Michael estaba en la biblioteca mientras yo estaba en mi habitación sacando algunas prendas de mi maleta. Después de colocarlo casi todo, salí a la terraza y sonreí mirando Neverland. Como adoraba aquel paisaje.
<<El sitio idóneo para un Rey>>; pensé.
Respiré hondo y bajé hacia la biblioteca, Michael estaba hablando por teléfono:
- Está bien... Sí, mañana por la mañana... Claro, sí estaré en Neverland... Pero no puede ocuparme toda la mañana, tengo a una invitada especial en casa - dijo mirándome - Sí, es Michelle. Lo sé. No, no. Tranquilo. La cuidaré. ¿Tú me cuidarás? - me preguntó dirigiéndose a mi. Asentí con una sonrisa y él se mordió el labio - Me cuidará, puedes estar tranquilo. Que tengas un buen día.
Y colgó.
- Era Frank - asentí de nuevo.
- Imaginaba - se sentó en el sofá y yo caminé hacia el.
- ¿Ya dejaste todo ordenado en tu cuarto? - dijo cuando me vio sentada a su lado.
- Sí. Me encanta venir, Michael - dije mirando a mi alrededor.
- ¿Sabes? A veces la gente no aprecia el sitio donde se encuentra, pero mírate. Cada vez que vienes te brillan los ojos. - Le miré, pensando que me brillaban por otra cosa... - Aquí puedes relajarte, olvidar lo malo, convertirte en una persona libre, y tú lo haces siempre que vienes.
- Este lugar es mágico, de verdad. Tiene algo, Michael. Y disfruto estando aquí. - Sonrió y se levantó, poniendo las manos a su espalda.
- Pues vamos a seguir disfrutando, vamos.
- No, mejor vamos a comer algo porque sino Rose va a matarte a ti por no comer y a mi por no cuidarte - él soltó una carcajada y yo me levanté del sofá.
- Mm... - inclinó la cabeza hacia la izquierda y sonrió.
- Por favor, Michael - dije mirándole a los ojos. Él suspiró y yo cogí su mano - Vamos - dije sacándole de la biblioteca.
Estuvimos comiendo un delicioso pastel de chocolate que hizo Rose para nosotros. Esa misma noche, Michael y yo nos encontrábamos en la sala de cine del rancho, Michael me engañó, me dijo que íbamos a ver la película en pijama, para luego ir a dormir. Pero Michael bajó al cine con la misma ropa y yo estaba discutiendo con él mientras elejíamos una película con mis pantalones azules y mi camiseta de tirantes blanca para dormir.
Comenzó a hacerme cosquillas y yo me retorcí:
- ¡Michael, para! ¡Detente! - dije riéndome - No vamos a ver esa.
- ¿Por qué no? Es buena - me alejé sentándome en una butaca de la primera fila.
- Está bien... Pon la que quieras, Michael - él sonrió y fue a poner la película, yo le esperaba mientras comiendo palomitas.
Regresó y se sentó junto a mí, quitándome todas las palomitas. Le miré y estaba sonriendo, mirando la pantalla:
- Michael.
- Michelle.
- ¿Te importaría darme palomitas? - él asintió y en vez de devolverme el recipiente, me tiró unas cuantas palomitas a la cara. Lo siguiente que escuché fueron las carcajadas de Michael a mi lado, yo me tapé la cara sonriendo.
- ¡Estás loco, Michael!
- Me encanta enfadarte - retiré las manos de mi cara y él me sonrió.
- Pero no me enfadas, Michael.
- Porque si te enfadases tendrías que irte de Neverland y no soportarías vivir sin mi - dijo de forma arrogante.
- La verdad es que no podría vivir sin ti - susurré.
Michael me miró tiernamente y yo me ruboricé, dejó el recipiente de palomitas a un lado y me abrazó, rodeó mi cuerpo con sus brazos y yo hice lo mismo. Cada vez que Michael me abrazaba no podía evitar sentirme bien. Apoyé mi cabeza en su hombro y sonreí.
- Yo tampoco podría vivir sin tí, Michelle.
Entonces cerré los ojos evitando que las lágrimas empezasen a recorrer mis mejillas.
Me parecía increíble como Michael seguía comportándose igual conmigo dejando tras las puertas de Neverland su éxito y su fama. Era maravilloso, me quedé mirándole mientras dormía. Acababa de cear rendido en la alfombra gris idéntica a la que tenía en mi cuarto, solo que ahora estábamos en el suyo. Pocas veces podía ver a Michael dormido, le costaba conciliar el sueño, por eso le arropé, colocando mejor la almohada que tenía bajo si cabeza y me levanté.
- ¿Dónde vas? - preguntó sin abrir los ojos.
- Pues a mi cuarto, Michael. - Susurré.
- Quédate aquí - dijo dando unos suaves golpes en el suelo con la mano.
- No, no. Aprovecha que estás medio dormido para ir a la cama, no te quedes en el suelo mucho tiempo, Michael. Buenas noches. - dije abriendo la puerta.
- Buenas noches, Michelle.
No podía quedarme en su cuarto, no sería apropiado aunque ya lo hubiese hecho en ocasiones anteriores. No debía si quería sacarle de mi cabeza. Por eso fui a mi cuarto y me metí en la cama, mirando el paisaje de Neverland que se veía a través de la terraza de mi cuarto hasta que caí rendida.
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"Un solo reflejo"
Fanfiction"Aunque duela decirlo, me encanta sentir que le quiero más que a nada aunque él no lo sepa. Merecía la pena ocultarlo, y estaba dispuesta a seguir guardándolo bajo llave dentro de mí con tal de no tirar por la borda todos nuestros años de amistad. D...