entendió al notar la cercanía del hanyou. Se acercó de igual manera y se paró al frente de este.

Kohaku: El que estemos aquí no significa que te le puedes acercar. Mantén tu distancia – miró sobre su hombro y notaba el enojo de Suzuka – Si no quieres que pase esto de nuevo. Aléjate

Se sentó al lado de Suzuka y la abrazó. Esta respiraba pesadamente por la furia, pero fue calmándose. Estos observaban el estado de la chica y suspiraban por eso. Desde que Kohaku anda con ella solo una vez la vio así, al igual que Suzuka. No es como si ellos supieran lo que le estaba sucediendo, por eso debían protegerla de todo y de todos. De igual manera, debían irse de esa aldea cuanto antes. Sino, tenían en claro que algo malo iba a suceder.

Inuyasha salió de la cabaña con enojo. ¿Qué demonios sucedía con esos dos niños? Él no le iba hacer nada malo a ella, ni siquiera se atrevería a tocarla de manera extraña. Suspiró para alejar la furia que crecía en él. Siguió caminando hacia el bosque sin rumbo alguno. El lugar era silencioso, solo se escuchaban los pájaros cantar, la brisa soplar y sus pisadas haciendo crujir las hojas caídas. El sol se hacía presente por entre los espacios que había en los árboles, pero al salir del bosque tuvo que tapar sus ojos por la claridad. Al acostumbrarse a ella, al frente de él se encontraba el pozo y un gran suspiro salió.

Entre más tiempo pasaba con ellos más dudas tenía. Si Kagome había llegado de su época ¿Cómo conoció a los niños y a la gata? Si solo viaja como hacia estando con ellos ¿Cómo él nunca sintió su olor? Algo estaba siendo completamente extraño y lo iba a investigar. Miró nuevamente el pozo y se sentó.

Inuyasha: Necesito saberlo – pensó.

Si tan solo supiera lo que estaba ocurriendo con ella no tendría que estar tan distraído en sus pensamientos. Incluso él podía darse cuenta, nunca atendía a las personas cuando le hablaban y cuando lo hacía solo pensaba en ella. Suspiró nuevamente frustrado. ¿Cuándo podía hablar con ella apropiadamente?