Capítulo 10: "Sintiendo ganas de besarte"

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Tenía muy pocas posibilidades de salir a salvo de lo que estaba a punto de hacer pero me daba igual. Me puse bien el bigote, escondí mi pelo debajo del sombrero y abroché bien mi gabardina negra. Y salí de mi habitación. Frank y Taylor seguían en la biblioteca, estaba seguro ya que no les escuché salir de Neverland. Y en la cocina, estaba Rose, que me vio caminar hacia la puerta:

- Michael Joseph Jackson.

Me detuve. Eso ya era un error.

Giré sobre mis propios talones y la miré a través de mis gafas.

- ¿Si?

- ¿Dónde crees que vas así? - inquirió acercándose a mi.

- Te explicaré en cuanto vuelva.

- Es que no vas a volver - me reí.

- Tranquila, Rose. No tardaré.

- Dime al menos si vas a ver a alguien, para saber a quién llamar cuando no vuelvas - abrí la puerta y la miré.

- Voy a ver a Michelle.

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- Y ahora giro - dijo Sarah delante de Eric y de mi. - Pon la mano en su cintura y... - Sarah colocó su mano en mi cintura correctamente. - De nuevo giro. Muy bien - Nos detuvimos y ella se alejó. - Genial, chicos. Gracias por haber venido antes, podeis quedaros aquí si quereis hasta que comience la clase.

- Gracias, Sarah - dijo Eric caminando hacia donde estaba su mochila.

Le seguí y él me ofreció una botella de agua.

- Que amable - dije abriéndola.

- Nada - susurró mirándome - ¿Por qué crees que nos habrá llamado antes?

- Pues, no lo sé, Eric.

- Me ha parecido buena idea.

- ¿Por qué?

- Porque estaba deseando verte de nuevo - sonreí y él cogió mi mano - Esta noche, ¿tienes plan?

- Pensaba ir a vistar a un amigo, ¿qué tal si quedamos otro día? - negó con la cabeza.

- ¿Cuánto tardarás en visitar a ese amigo? - me reí.

- Eric, ¿no será mejor que quedemos otro día en el que podamos estar más tiempo juntos? - apretó un poco mi mano y sonrió.

- Vale, pero otro día no te me escapas. - Susurró acariciando mi mejilla.

Decidí ir a casa para comer algo, aún quedaba una hora para volver a las clases. Cuando llegué a casa, fui hacia la cocina para no perder no perder tiempo y al instante, llamaron a la puerta.

Corrí hacia la entrada y vi a un hombre, al que no podía verle el rostro. Llevaba un sombrero, gafas, y el cuello de la gabardina hacia arriba. Fruncí el ceño pero al ver sus manos, le reconocí. Era Michael.

Rápidamente, cogí su brazo y le metí en casa. Él se quitó el sombrero y desabrochó su gabardina, dejando que solo las gafas cubriesen su rostro.

- Hola - dije sonriendo y cruzando mis brazos.

- Hola - contestó quitándose las gafas también.

- ¿Se puede saber qué haces aquí?

- ¿No quieres que venga? - descrucé mis brazos y los puse a ambos lados de mi cintura.

- Michael... Claro que quiero que vengas - dije antes de caminar hacia la cocina.

- ¿Has estado en clase de baile? - al girarme le vi mirándome de arriba a abajo.

"Un solo reflejo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora