Cap XXVII- Estambul.

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Era una calmada mañana de finales de noviembre cuando Yuuri y Viktor acompañados de Mila, Georgi y Chris llegaron a Estambul capital de Turquía. Si bien no era el clima tan extremoso como en Rusia no pudieron prescindir de sus abrigos al bajar del avión privado que los había llevado hasta ahí, rápidamente abandonaron el aeropuerto en una cómoda camioneta conducida por un par de hombres de origen turco. Yuuri veía con curiosidad la ciudad a través de las ventanas del vehículo, en realidad para él le era casi imposible creer que estuviese en esa antigua urbe a la que sólo había visto en fotografías y en television así que no podía ocultar su casi infantil asombro al ver algun edificio famoso.

--¡Mira eso! ¿¡Es la catedral de Santa Sofía!?.-- preguntó al pasar delante de un impresionante templo.

--En realidad ya ha vuelto a ser mezquita.-- respondió el ruso.

--¿Crees que podremos entrar?.--

--Supongo que si, obviamente siguiendo las debidas indicaciones del Islam.--

--Entonces pongamoslo en la lista de cosas por hacer.-- propuso con alegría.

Viktor sonreía mientras Yuuri a cada vuelta de la esquina hacia gestos de asombro por lo que desfilaba a su vista. Finalmente después de atravesar la ciudad llegaron a la zona exclusiva a sólo unos pasos de una playa que se considera como uno de los lugares preferidos por los millonarios que tienen grandes villas con su área de playa privada, así que no era raro que el ruso tuviera también una propiedad ahí.

--¿Es aquí?.-- preguntó con duda el nipón al ver una enorme propiedad de piedra rosada con hermosos capiteles y columnas formando lo que más parecía un palacio otomano.

--Así es.-- afirmó el ruso.

Enseguida una elaboraba puerta de hierro se abrió dando paso al vehículo, el japonés aquí hizo una exclamación de asombro aun mayor cuando la casa estuvo plenamente a su vista, y no era para menos; un amplio canal artificial que se originaba de una gran fuente acompañaba al camino de piedra que llevaba a la mansión mientras una hilera de grandes palmeras brindaba una sombra que invitaba al descanso. Más allá la hermosa fachada de la casa se erguia ante los visitantes con su perfecta piedra rosa y sus elaborados mosaicos cuidadosamente colocados dándole a todo el conjunto un aire de misticismo y de elegancia.

--Bienvenidos.-- saludó un hombre alto con cabellos negros y barba espesa de aproximadamente cuarenta años.

--Gracias Ali.-- respondió Viktor bajando del auto seguido de Yuuri que miraba a todas partes boquiabierto.

--¿Quien es ese hombre de aspecto tan intimidante?.-- preguntó en voz baja.

--Es el encargado de cuidar la propiedad, no te preocupes es de absoluta confianza.-- lo tranquilizó.

Yuuri caminaba dirigiendo la vista a todos lados, evidentemente para el japonés no le era nada fácil digerir la idea de que estaban tan lejos de Rusia y a la vez en un sitio que para él era como de otro mundo. Sin embargo las sorpresas aun no terminaban ya que después de recorrer un largo pasillo cubierto de precioso mármol rosado, una soberbia puerta de madera finamente tallada a mano dio paso a una gran sala de forma circular cuyo techo abovedado y coronado con un maravilloso vitral señalaba una de las zonas principales de la casa pues desde ahí se conectaban al menos cuatro pasillos que conducían a otras estancias mientras una magnífica escalera daba acceso a la planta alta que se adivinaba debía ser igual de suntuosa.

--Toma asiento aquí, ahora regreso.-- le pidió el ruso que se alejó para intercambiar unas palabras con un par de empleados locales.

Yuuri literalmente estaba boquiabierto, dio un vistazo a su alrededor y notó varios cómodos aunque curiosamente bajos sillones forrados de fina tela de damasco de color azul cobalto y plata. Se acercó a uno de ellos sólo que antes de sentarse sintió un poco de desconfianza pues creyó ingenuamente que arruinaría la fina tela. Finalmente se decidió ocupar un lugar mientras observaba su entorno al arrullo del agua que caía de una pequeña fuente colocada al centro de la estancia, desde ahí admiró las paredes cubiertas de bellos mosaicos y dibujos con guirnaldas de delicadas flores todo al mas puro estilo arabesco.

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