La partida de los reyes y reinas había dejado un enorme vació en cada uno de los narnianos y en especial en una persona, una que había estado anhelando por muchas lunas su regreso. Elianne quien cada día continuaba mirando hacia el horizonte en busca de la persona que se había robado su corazón, pero en el horizonte solo había soledad y silencio, ya ni los árboles tenían mensajes para ella. No había nada.
La paz que un día invadió Narnia por tantos años ahora estaba manchada por el miedo, el dolor y la muerte gracias a un enemigo no esperado y desconocido, totalmente nuevo y por sobre todo despiadado, incluso más que Jadis, al menos ella había sido piadosa y en más de una ocasión daba oportunidades a quienes se quedaban de su lado. Pero ahora este enemigo era diferente, ellos asesinaban sin piedad alguna y sin siquiera dar la oportunidad de una súplica, sin compasión alguna. Ellos solo tenían una cosa en mente, exterminar a quienes consideraban monstruos.
Los telmarinos habían invadido Narnia tan solo unos años después de la partida de los reyes y reinas. Ellos habían llegado de a montones tomando todo a su paso, tanto vidas como tierras, ellos se adueñaron de lo que en el pasado les pertenecía a los buenos narnianos. Cair Paravel, el majestuoso castillo al borde del acantilado ahora se reducía a un montón de escombros, ese hermoso castillo ahora solo estaba en la imaginación de los pocos Narnianos que habían logrado sobrevivir a la masacre. Elianne había peleado con ellos con intención de defender el hogar de quien amaba, pero toda lucha al final no había resultado. Cair Paravel había caído y ellos habían ganado. Los pocos sobrevivientes se ocultaron en el bosque Oeste, lugar a que los telmarinos temían ir. Pues en ese lugar los árboles estaban más vivos que nunca, para evitar que los extraños se acercaran.
— ¿Vienes? – Pregunto un enano que avanzaba con ella en la oscuridad.
— Si, solo me pareció ver algo.
— Siempre hay algo muchacha, siempre hay algo. Anda vamos, el camino es largo.
— Si, por cierto ¿Cuánto ha pasado?
— ¿Desde? -Cuestiono este confundido por las palabras de la chica.
— Desde que esos salvajes llegaron.
— No lo sé, como cincuenta años o más. Ya he perdido la cuenta ¿Porqué lo preguntas?
— Curiosidad... sabes a veces he pensado en infiltrarme en el castillo. Soy humana, no sospecharían. -El enano solo rodo los ojos ante la idea de la chica.
— No sospecharían. Pero eres muy impulsiva, seguramente matarías a su rey apenas te lo presentaran y ellos correrían tras de ti hasta cortarte la cabeza. -La chica soltó una risa pues no era tan falso. – Y no queremos que eso pase ¿O sí?
— Para nada.
Ambos llegaron hasta el bosque, cada narniano estaba refugiado ocultos entre las sombras, tan solo se asomaban si veían a alguien familiar. Elianne alzo la mirada hacia el cielo esperando que Pietro apareciera de entre la ramas a recibirla como solía hacerlo cada que ella salía de excursión. Estaba acostumbrada a escuchar sus silbidos, ahora solo había silencio. El corazón se le apretaba ante el dolor, los recuerdos de Pietro cayendo a su lado luego de ser asesinado por ese sucio telmarino, los ojos se le llenaban de lágrimas al darse cuenta de que su mejor amigo ya no estaba a su lado. El enano se dio cuenta de esto y solo se acerco a ella para sostener su mano.
— También he perdido amigos, solo queda ser fuerte.
— Si, lo se ¿Tienes hambre? Puedo preparar algo de sopa.
— Claro, porque no. -Asintió con un movimiento de cabeza siguiendo a esta hacia su cabaña.
Las luces de las velas iluminaban la cocina, el enano había encendido la chimenea para temperar el hogar, mientras Elianne preparaba un poco de sopa de champiñones. Tardo un rato en tenerla lista, sirvió un poco para ambos, junto con pan y algo de té. Había conocido a Trumpkin en uno de los tantos enfrentamientos contra los telmarinos, el le había salvado la vida, evitando que un hombre le cortara la cabeza. Razón por la que ella estaba agradecida con el y ambos se habían prometido lealtad mutua, luchar juntos para salvar su nación. No creyó que viviría para pelear codo a codo junto a un enano, quienes antes eran enemigos, aliados de la bruja blanca, ahora ambos peleaban por lo mismo, sobrevivir.
— Esta buena ¿Podría tomar un poco más?
— Claro que sí, toma todo lo que quieras. -Tomo el plato del enano para darle un poco más de comida. – Por cierto ¿Irás con Buscatrufas?
— Es tarde, usaré tu sofá para dormir ahí.
— Por mi esta bien. Mi casa es tu casa señor enano.
— Solo llámame por mi nombre niña.
Trumpkin se había quedado profundamente dormido en el sofá junto a la chimenea, ella le cubrió con una manta para salir luego de la cabaña y hacer su recorrido habitual. La noche estaba tranquila y las estrellas brillaban más que nunca, no recordaba haber visto estrellas así de brillantes en muchos años. La última vez que el cielo estuvo así fue semanas antes de la llegada de los reyes y reinas, pero no quería hacerse falsas ilusiones respecto a eso.
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Las crónicas de Narnia y la guerrera del bosque Oeste libro 2
FanfictionContinuación del fan fic la guerrera del bosque Oeste libro 1. Todos los personajes pertenecen a C.S Lewis, a Excepción de Elianne que es de mi creación. No leer a menos que hayas leído la primera parte.