𝐈𝐕. 𝐑𝐞𝐛𝐞𝐥𝐝í𝐚 | 𝐂ap 6: «𝐄𝐱𝐜𝐮𝐬𝐚𝐬 𝐲 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐚𝐬»

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ㅡ¡Ahí viene otro! ㅡalzó la voz el pelinegro

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ㅡ¡Ahí viene otro! ㅡalzó la voz el pelinegro. Advirtiendo a todos. Vió como Jay alzó el pulgar en dirección a la carretera, señalando al auto.

ㅡ¡Maldito! ㅡinsultó bajito el castaño cuando le pasaron de largo; seguido de los quejidos agotadores de todos.

ㅡ¿Cuánto tiempo más estaremos así? ㅡse quejó el australiano, sintiéndose flaquear por el cansancio.

ㅡPues estaríamos más cómodos de no ser por culpa suya ㅡacusó el menor y mas pequeño de todos. Seguido de un exagerado ahogo, dramático, por parte del semi rubio; seguido de las quejas arrogantes de los demás.

Los cuatro chicos esperaban algo impacientes en mitad de la carretera, pues, hace una hora, el autobús los dejó. Si, así de ridículo como suena y parece. ¿Pero, en realidad, hay culpables aquí?

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Luego de pensar por un rato, parado en frente de un estante, observando detenidamente varias botanas y comidas enlatadas, suspiró rendido; no tiene ganas de hacer algo tan complicado.

ㅡ¿Qué te parece un ramen? ㅡbaja la mirada, fijándose en una esponjosa cabellera castaña inquieta a unos centímetros. La personita a su lado respondió sin verle.

ㅡSi no hay con poco picante, no quiero nada ㅡobjetó, frunciendo el ceño. Parecía concentrado.

Jay exhaló, cansado.

ㅡ¿Y qué me dices de unas frituras? ㅡsugirió.

ㅡ¿Te parece que estoy de humor para llenarme de comida basura? ㅡdijo, algo atacado por la sugerencia de su mayor. Lo hizo sonar como si hubiera dicho una aberraciónㅡ. Por favor, encuentra algo decente para comer.

ㅡEntonces, podremos empezar por devolver esos dulces ㅡseñaló el mayor con su dedo, las incontables envolturas de caramelos y chocolates que traía el más pequeño. Lo amenazó con sus grandes ojos, sin alzar la cabeza.

ㅡExiges demasiado ㅡdijo, ofendido.

ㅡMira quien habla ㅡrespondió soltando un aire.

Jay, por bromear, intentó arrebatarle un chocolate, sorprendiendo en demasía a Jungwon. Exagerando su asombro y despiste. El mayor sonrió juguetón, y su menor sintió sus orejas arder de la vergüenza. Tal vez, también, del leve enojo.

Del otro lado, cerca de la ventana que daba a la gasolinera; Jake husmeaba curioso y atento todas las revistas que se pudiera encontrar.

ㅡ¡Mira, Hoon! ㅡse acercó un entusiasmado australiano con ojos brillosos. Una revista de Moda le había llamado la atención de alguna maneraㅡ. Aquí dice que las medias con sandalias son un suicidio de la moda. ¿Crees que sea cierto?

𝐓𝐄 𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐑𝐄̂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora