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ㅡ¿Y bien? -Jay terminó de acomodar el bolso de Riki y lo llevó a su espalda para que este se lo pusieraㅡ. ¿Estás listo para tu primer día?
El menor esbozó una sonrisa de felicidad. Pensar en eso le revolvía el estómago de varias emociones, el primer día de clases era enserio emocionante cuando eres un niño entrando en primer grado.
ㅡEso supongo ㅡel pelinegro le sonrío ampliamente a su hermano mayor.
Luego de haber discutido con el mismo hace unas semanas y en un abrir y cerrar de ojos lo había perdonado, le tenía mucho cariño. El día de hoy sería llevado a su nueva escuela primaria, ya empezando el primer grado.
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Riki estaba nervioso ya que este iba a ser su primer día de clases, sentía muchas cosas al mismo tiempo. Pero eso no evitó que estuviera ahora mismo en frente de dos grandes puertas.
Jay en cierto modo también estaba nervioso, esta escuela le traía tantos recuerdos. Siempre eran los mismos pero cada uno se sentía diferente y mejor que el anterior.
El pequeño pelinegro tragó grueso y miró a su hermano quien estaba a su lado con una boba sonrisa.
ㅡNo quiero entrar ㅡdijo nervioso. Jay frunció su ceño, observó a su hermanito quien lo miraba con esa conocida mirada de cachorro.
ㅡNo te vayas a arrepentir ahora, peque. Esta es tu gran oportunidad; sé que no quieres estudiar en casa con mamá ¿O sí? ㅡutilizó aquel tono que siempre usaba con Riki, uno que solo un niño podía comprender como 'confiable'.
El menor hizo un mohín y sacudió su cabeza en negación, no quería imaginar cómo sería estudiar con su estricta madre. Jay terminó de darle alientos para luego besar su sien y dirigirse hasta su propia escuela, no sin antes que Riki hiciera lo mismo con él.
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Jay iba de camino a su escuela secundaria donde al entrar solo se encontraba en un antro de adolescentes hormonales, desesperados y algunos deprimidos. La diferencia que había entre su escuela y, ahora, la de Riki era completamente incomparable.
Todo el lugar parecía ser un pasillo infinito hasta llegar a una pared que dirige por otros lados más pasillos iguales, un completo laberinto.
Jay mantenía su mirada fija en su salón de clase pero las miradas penetrantes de otras personas no lo dejaban concentrarse tanto en su objetivo principal. Lo sabía, algo malo había pasado, y que de alguna manera, él estaba involucrado.
