Capítulo 23: " Sin saber lo que pasa "

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Guardé el móvil en mi bolso y me quité los zapatos nada más entrar a casa.
Había sido un día agotador, realmente agotador. Me pasé el día buscando trabajo por la mañana y ahora, acababa de llegar a casa después de haber comido con mi madre. La veía poquísimo ya que Michael la necesitaba por lo de su vestuario y todo eso.
Dejé el bolso en el sofá y fui hacia la cocina, necesitaba agua.
Empecé a beber mientras me sentaba en una de las sillas de la cocina, justo cuando mi móvil empezó a sonar.
Me levanté rápidamente y busqué mi móvil en el bolso.

- Hola - dije volviendo a sentarme.

- Hola, nena - dijo Michael haciéndome sonreír como una niña con zapatos nuevos.

- ¿Qué tal tu día? - pregunté antes de volver a beber.

- Ajetreado, ¿y el tuyo? - dijo antes de respirar sonoramente.

- Más de lo mismo.

- ¿Has tenido suerte con las academias?

- No, la verdad. Ya a medidados de curso es muy difícil conseguir un puesto. De todas formas he dejado varios Currículums, dicen que podrían estar interesados por alguna baja o cualquier contratiempo. - Dije con los ojos cerrados. - Necesito verte.

Silencio. Solo silencio.
¿Qué le pasaba a Michael? ¿Por qué no me contestaba?

- ¿Michael? - pregunté abriendo los ojos y pegando más el móvil a mi oido.

- Sí, esto... ¿Te apetece venir a cenar a casa? - me preguntó como si estuviese distraido.

- Michael, ¿estás bien? - susurré.

- Lo estoy, solo que tengo que dejarte. Estoy ocupado pero, esta noche quiero que vengas. Cuando quieras puedes venir.

- Oh, vaya... Hablamos cuando llegue a Neverland. Pero no te preocupes, sigue con lo que estabas haciendo.

- Cuídate, nena. Te veo luego.

- Igual. Chao.

Qué raro... Michael estaba últimamente muy despistado. Sabía que estaba ocupado componiendo más de la cuenta y a la vez muy pendiente del próximo tour.
Aunque ni siquiera había empezado a grabar.
Por eso era todo tan raro...

Decidí cambiarme de ropa totalmente después de darme una ducha.
Escogí unos pantalones negros, unos botines y cogí la primera camisa blanca que encontré colgada en mi armario.
Al salir de casa me encontré con Eric bajando de su coche. Venía muy guapo, como él solía ir siempre. Llevaba una camiseta negra que hacía que se le marcasen sus definidos músculos de bailarín y unos vaqueros oscuros que no le sentaban nada mal. Sonrió al verme y yo hice lo mismo.

- ¡Qué guapa estás! - reí tímidamente.

- Gracias, tú también estás muy guapo Eric.

- Me temo que no te has vestido así para venir conmigo a tomar algo - dijo metiendo las manos en sus bolsillos.

- Mm... Ya tengo plan con Michael. - Asintió y sonrió un poco.

- Vaya, no quería molestar... - le acaricié su brazo.

- No, tranquilo. - Le volví a sonreir para tranquilizarle. - Si me hubieses llamado con antelación...

- Otra vez lo haré, lo siento.

- Eric, no te diculpes. - Él asintió y miró su coche.

- ¿Te llevo?

- ¿A Neverland? - dije riendo. - Queda a más de treinta minutos de aquí.

- Puedo llevarte, en serio. Sube.

Mi relación con Eric estaba siendo bastante cordial, cosa que me gustaba. Estaba bastante a gusto con él, y eso era muy bueno para nosotros. Estuvimos hablando de estos días en los que no habíamos tenido oportunidad de vernos. Estuvo contándome anécdotas de su sobrina, como siempre hacía. Parecía que la adoraba de verdad, se preocupaba por ella y la protegía mucho. En esos momentos me parecía adorable.

"Un solo reflejo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora