Capítulo 13

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Casa de Jungkook – viernes 31 de Julio de 2009 – 11:00 PM

Había sido un día largo... demasiado largo, pero Jimin no podía dormir. En la tarde había estado en casa de Sung Jae, su padre, disfrutando de un día a su lado. Recordando viejos tiempos de cuando él era adolescente y pasaban tiempo juntos. Jimin jugó largo rato con Min Ho y con Yun Ha, los hijos mellizos de su padre y Na Eun, su nueva mujer.

Jimin adoraba a esos pequeños, disfrutaba mucho viéndolos reír y divertirse. Eso lo hizo pensar en lo que sentiría por sus hijos en cuanto naciesen, ahora los amaba... ¿pero después? No sabía si sus bebés tendrían tanto de Minhyuk que le recordarían a él cada día, se sentía egoísta por pensar así, pero no quería que sus rayitos de sol se pareciesen en nada a su padre, quería una copia exacta de él, algo que no le recordase cada día cual había sido su origen.

Continuaba dando vueltas y más vueltas en la cama sin poder dormir.

Dos semanas atrás, y por recomendación de Lisa, su psicóloga, había dejado de dormir con Jungkook. Lisa decía que Jimin tenía que aprender a vivir con su independencia, que aunque Jungkook estuviese ahí para todo, él debía aprender a estar solo, y eso comenzaba con dormir sin su compañía.

La primera noche ambos lo pasaron fatal, Jungkook echaba de menos sentir el cuerpo de Jimin pegado al suyo, echaba de menos el olor de su champú rodeándolo. Jimin echaba de menos los latidos del corazón de Jungkook pegados a su oído, el ritmo constante de su respiración y el movimiento de su pecho.

Poco a poco se fueron resignando a no compartir más el colchón, aunque no se acostumbraron, para ellos era necesario sentirse cerca y esos momentos que compartían a solas y en silencio, era el mejor bálsamo para la soledad que ambos sentían, para redimirse de los errores del pasado que estaban pagando ahora mismo.

Ambos buscaron actividades para conseguir sus necesitadas horas de descanso, Jimin leía cada noche hasta que el sueño lo vencía, Jungkook tocaba el piano hasta que sus dedos se tropezaban con las teclas de cansancio... antes de ir a su propia habitación se pasaba por la de Jimin para comprobar cómo estaba. Se enternecía cuando lo veía dormido con la luz prendida y el libro abierto descansando en su pecho. Entonces él lo reacomodaba y lo arropaba, dejaba un suave beso en su frente y apagaba la luz para irse a dormir con una sonrisa boba dibujada en sus labios.

Así era casi cada noche, Jungkook suspiraba antes de cerrar los ojos y su último pensamiento era para él, así como el primero cada mañana. Cuando se levantaba de un salto y todavía con su ropa de dormir puesta bajaba la cocina para ver como Jimin, con una de sus camisetas viejas de la universidad, le preparaba los huevos revueltos y las tostadas con mermelada.

Visto desde fuera los dos parecían totalmente una familia, exceptuando el hecho de que ahora dormían en camas separadas. Pero sus actos, sus miradas... hasta sus sentimientos, eran de una pareja más que consolidada. Pero la realidad era muy distinta, ambos sabían que entre ellos no había más que amistad, una amistad muy especial, pero amistad al fin y al cabo, aunque en el fondo de su alma soñaban con ser algo más.

Jimin dio otra vuelta en la cama y se sobó el vientre donde uno de sus bebés le había propinado una patadita, no dolían... ni si quiera eran molestas... pero esa noche estaban muy inquietos.

Decidió bajar a la cocina y beber un poco de leche, a ver si así conseguía que el sueño viniese a visitarlo esa noche, tenía que descansar por sus hijos, para que ellos estuviesen fuertes y sanos. Bajó las escaleras con excesivo cuidado, desde que había descubierto que estaba embarazado tenía cuidado de no tropezar o enredarse con sus propios pies, para no lastimar a sus pequeños.

Cuando entró en la cocina se sirvió un vaso de leche y suspiró antes de probar un sorbo. Otra patadita lo hizo sonreír y sobarse de nuevo en la zona golpeada... sí que estaban inquietos esos dos diablillos esa noche.

Salió de la cocina y se dispuso a subir las escaleras hacia su habitación de nuevo, pero al pisar el primer escalón los acordes de aquella canción tan conocida para el resonaron en el silencio de la casa. No pudo evitarlo y se asomó al pasillo por donde se iba al estudio donde Jungkook tenía su piano, la puerta estaba entornada y un haz de luz rompía la oscuridad de la noche esparciéndose por el suelo.

Jimin siguiendo un impulso comenzó a caminar hacia el estudio y se asomó a la puerta para ver como Jungkook tocaba, le gustaba verlo... su cara de concentración, sus ojos entrecerrados, su cabello moviéndose ligeramente con los movimientos de su cuerpo que seguían el ritmo de la melodía. Le gustaba ver como sus manos volaban sobre las teclas haciendo magia... sí, para el tocar ese instrumento era como hacer magia.

Cuando sus ojos se toparon con la imagen de Jungkook su corazón pareció saltarse un latido, cerró los ojos dejándose llevar por la música y un estremecimiento surcó su espalda poniendo de punta los bellos de su nuca... Jimin adoraba esa canción, y aunque Jungkook se la había grabado en un CD para que pudiese escucharla en cualquier momento aunque él no estuviese cerca, no era lo mismo que escucharla en vivo, con él a su lado tocando solo para él, aunque en ese momento ni él mismo sabía que estaba ahí.

Cuando la melodía fue llegando a su final era cuando las notas sonaban más dulces... unas lágrimas descendieron por las mejillas de Jimin, que estaba totalmente embelesado, apoyado en la puerta y con los ojos cerrados.

La última nota quedó flotando en el aire, sumiendo de nuevo la casa en ese silencio nocturno tan placentero y a la vez tan abrumador. Jimin se sorbió los mocos y limpió una de sus mejillas con el dorso de su mano. Jungkook se giró para verlo y sonrió como un tonto cuando lo vio cerca de él y emocionado por su canción.

— ¿Llevas mucho tiempo ahí? –le preguntó en un susurro temiendo romper la magia del momento si hablaba demasiado alto.

— Un rato... no podía dormir –susurró también Jimin.

— Ven –Jungkook extendió la mano y Jimin la tomó sin dudarlo.

Jungkook acomodó el pequeño cuerpo de Jimin en su regazo y lo abrazó con fuerza, respirando sobre su pelo, dejándose envolver por el aroma que desprendía en cada movimiento. Jimin se dejó envolver, cerró los ojos y apoyó la cabeza en su pecho dejándose tranquilizar por el sonido de su corazón.

— ¿Por qué no podías dormir? ¿Algo te preocupa? –preguntó Jungkook.

— No –dijo Jimin— los bebés no dejan de moverse –sonrió.

Jungkook se movió y Jimin alzó la mirada para verlo, ambos sonrieron cuando sus miradas se encontraron. Jimin se enderezó y acarició la mejilla de Jungkook con sus labios, él solo pudo cerrar los ojos y suspirar.

— Así que... no te dejan dormir –murmuró casi para sí mismo mientras intentaba olvidar el tacto de sus labios sobre su piel.

Sin pensar, acarició el vientre de Jimin con una mano y los bebés le dieron la bienvenida con varios movimientos, ambos soltaron unas risitas suaves entre dientes...

— A ver enanos... tenéis que dejar dormir a papi –susurró Jungkook mirando su vientre.

Jimin sintió como su corazón se hinchaba al oír como Jungkook hablaba con sus hijos con tanto cariño... sería tan buen padre...

— Vamos a probar una cosa –susurró Jungkook.

Reacomodó a Jimin en su regazo y volvió a tocar el piano, comenzaron siendo unas simples notas sueltas, pero poco a poco una melodía comenzó a tomar forma, Jimin cerró los ojos mientras las notas, formaban una dulce tonada, flotaban en el aire llenando todo de una magia sin igual.

Jungkook cerró los ojos y recargó su mejilla sobre la cabeza de Jimin, la nueva melodía fluía de sus dedos como si fuese lo más natural del mundo, no era totalmente desconocida, solo era la canción de Jimin ligeramente modificada, haciendo que el resultado fuese totalmente distinto y el doble de dulce.

Jimin se sobaba el vientre ausentemente, los bebés comenzaron a cesar sus movimientos dejando que Jimin se relajase por completo, hasta que se quedó dormido profundamente.

La última nota quedó rompiendo el silencio, Jungkook dejó que sus brazos envolviesen de nuevo a Jimin, y en un acto de egoísmo, lo tomó en brazos y lo llevó hasta su cama, donde se quedó dormido como días atrás... abrazado a él mientras soñaba con un futuro en el que estaban siempre juntos.

Golpes y floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora