Capítulo 19: " Ya no hay tiempo "

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" - Michael Jackson en persona - me giré al escuchar una voz masculina que no me sonaba familiar.
Era Eric.
Sus ojos más pequeños que los mios me recorrieron de arriba a abajo haciéndome sentir que valía muy poco.

- Sabía que estarías por aquí pero no imaginaba que tuvieras tanto descaro en venir así, eres valiente por lo que veo - dijo cruzando sus brazos.

- Eric, ¿no? - asintió dos veces y sonrió de lado. - Aquí no puedo llamar la atención, hay muchos bailarines ahí fuera que valen mucho la pena, entre los que te incluyo. Te felicito. Habeis bailado asombrósamente bien.

- ¿Has practicado con ella? - inquirió poniendo una mano bajo su propia barbilla.

- ¿Con Michelle? - dije sonriendo.

- ¿Te escuchas al pronunciar su nombre?

- ¿Vas a dejar que conteste a alguna pregunta? - se puso serio y al instante volvió a sonreir.

- Contesta.

- Gracias - dije cruzando mis brazos. - No he ensayado con ella porque no hacía falta. Y si acaso lo hubiese hecho, no es asunto tuyo.

- Lo es porque yo, yo y solo yo soy su pareja de baile - dijo señalándose.

- Lo sé, Eric. Pero no la ayudé. Puedes estar tranquilo.

- Ya me lo dijo ella que lo estuviese, que solo era yo el único bailarín de su vida - dijo con una sonrisilla victoriosa.

- ¿Te dijo eso? - pregunté alzando las cejas.

- Y más cosas que no dijo precisamente con palabras - mordió su lengua y sonrió de nuevo - Quizás no debí decir eso.

- Puedes decir lo que quieras - contesté esquivándole para salir de allí.

- ¿Sabes por qué llegó tarde ayer a casa? - dijo haciendo que me detuviese.
"¿Porqué te paras, Jackson? No merece la pena..."; me dije a mi mismo.

- Estábais ensayando, ella me lo dijo. Todo el cuerpo de baile estaba aquí y...

- ¿Y por qué ayer no fue tu chofer a buscarla como cada día? - le miré antes de repirar hondo - Porque no estaba aquí. Sí, vinimos a ensayar primero pero luego, estuvimos en mi casa. Ya sabes... Soy un caballero, no quiero hablar más de la cuenta. - Cerré los ojos y agaché la cabeza. - Seguimos viéndonos, Michael. Ha habido más citas, muchas más desde aquella en la que fuimos a cenar y ella no te cogió el teléfono. Michael, yo soy la futura pareja oficial de Michelle. Debes asumirlo con normalidad. Estaba claro, ¿no? - Dijo acercándose a mi - Tantos años de amistad esperando a qué... ¿A qué, Michael?

"A nada", escuché la voz de mi interior maldiciendo contra mis propios actos pero ya no merecía la pena. Michelle ya no estaría conmigo porque no fui valiente con ella.

Eric volvió a sonreir por enésima vez delante de mi y se detuvo a pocos centímetros de mi rostro.

- Ya no es tu bailarina favorita, Jackson. Es la mía."

- Michael - alcé la mirada y vi a Lisa entrando en la biblioteca de Neverland con ese vestido color verde oscuro que la hacía lucir tremendamente bien. - Quedan cinco minutos para que Bill y Frank nos maten por llegar tarde. - Respiré hondo y no contesté. - Oye, ¿estás bien? - preguntó acercándose a mí hasta que con su mano acarició mi mejilla. - Te noto muy pensativo. Demasiado, diría yo.

- Oh, no. Estoy algo cansado. - Mentí. No dejaba de pensar en la conversación que mantuve con Eric en el teatro el mismo día en el que tuvieron que bailar juntos.

- Bailas mucho.

- Lo que necesito - dije mirándola.
Sus ojos me miraban con cierta curiosidad. No me conocía. Veía dudas, inquietud en su forma de mirarme.
Nadie me miraba como ella.
Nadie jamás podría hacerlo como Michelle.

Le sonreí pensando que así podría agradarla fingiendo que me sentía bien y ella me imitó con ganas.

- Eso está mejor, Mike. - Asentí y me levanté buscando mi sombrero y mis gafas.
Últimamente no tenía cabeza para nada. Olvidaba todo con frecuencia y recordaba lo malo. Los buenos recuerdos se basaban en Michelle pero nada bueno de nadie más.

- No sé dónde está mi sombrero - dije mirando toda la biblioteca.

- Creo que en tu cuarto. Saliste sin el y sin las gafas que seguro que las estás buscando también. - Dijo riendo un poco. - Voy a preguntar a Martha. Y vamos a salir, Mike. De verdad, no quiero que llegues tarde.

Respiré hondo al sentir que no podía engañar a nadie. Solo quería estar encerrado en casa, tumbado en el sofá mientras veía alguna película de gangsters en compañía de Michelle. Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón negro y caminé mirando el gran ventanal.

- Eres idiota. - Me dije en un susurro casi imperceptible.

- No lo eres - dijo Rose entrando en la biblioteca. La miré y ella sonrió - Sabes que tengo buen oido.

Asentí viendo como también iba arreglada. Ese traje de dos piezas color azul claro me hizo recordar que pocas veces la veía así vestida. Solo en celebraciones.

- Otra vez pensando en ella, ¿no? - asentí. - Esto es absurdo, Michael. Solo pasabais tiempo separados cuando estabas de gira. Pero ahora, estais en el mismo continente, en la misma ciudad y no hay nada que se interponga entre vosotros bueno... - hizo una mueca - Vuestras mentes, vuestros pensamientos equivocados.

- Rose...

- Michael, nunca he visto a nadie que te quiera como esa niña te quiere. - Desvié la mirada tragando saliva intentando no llorar más. - Yo te quiero y te venero, Michael pero ella... Lo que esa chica siente por ti es tan fuerte que ha sido capaz de dejarle vía libre a Lisa porque piensa que no puede estar contigo. - Rose negó con la cabeza - Michael, ni Lisa ni ninguna otra mujer va a poder sentir lo que esa chica siente por ti. Nadie. Estoy segura de Michelle. Y sé que esto no va a terminar así. No os mereceis esto.

- Michael - Lisa volvió a irrumpir en la biblioteca. La vi y ya tenía en la mano mi sombrero y mis gafas. - Frank está llamándonos a todos.

- Michael... - susurró Rose acariciando mi mano.

- Ya no hay tiempo.

Y no solo me refería a que llegábamos tarde, sino que sentía que con Michelle no tenía más tiempo del que ya di. Por culpa mia, quizás, varias equivocaciones... Malgasté mi tiempo sin adelantarme por querer hacer las cosas con calma junto a ella y aún así salió mal.
Separé mi mano de la de Rose y caminé hacia Lisa. Al ponerme mi sombrero y mis gafas, ella me regaló otra de sus sonrisas que empezaban a gustarme y entrelacé mi mano con la suya dispuesto a empezar una vida con ella empezando desde hoy.
El día de la boda de Taylor y John.

"Un solo reflejo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora