Fiebre

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Lan Wangji llegó corriendo a su residencia, cerrando la puerta tras él y soplando todas las velas. Agitado y en un ataque de pánico, caminó de un lado a otro de su habitación oscura como un león enjaulado, su cabeza estaba llena de los pensamientos que jamás eran expresados en palabras ni salían por su boca "¿Que he hecho? ¿Que he hecho? Me descubrió, supo que era yo ¿Por que tuve que tocarlo? ¿Por que fui tan débil? ¿Que me sucedió? Solo iba a observarlo dormir, pero después... Pero después él se desnudó y... Se tocaba... Y se veía tan hermoso... Y... Y en la cena, él me estaba seduciendo... ¿Que me sucede? No soy un manga cortada ¿Por qué me siento así?" Se dejó caer al piso al pie de su cama y abrazando sus rodillas tembló horrorizado. ¿Cómo le iba a explicar sus emociones a todos? No podía ni explicarse a él mismo. Su fiebre regresó durante la madrugada como una somatización de la angustia que estaba experimentando. Cayó de lado, inconsciente en el piso en dónde pasó toda la noche temblando y sudando.

Pasaban de las ocho de la mañana y Lan Wangji aún no salía de su habitación, por supuesto esto no era normal en él. Lan Xichen vino a ver qué sucedía y lo encontró aún en el piso inconsciente. Inmediatamente lo subió a su cama y descubriendo su muñeca le pasó energía espiritual hasta que recobró el sentido.

—¡Wangji ¿Que te ha sucedido?! Estabas bien en la cena—

—Hermano— Lan Wangji sentía la necesidad de hablar pero no sé atrevía

—Recaiste en fiebre, pero te estabas cuidando ¿Que fue lo que sucedió?—

Lan Wangji retiró su mano y solo permaneció cayado.

—Esta bien, no se lo que sucedió, pero se que esto que te pasa te lo provocas tu solo. Wangji, tu sufrimiento se acabará hasta que tú quieras—

—Dejame solo—

Lan Xichen salió del Jinshi y cerró la puerta. En la entrada se encontraba Wei Wuxian sonriendo más brillante que nunca.

—Buenos días Lan Xichen— dijo haciendo una reverencia — me gustaría hablar unas palabras con tu DiDi si es posible—

—Él... Él ahora está muy indispuesto, di la orden de aislarlo, nadie puede entrar exepto yo, por favor joven Wei, no se acerqué—

—Pero...¿Que sucede? ¡¿Está enfermo?! Por favor Lan Xichen, déjame ayudar a cuidarlo, por favor, necesito ver qué este bien—

—Joven maestro, no insistas—

—Pero debo insistir— su voz se tornó en sollozo —Tu sabes cómo me siento por él, todos los saben ¿Por que no me dejas entrar a verlo?—

—Joven Wei, dejemos que descanse unas horas, yo le daré tu mensaje, le diré que esperas que se restablezca pronto— haciendo una seña Lan Xichen ordenó a un par de discípulos se apostaran en la puerta del Jinshi

—No me movere de aquí hasta que vea a Lan Zhan — dijo Wei Wuxian firmemente

Así cayó el medio día y Wei Wuxian seguía parado bajo el sol frente al Jinshi, sin alimento en el estómago. Hasta que Nie Huaisang vino y le trajo agua y arroz, parado junto a él con una sombrilla en la mano, conversaron.

—Wei Xiong vámonos, él ni siquiera sabe que estás aquí, no tiene caso—

—No me movere de aquí hasta que él salga por su propio pie—

—¿Tanto lo amas?—

—Mas incluso—

Las horas pasaron y solo Lan Xichen y el médico entraban y salían, Wei Wuxian seguía de pie en la entrada del jardín frontal. Incluso cuando empezó a llover. Lan Xichen se sentía mal al ver ahí parado e inmóvil, exhausto y derramando lágrimas a Wei Wuxian, se acercó a él para tratar de disuadir.

No soy un manga cortadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora