Suzuka

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Kohaku: Vamos, Suzuka – extendió su mano con una sonrisa y esta la tomó.

Desde que su vida recobró nuevamente sentido estaba más que agradecida. Ella la había ayudado de sobremanera, recordaba que Kohaku ya estaba a su lado. Cuando abrió sus ojos este le regaló una enorme sonrisa y un suspiro de alivio. En ese mismo instante supo que debía estar con ellos por el tiempo que fuera necesario, y por eso comenzó a desarrollar sus poderes con rapidez, quería ser útil.

Nunca fue una niña "normal". Su padre era el único que cuidaba de ella, mientras que su madre la abandonó apenas nació. Según su progenitor ella no tenía esa intención, pero no estaba lo suficientemente preparada para hacerse cargo de una bebé, por lo que optó por irse del hogar. Su infancia fue feliz, ya que podía contar con su padre en todo, pero en la aldea donde vivían los aldeanos no se veían felices o cómodos. Siempre que se acercaba algún niño para que jugaran con ella sus padres los alejaban diciendo solo una palabra: "Rara".

Al regresar a casa su padre siempre preguntaba si se había divertido, por lo que ella mentía: "Me divertí mucho jugando con los demás". Su sonrisa nunca podía faltar, ya que si no se encontraba su padre se comenzaba a preocupar, o, como en una ocasión, iría a la aldea a "discutir". Comprendió que los aldeanos la veían como algo extraño, y por eso se mantenían alejados.

Un día fue a "jugar" con los demás, pero notó que entre los arbustos había un pequeño cachorro perdido. Esta se acercó con cuidado a no asustarlo, al contrario de la situación, el pequeño cachorro corrió y saltó directo a sus brazos, dejando ver así por qué se escondía. Unos niños aparecieron con palos y rocas en sus manos. Suzuka protegió al cachorro con sus manos, recibiendo así los golpes. Recordaba que al regresar a la casa su padre la había llenado de preguntas, pero ella solo respondía: "Estoy bien, solo me tropecé jugando". Su padre la abrazó con lágrimas y solo repetía una frase: "Lo siento".

Él no tuvo la culpa de que tuviera una vida así. Los meses pasaban y los niños de la aldea se ponían de una manera más agresiva hacia ella. Hasta que un día, el pequeño cachorro, el cual resultó ser un lobo, al ver que le daban con palos trató de defenderla, mordiendo así a uno de los chicos. Recordaba que días después de ese incidente encontró al cachorro muerto en la entrada de su cabaña; los aldeanos lo habían asesinado a golpes. Y, como si no fuera poco, los echaron de la aldea sin compasión llamándolos "Raros".

Si no hubieran estado viviendo en esa aldea estuvieran aun a salvo. Luego de desalojar el lugar, la misma noche, su padre fue asesinado por un youkai, mientras que ella huía, pero no por mucho, ya que fue alcanzada. Después de estar tiempo con ella y Kohaku decidió tratar de entrenarse para evitar algo parecido. El chico se la pasaba ayudándola. Una noche entrenaba con Kohaku, estos "peleaban", pero Suzuka se enojó de sobremanera provocando un grito y un gran lobo apareció a su lado. "Cálmate, solo estamos entrenando", decía el chico por lo ocurrido.

Esta miraba al lobo desconcertada, no sabía que había hecho para que apareciera. Observaba al animal con confusión, ya que no se movía y gruñía en dirección a Kohaku. "A él", con tan solo decir eso el lobo le brinco encima al chico. Este corría y esquivaba los ataques del animal. Suzuka sonreía por lo que veía. "¡Basta!", gritó para que el lobo se detuviera, algo que hizo sin problemas y corrió a su lado. Su poder estaba desarrollándose.

Kohaku miró al lado de la chica. Esta se sobresaltó al notar la presencia que se encontraba a su lado, a parte la del lobo. "Ven, sé quién te puede ayudar", dijo y comenzó a caminar. No tardaron mucho tiempo hasta llegar a una guarida de lobos, donde todos los observaban.

En ese lugar le explicaron todo lo que podía hacer. Tenía la habilidad de crear lobos cuando quisiera, de igual manera, si seguía desarrollando su poder podía transformarse en una adolescente cuando ella deseara y en cualquier momento, pero no podía excederse cierto tiempo, ya que su cuerpo de niña no podría con tanto. También le informaron que en estado de niña podía crear un lobo, pero en "adolescente" era capaz de crear tres a la vez, y para eliminar el rastro y creación de ellos debía cerrar su mano en forma de puño. Salieron de esa guarida al finalizar, pero un joven se acercó a ellos "Tu madre es una gran youkai, espero logres conocerla". Suzuka sonrió y asintió.

Al cabo de dos años podía manejar su poder de manera excelente. Se había acoplado a su pequeño grupo y eran felices, hasta ese día. Llevaban tres semanas tratando de quitarle los fragmentos de la perla al youkai de la aldea, ya que estaba prohibido matarlo. Mientras los días pasaban se pasaba con Kohaku jugueteando por los alrededores. Ese día decidió jugar cerca de un acantilado, sabia el peligro que consistía, pero el chico no la iba a dejar morir tan fácil.

Corría, saltaba y reía en el lugar. Así pasaron los minutos, veía como Kohaku permanecía en la rama de un árbol rodando los ojos y suspirando por los actos de la chica, lo que le provocaba gracia. Pero la diversión se detuvo cuando escuchó a alguien llamarla. "¡Niña!", esta miró la persona encontrándose con un monje. Rápidamente de reojo miró a Kohaku, el cual se notaba sorprendido y preocupado, comprendió que debía deshacerse de ellos lo antes posible.

Ya entre la maleza y los arboles miraron a los forasteros. La chica conocía a Kohaku, por lo que él debía hacerlo igual. El rostro de ella mostraba tristeza y confusión. Hasta que el mismo monje se la llevó.

Suzuka: ¿La conoces? – Kohaku suspiró.

Kohaku: Sí, es mi hermana

Suzuka: ¡Oh! Genial – miró detrás de ella y sonrió – Debemos irnos

Kohaku: Vamos – estos siguieron su camino.

La batalla fue difícil, pero por la ayuda que recibieron de Inuyasha y sus amigos fue rápida. Sonreía por la victoria, pero sintió algo bajar por su nariz. Ya sabía lo que era, al tocarla y mirar su mano, en efecto, estaba sangrando. Su cuerpo comenzaba a decirle que su transformación de "adolescente" estaba sobrepasando el tiempo. Como todos estaban centrados en el youkai pudo deshacer su transformación sin que la notaran.

El hanyou comenzaba a ser molesto con que lo llevaran con la sacerdotisa. Quería irse lo más pronto posible. Algo que fue contestado rápido, ya que Kohaku fue elevado, sabía que la gata no iba a esperarla o buscarla, por lo que corrió y sostuvo del chico. Esta reía de manera divertida, pero su risa dejó de escucharse cuando llegaron a la montaña y la gata los soltó.

Suzuka: ¡¿Acaso quieres matarnos?! – la gata volaba y gruñó – Por eso prefiero los lobos

Kohaku: No nos pasó nada – caminaba a la cabaña – Vamos

Suzuka: Ella no está ahí – señaló.

Estos se acercaron y notaron que miraba hacia la aldea, viendo así lo que sucedía. Esta reía por lo que veía. El hanyou era frustrante y malhumorado, pero con el pequeño zorro era divertido.

Suzuka: Debe ser divertido – Kohaku sonrió.

Kohaku: Tal vez

Escuchó al chico hablar, pero no le prestaba atención. Los momentos divertidos que tenían ellos eran emocionantes, también quería divertirse. Lo hacía de muchas maneras con Kohaku y ella, pero imaginarse estar con ellos. No pudo evitar sonreír, hasta que escuchó al chico, el cual le regalaba una sonrisa y su mano estaba extendida. Algo que aceptó gustosamente, no sabía por qué, pero deseaba estar con Kohaku y la sacerdotisa hasta que su vida acabara.


Engañados [Inuyasha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora