Capítulo 27

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Cárcel de Gimhae – Gimhae, Seattle – Jueves 29 de Octubre de 2009 – 05:24 PM

Minhyuk era llevado nuevamente a una de las salas privadas de visitas, llevaba las manos y los pies esposados y su mono naranja resaltaba contra el gris de las paredes de los pasillos.

Había bajado notablemente de peso, apenas parecía huesos y piel, su cabello estaba rapado y sus ojos parecían opacos. Todo lo que el respetable Kim Minhyuk era, estaba ahora reducido a cenizas. Ya no quedaba nada de aquel chico engreído que creía tener el mundo a sus pies. Minhyuk había conocido la cara dura de la vida, ahora estaba viviendo su propio infierno.

Pero era tan terco que se negaba a admitir que él mismo era el único culpable de su situación. Para él, el culpable de todas y cada una de las desgracias que sucedían en su vida tenían nombre y apellido: Park Jimin, y ahora también esos pequeños bastardos que llevaba en su vientre.

Entró en la sala donde un muy afligido Soobin estaba sentado en una de esas incómodas sillas de plástico. Se removió intranquilo al otro lado del cristal blindado. Todavía recordaba una de las últimas visitas que le había hecho cuando se puso hecho una furia.

Minhyuk no dijo nada, solo se sentó frente a él y lo miró con desprecio, como hacía con cada chiquillo que se cruzaba en su camino. Eran inferiores a él, debían estar bajo sus órdenes, alguien que no podía si quiera respirar sin pedir permiso.

— ¿Qué quieres? –habló después de unos minutos de silencio —¿por qué no has venido antes? ¿has hecho lo que te he pedido?

Soobin suspiró y lo miró asustado.

— Sí que lo he hecho... pero los Jeon me denunciaron –susurró bajando la mirada.

— Espero que el idiota de Park haya visto nuestro regalito –sonrió Minhyuk mostrando un diente partido por una de sus innumerables peleas.

— Sí... —mintió Soobin—, he estado en arresto domiciliario y haciendo servicios sociales... por eso no he podido venir antes.

— No importa –dijo Minhyuk con superioridad— ¿qué noticias tienes?

— Ya ha dado a luz, tiene dos niñas

— ¡Bastardas! –masculló entre dientes— Vas a darles un recadito de mi parte –sonrió y sus ojos brillaron— quiero que vayas a casa de Jeon y...

— No puedo ir a esa casa –lo cortó Soobin— tengo una orden de alejamiento, si la incumplo podría ir a la cárcel.

— ¡No me importa! –gritó él— irás a esa casa y harás lo que yo te diga.

— ¿Y qué si voy a la cárcel? –preguntó el en tono tajante.

— Es tu problema –contestó él con indiferencia.

Soobin bufó.

No podía entender como Minhyuk tenía tan poca consideración con él. Además, tampoco entendía porque tenía esa obsesión con Jimin, él le había asegurado que no lo quería, que solo estaba con él porque era sumiso y maleable, podía hacer de él la puta que siempre había deseado, que de quien de verdad estaba enamorado era de él. Ahora veía que era mentira... Minhyuk nunca podría querer a nadie... ni si quiera a sí mismo.

Soobin bajó la mirada a las manos de Minhyuk crispadas en puños, no pudo evitar fijarse en las picadas que tenía en sus brazos, sus venas estaban agujereadas en diferentes zonas, en algunas incluso tenía algunos derrames por haberse inyectado mal a causa de su inexperiencia... eso solo significaba una cosa. Minhyuk se estaba inyectando narcóticos.

En ese momento Soobin sintió como si una brecha se abriese a sus pies y el cayese al vacío sin detenerse en ningún momento.

Minhyuk no lo quería... estaba loco... obsesionado con Park Jimin... lo había golpeado, había abusado de él y cuando se enteró de que estaba embarazado quiso acabar con la vida de sus propias hijas... él nunca lo creyó. Creía lo que Minhyuk le contaba para tenerlo contento, para el Jimin era una fiera que quería hacerle la vida imposible a Minhyuk, hasta dudaba de que las niñas fuesen realmente de Minhyuk pensaba que eran de su amante Jeon.

Que equivocado estaba... el único culpable era Minhyuk, y la víctima era Jimin, y no al contrario como siempre había creído.

Miró a Minhyuk una última vez mientras la decisión que había tomado comenzaba a tomar peso en su conciencia. Era lo más lógico, lo que tenía que hacer para sentirse bien consigo mismo.

Se puso en pie y miró a Minhyuk con tristeza.

— Adiós... —susurró mientras dos lágrimas surcaban sus mejillas.

Minhyuk lo miró atónito mientras se marchaba, ¿qué quería decir con ese adiós? El tiempo de visita no había terminado... ¿por qué se marchaba? ¿Lo estaba abandonando acaso? ¡Era un maldito hijo de puta! Era un puto igual que Park.

Se puso en pie de un salto y golpeó el cristal que los separaba, mientras Soobin abandonaba la sala sin volver la vista atrás. ¿Cobarde? no... estaba siendo más valiente que nunca, tenía a Jimin como ejemplo, no quería que Minhyuk hiciese con él lo que había hecho con el pobre chico.

Minhyuk estaba que se subía por las paredes, cuando lo recluyeron de nuevo en su celda no era capaz de sosegar su enojo. El estúpido de Soobin lo había abandonado, todos eran iguales, no sabían soportar un poco de presión, pero es que él era así, necesitaba ser así para sentirse bien, para poder superar aquellas palabras hirientes que su padre le repetía de niño una y otra vez.

El veía que las mujeres y los chiquillos como Park y Choi no eran más que basura, objetos que solo se necesitaban para limpiar la casa y follar... era lo único que sabían hacer bien, si les dabas un poco de confianza eran capaces de apuñalarte por la espalda cuando dormías.

Minhyuk no oyó cuando la puerta se abrió, tampoco oyó los pasos que se acercaban a él... pero lo que sí oyó fue la voz susurrante que tanto había llegado a odiar.

— ¿Me esperabas princesa?

Su cuerpo entero se estremeció... no era el mejor momento, no cuando la ira bullía por sus venas haciendo que todo lo viese rojo. Así fue que no midió sus actos, solo se dio la vuelta y miró a Skip a los ojos. Y sin mediar ni una sola palabra levantó su mano cerrada en un puño y asestó el primer golpe que sentenciaría su condena.

Golpes y floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora