Capítulo 2

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Casa de Jungkook, Busan — Lunes 20 de Abril de 2009 — 6:15AM

Jimin estaba encerrado en el baño, completamente desnudo mirándose los golpes de su espalda en el espejo. Dos solitarias y silenciosas lágrimas caían por sus mejillas mientras pensaba en lo que podía haber perdido, en que tenía que haberse ido antes de esa casa, que tenía que haber abierto los ojos a tiempo... pero de una cosa no se arrepentía. Había una vida creciendo en sus entrañas, un motivo por el que volver a levantarse después de su tremenda caída, alguien por quien luchar y ser fuerte.

Se cubrió con algunas de las ropas que Jungkook le entregó y salió de allí con un nuevo estado de ánimo. A partir de ese momento sería un nuevo Jimin, alguien sin miedo, con las ideas muy claras y que nadie... absolutamente nadie podría pisotear.

Jungkook lo esperaba mientras se frotaba los ojos con aspecto cansado sentado en el sofá. Había sido una noche muy larga, el cansancio de la noche en vela se añadía la preocupación por su amigo. Su amigo... que vacía le sonaba esa palabra. Había pasado su adolescencia enamorado de el. Nunca se atrevió a decirle nada, siempre estaba ahí para escucharlo y apoyarlo cuando alguien le hacía daño, sabiendo el daño que se provocaba a sí mismo viéndolo llorar por otra persona.

Con el paso del tiempo fue olvidando su amor por el y centrándose sólo en su amistad, el era una persona maravillosa y quería tenerlo en su vida aunque fuese como amigo. Intentó olvidarlo en muchas camas con muchas personas diferentes, pero ninguna relación fue lo suficiente importante para él.

Todavía recordaba con amargura el día que Jimin lo esperó a la salida del hospital hace seis meses, cuando con su cara sonriente y sus ojos brillantes le confesó que se iría a vivir con Kim... ese insecto había conseguido lo que él no pudo. Esa escoria lo había conquistado con palabras bonitas, con sus ojos azules y su pelo rubio de chico bueno, todo era una máscara, todo para llevárselo y hacer con el lo que quería, hasta hacerle daño, físico y moral. Se reprendió a sí mismo por no ser más fuerte y sacar a Jimin de esa casa cuando las sospechas comenzaron a tomar forma. Cuando su brazo roto estaba acompañado de un gran golpe en su espalda. O cuando se calló por las escaleras y se arrancó un diente. Había sido un completo idiota por creer esas mentiras, él mejor que nadie sabía cuándo Jimin mentía, pero su orgullo herido pudo más que su sentido de la responsabilidad y prefirió hacer oídos sordos hasta que el mismo le pidiese ayuda.

Y ahora estaba en esa situación, se encontraba en una gran encrucijada, por una parte anhelaba estar con Jimin en ese momento y vigilar su sueño, estar a su lado a todas horas por si necesitaba ayuda para cualquier cosa. Pero una parte de él quería ir a la comisaría, estaba seguro que a Sung Jae no le molestaría que se colase en una de las celdas y ajustase cuentas con cierto chico rubio de ojos azules. Cuando estaba por levantarse y salir de allí sus ansias de venganza se apaciguaron por un momento. Jimin había salido del baño vestido con su camiseta azul de la universidad y un pantalón de deporte que se había encogido en la secadora. Las ropas le iban demasiado grandes, y aunque tenía la cara amoratada no pudo ver algo más hermoso en su vida.

Pero pudo apreciar algo diferente en el, sus ojos, esos dos pozos chocolate que lo volvían loco, habían cambiado. Tenían un brillo diferente, y su sonrisa, ya no era esa mueca forzada que había visto a lo largo de la noche en la sala de urgencias, ahora sonreía con verdaderas ganas, le nacía sonreír así. No pudo evitar que sus labios se estiraran respondiendo aquella sonrisa.

— Hey... ¿Qué tal? —preguntó en un susurro mientras palmeaba el lugar libre a su lado en el sofá.

Jimin se sentó y lo miró de reojo mientras su sonrisa se ensanchaba un poco.

— Ahora estoy bien... gracias a ti —dijo mientras se ruborizaba.

— No tienes que darlas, sabes que estaré aquí para lo que necesites —contestó Jungkook con el corazón en la mano.

Jimin lo abrazó y dejó descansar la cabeza en su pecho, escuchando los rítmicos latidos de su corazón. Jungkook disfrutó de cada segundo a su lado, oliendo el perfume de su propio champú en su pelo, sonrió estúpidamente ante los sentimientos que se comenzaron a despertar en su pecho. Esos sentimientos que creía olvidados y enterrados en el pasado. Esos sentimientos que comenzaban a estar de nuevo a flor de piel al tenerlo tan cerca y tan necesitado de cariño, cariño que a él le sobraba y estaba dispuesto a regalarle solo pidiendo una sonrisa a cambio.

Tardó muy poco en darse cuenta de que se había quedado dormido, pero fue incapaz de moverse, estaba tan a gusto en ese momento, sabía que en algún momento debería llevarlo a su cama para que pudiese descansar mejor, pero se sintió más egoísta que nunca, no quería dejarlo, no ahora que podía disfrutar de el.

Poco a poco el cansancio también fue haciendo mella en él y comenzó a sentir sus parpados cada vez más pesados. Esa era la señal, se puso en pie y cargó a Jimin en brazos teniendo especial cuidado en no dañar más sus golpes, el hizo una mueca de desgana pero se aferró a su cuello en cuanto tuvo oportunidad. Jungkook lo llevó hasta su habitación y lo dejó con delicadeza sobre la cama, lo arropó y colocó un mechón de su pelo que caía sobre sus ojos. No pudo evitar sonreír ante la imagen de Jimin durmiendo, nunca podría cansarle de mirarlo mientras lo hacía, parecía tan vulnerable en ese momento, se enderezó reticente y comenzó a salir de la habitación. No había dado dos pasos cuando una voz lo llamó.

— Jungkook... no te vayas —susurró Jimin.

Él volvió sobre los pocos pasos que había avanzado y se puso de rodillas junto a su cama.

— Duerme Jimin... estaré cerca —le dijo con dulzura mientras acariciaba su mejilla.

Volvió a ponerse en pie y Jimin se aferró con fuerza a su mano.

— No me dejes solo... por favor... —suplicó.

A Jungkook se le partió el corazón al verlo así, no pudo hacer otra cosa que tumbarse a su lado. Pero Jimin no estaba de acuerdo, hizo a un lado las mantas y le pidió con una mirada entre sus ojos entrecerrados que se acostase con el. Jungkook tragó en seco y accedió a su petición con un nudo en la garganta, una cosa era estar abrazados en el sofá, otra muy distinta era dormir en la misma cama.

En cuanto se tapó con las mantas Jimin volvió a acomodar su cabeza en su pecho, los latidos de su corazón lo relajaban, lo hacían olvidarse de los problemas y dejar atrás todo el miedo y el dolor. A su lado se sentía seguro. Se sentía como el Jimin fuerte y decidido que se había prometido ver mientras se miraba en el espejo del baño. Ambos volvieron a quedarse dormidos en cuestión de minutos, el cansancio era más fuerte que ellos y los tumbó irremediablemente.

—¿Embarazado? ¡Eres un inútil! ¡No vales para nada! Ahora no me vengas con que estás embarazado porque no me lo creo... lo que quieres es engancharme para que no pueda dejarte.

—Minhyuk ha sido sin querer... en esto tenemos la culpa los dos tanto tu como yo

—¿Me estás echando la culpa a mí? Seguro que es de algunos de esos amiguitos que van a comprar a tu librería, eres un puto y te revuelcas con cualquiera... ¡ahí tienes el resultado!

—Sabes que nunca me he acostado con otro desde que estamos juntos.

—Tenía que haberte dejado atado a la cama como el perro que eres... así no podrías follarte a cualquiera que llevase pantalones.

Cerró los ojos ante el primer golpe, que lo tiró de espaldas al suelo, se cubrió el vientre con ambas manos cuando lo vio dispuesto a patearle... suplicándole por favor que no lo hiciera, mientras él le repetía una y otra vez que no sería el padre de un bastardo, que no quería a ese engendro y que no se haría cargo de la estupidez de otro.

Se despertó gritando y cubierto de sudor mientras se llevaba las manos a su vientre para proteger a su bebé. Unos fuertes brazos lo rodearon y se tensó al instante, comenzó a revolverse intentando escapar pero se tranquilizó cuando escuchó la voz de Jungkook susurrando palabras en su oído para tranquilizarlo. Se abrazó a él como si su vida dependiese de ello. Mientras Jungkook maldecía entre dientes y sumaba una más a la larga lista de cosas que Kim tendría que pagarle. Nadie podría hacer sufrir a un ángel como lo había hecho él, tenía que devolver cada una de las lágrimas que Jimin había derramado y derramaba por su culpa.

Nueva historia espero que les haya gustado, muchas gracias por seguir conmigo.

Nos leemos... Cuídense mucho... Besitos...

Golpes y floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora