Epílogo 2

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Años después...

Somin y Jisoo miraban a sus padres en silencio, mientras ellos a su vez esperaban algún tipo de respuesta. Pasaron unos segundos más hasta que una de ellas abrió la boca por fin.

— ¿Por qué no nos lo habéis dicho antes? –preguntó Jisoo en un susurro.

Jimin suspiró y miró a su hija a los ojos.

— Quería que tuvieseis la edad suficiente para que comprendierais lo complejo de la historia –contestó en un tono de voz neutro, que no mostraba los nervios que sentía.

Otro silencio se interpuso entre las cuatro personas presentes y Jungkook sintió miedo... por primera vez temía de verdad perder a sus hijas.

— ¿Dónde está ahora? –preguntó Somin mirando al suelo.

— Murió poco después de que nacieseis –contestó Jimin de nuevo.

Jisoo frunció el ceño y miró a sus padres con expresión desafiante.

— Entonces... ¿cuándo todavía estaba vivo ya estabas con papá? –preguntó en un gesto de incredulidad. Jimin asintió y Jisoo bufó— ¿Le engañaste con papá? ¿Por qué él no nos registró como sus hijas?

— Jisoo, las cosas no son tan sencillas como parecen –habló Jungkook por primera vez.

— ¿Ah no? –preguntó ella con ironía. – Papi se queda embarazado de su novio, pero después se va a vivir contigo y tú nos registras como tus hijas justo antes de que él muera.

Jimin se encogió atemorizado por el rumbo que estaba tomando la conversación.

— Él no se portaba bien con tu padre... por eso se separaron –volvió interceder Jungkook.

— No se portaba bien con el –repitió Somin— ¿qué tan malo podía ser para arrebatarle a sus hijas?

Jimin sintió la bilis en su boca y un leve mareo, pero sacó coraje para enfrentarse a sus hijas.

— Él me maltrataba, la noche que le dije que estaba embarazado me golpeó hasta que pude escapar –dijo en un susurro.

Jisoo y Somin miraban a su padre con incredulidad. Jisoo respiró hondo y se puso en pie, abandonó la habitación en silencio y sin volver la vista a sus padres. Somin la siguió pero miró a sus padres con una disculpa silenciosa. En cuanto se quedaron a solas Jimin se derrumbó entre los brazos de Jungkook. Ambos habían creído que a sus dieciséis años tenían edad suficiente para saber toda la verdad, no esperaban unas palmaditas en la espalda dándoles la enhorabuena, pero pensaron que al menos lo entenderían, pero esa reacción los había tomado por sorpresa.

Jisoo y Somin se habían convertido en dos jovencitas alegres y felices. Eran educadas y buenas en sus estudios, aunque también les gustaba salir con sus amigos y celebrar una fiesta de vez en cuando. Eran como cualquier adolescente de su edad.

Jung Min entró en la sala mientras sus padres todavía estaban abrazados, Jimin todavía tenía el rostro en el pecho de Jungkook aunque había dejado de llorar.

— ¿Qué pasa? –preguntó el chico.

Jung Min era igual que su padre. El color de su pelo, sus ojos... apenas había nada de Jimin en él, para orgullo de él, que veía en su hijo al pequeño Jungkook que conoció cuando entró en el instituto. Era un niño muy maduro para su edad, a sus doce años en ocasiones dejaba a sus hermanas mayores con la boca abierta y un palmo de narices.

— Tu padre no se encuentra bien –contestó Jungkook.

El niño lo miró enarcando una ceja, algo tan típico de Jungkook que en ocasiones creía estar mirándose a un espejo años atrás.

Golpes y floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora