❝Aunque los años pasen, siempre estaré a tu lado...❞
Jay cree que Jungwon es un ángel debido a una tonta teoría de su amigo Jake.
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Un día Park Jongseon (Jay), un chico de en su momento 15 años, decide pasar...
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ㅡOye, ¿Que tal si vamos a comprar helado? ㅡpreguntó el menor mientras miraba directamente al mayor a su lado.
El antes mencionado se fue de su relajante trance y se concentró en el mundo real.
ㅡ¿A qué te refieres? ㅡpreguntó, incrédulo.
ㅡA que vayamos a comer helado ㅡrepitió con obviedad. Jay hizo una mueca ante su coherente respuestaㅡ. Conozco un lugar, mamá siempre me lleva ahí.
ㅡEntonces quieres que vayamos a comer un helado, ¿ahora? ㅡfrunció su ceño. No solían salirse de la rutina.
ㅡBueno, puede ser inesperado. Pero sí, si quiero hacerlo.
Jungwon parecía aspirar cierto ego. Jay suspiró; extrañado ante esta repentina petición.
ㅡ¿No te gustaría ir más tarde con tu mamá, tú papá o algo así? ㅡsugirió Jay, un tanto preocupado.
Jungwon pensó un momento en lo que iba a decir. No quería mencionar que sus padres estaban peleados y le tocó quedarse unos días en el departamento de su alcohólico padre.
No creo que Jay pueda entenderlo.
ㅡNo... ㅡhizo una pausa. Respiró hondo; pensar en ese tema lo volvía un tanto sensible. Pero no lo iba a demostrar. Menos frente a élㅡ. Quiero ir solo contigo, Jay.
Jungwon preparó sus grandes ojos ámbar de ciervo y un abultado puchero en sus labios. Jay dió a entender que esa expresión parecía asquearle o frustrarle de cierto modo. Hacía lo posible para evitar contacto visual.
ㅡAy, por favor ㅡmascullóㅡ. No me pongas esa cara, mocoso.
ㅡPorfa, Jay. Solo por hoy, ¿si? ㅡagudizó un poco su tono. Park lo miró de reojoㅡ. ¿Y si lo haces por mí?
Jungwon mostró una falsa, pero encantadora y conmovedora sonrisa. ¿De verdad, este es el mismo niño que le pegó en la frente hace menos de diez minutos? Jay se retorció, fastidiado, en su lugar. Gruñendo a lo bajo. Jungwon no pudo evitar soltar una verdadera risa.
El mayor odiaba que Jungwon lo pusiera de esta manera; ese niño sabía que tenía un lado sensible a las cosas tiernas. Aunque, al mismo tiempo, lo admiraba. Sabe muy bien cómo manipular su suave corazón.
¿Cómo le iba a decir que no a esa carita?
Parecía que Jay cayó completamente rendido ante los adorables encantos de Jungwon. Y este último lo sabía con total certeza. Riendo malicioso.
Aunque este tipo de comportamientos parezcan algo apáticos con otros ojos. Todo terminó dependiendo de la confianza que se fue construyendo a través de los días que caminaban de vuelta a la casa del menor. Los chistes, bromas y los mutuos (y muy silenciosos) cuidados entre ellos, alimentaron esa confianza.