Capítulo 22

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Los hombres de Miraz avanzaron hacia el para ayudarlo a ponerse de pie, el hombre mal herido miro con desagrado y odio a Lord Sopespian que se había inclinado para ayudarle a ponerse de pie. Lo sostuvo con fuerza por debajo de los brazos para terminar alzándolo. Una vez que logro ponerse de pie este se sostuvo del más bajo mostrando repudio hacia él, eso era mutuo.

— Mi rey.

— De ti me encargo cuando esto termine. -Amenazo a este.

— Ya termino. -El mas bajo mostraba una sonrisa, en su mano tenía una flecha, pero no era una cualquiera, este la clavo en su costado. Una flecha con plumas de color rojo que pertenecía a Susan. Miraz cayo desplomado al suelo ante la mirada ingenua de los demás que veían incrédulos la flecha. Miraz había muerto, pero no por la mano de un rey narniano, por la mano de uno de los suyos. - ¡Traición! ¡Lo asesinaron! -Grito este cogiendo la espada que antes había sido del ya muerto rey. – Mataron a nuestro Rey.

— ¡Prepárense! – Grito Peter a los que estaban en lo alto.

— ¡Peter! -Un telmarino iba hacia él, Elianne reacciono con rapidez poniéndose en su camino, separo su espada cortando una de las piernas y luego su cabeza misma que se desprendió de su cuerpo. Un poco de sangre salpico en su rostro la que limpio rápidamente. – Sucios telmarinos. -Molesta dio una patada al ya inerte cuerpo.

— Gracias. –Dijo el rubio. – Ahora Caspian, vete.

El general Giozelle dio la orden a sus hombres. El ataque no tardo en comenzar, las catapultas cargadas con enormes rocas que comenzaron a volar hacia los narnianos, mas de algunos terminaban aplastados por el impacto de estas. Peter y Edmund se mantenían de pie seguros y confiados al borde del lugar donde antes se había llevado a cabo la batalla con Miraz. Sostenían con firmeza sus espadas, Elianne se quedó de pie junto a Glemstorm, ella lideraría a uno de los pequeños batallones que atacarían de frente. Su respiración era lenta, observaba todo a su alrededor. Bajo tierra un grupo de narnianos sentían los pequeños temblores que provocaban las grandes rocas al chocar con el suelo.

— ¡Caballería! -Grito el general narniano dando la orden a la larga fila de corceles para que comenzaran con el segundo ataque. - ¡Ataquen!

Los caballos emprendieron carrera, el largo trecho les pondría pronto cerca de los narnianos. Estos corrían a toda velocidad, sus espadas en alto y sus lanzas listas para atravesar todo lo que se cruzara en su camino. De igual forma las rocas continuaban cayendo sobre ellos. Elianne veía de forma fija la espalda de Peter, una sonrisa se formo en sus labios, si llegaba a morir en esta batalla, moriría en paz. Las cosas con el rubio estaban bien. Ambos finalmente habían hecho las pases. En las alturas, Susan daba ordenes a los arqueros que no dudaron en tensar sus arcos listos para disparar. Caspian y Glemstorm se dieron la media vuelta para terminar uniéndose a los soldados que se mantenían bajo tierra.

— ¡Narnianos! ¡Ataquen! -Grito el príncipe y todos comenzaron a correr tras él. El cuerno de batalla indicaba a los reyes que ya estaban en marcha.

— Uno. -Dijo Peter sin quitarle la vida de encima a los enemigos. – Dos.

— Tres... Cuatro. -Contaba Caspian mientras iba sobre su caballo.

— Cinco... seis. – Cada vez estaban mas cerca, todos estaban listos para el primer golpe. – Siete...ocho ... ¡Todos listos! -Grito con furia el gran Rey.

— ¡Ahora! -Apenas Caspian grito, un gigante golpeo con su mazo uno de los pilares de piedra rompiendo este en varios pedazos, Glemstorm rompió otro con su espada y a medida que avanzaban estos continuaban rompiendo los que estaban a su paso.

El suelo comenzaba a agrietarse bajo los telmarinos, bajo ellos el grupo de narnianos avanzaba a paso veloz. Cuando estaba por llegar frente a los grande reyes un enorme agujero se abrió evitando que pudiesen continuar con su avance, los caballos estaban cayendo uno a uno. Los telmarinos habían caído directamente en la trampa, ahora eran presa fácil para poder aniquilarlos. Susan dio la orden, las flechas comenzaron a volar hacia el agujero provocando que al instante decenas de telmarinos perdieran la vida, de igual forma algunos caballos que terminaron desplomándose sin más. Ed subió a un caballo cargando consigo una ballesta con la que comenzó a disparar flechas hacia los que intentaban salir de ese hoyo.

— ¡Ataquen! -Grito Peter, de inmediato losnarnianos que estaban tras el comenzaron a correr. Bajo tierra Caspian avanzabahasta unas ramplas que habían sido abiertas por un par de enanos, ahora losnarnianos mantenían rodeados al reducido grupo de telmarinos, de esa forma eramas fácil acabarlos. 

 

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Las crónicas de Narnia y la guerrera del bosque Oeste libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora