Capítulo 3: "Cambios"

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- Y luego nos dieron globos de agua y nuestro equipo ganó.

- Bien hecho, Nick - dijo Janet.

- Me gustan más los globos de agua de aquí - dijo Nick aún sentado en el regazo de Michael. - Son grandes.

Casi todos se fueron ya, solo estábamos Marlon, Janet, Rebbie, mi madre, Michael, el pequeño Nick y yo.

Pero ya era tarde, muy tarde y yo mañana debía trabajar.

Mientras me levantaba para ponerme mi chaqueta, Michael se acercó a mí con una sonrisa. Sujetó mi chaqueta y me ayudó a ponérmela.

- Muchas gracias - dije girándome para poder mirarle.

- De nada. Michelle, tengo que hablar contigo antes de que te marches. - Le miré a los ojos y vi que se notaba su felicidad. Había estado con su familia después de mucho tiempo y ahora les tenía cerca de nuevo. - Mm... Había pensado que si no tienes planes, podríamos pasar el fin de semana juntos aquí como antes - Le veía tan tímido, seguramente por si decía que no. Pero, ¿cómo iba a negarme? A demás, tenía que hacer caso a Joseph.

- Sería genial, Michael - contesté con una sonrisa.

- ¿De verdad? - preguntó sin creerlo.

- Claro que sí.

Sonrió.

La verdad es que después de ver a Michael conseguí dormir bastante bien. Nada más llegar a la tienda de discos, John vino a recibirme.

El novio de mi madre.

Él fue el encargado de darme trabajo en una de sus tiendas. Era una tienda de discos, vinilos, cassettes... Todo música, el sitio ideal para una chica como yo.

John me dio un beso en la frente y sonrió. Siempre había sido amable conmigo, en ocasiones se pasaba regalándole de todo a mi madre y a mi pero, creía que le salía del corazón.

- Querida, llegaste justo a tiempo. - le di un beso en la mejilla y miré el escritorio en el que yo trabajaba. Había dos cajas medianas, sobre la mesa - Las han traido esta mañana, ¿te importaría colocarlas antes de las diez?

- Claro, no te preocupes por nada - dejé mi bolso y mi chaqueta en la silla, abrí las cajas y empecé a trabajar.

Ya solo me quedaban quince minutos para salir de la tienda, mientras le daba a una niña el disco que había comprado con su padre a medias para regalárselo a su madre, Eric entró por la puerta.

Abrí los ojos como platos, ¿qué hacía quí?

- Michelle

- Eric, ¿qué haces...? - me interrumpió.

- He venido porque he pensado que podríamos ir juntos a la academia. - levanté una ceja sin dar crédito.

- ¿Y desde cuándo quieres que tú y yo vayamos juntos a la academia? - le pregunté.

- Tenemos que ensayar, somo pareja de baile. No tenemos solo que hablar para decirnos "giro", "levanta ese brazo", "media vuelta"... - dijo con una sonrisa. Su pelo castaño aún mojado captó mi atención. Le miré y luego miré su sonrisa. - ¿Y bien...?

- Todavía me quedan diez minutos aquí, Eric.

- Bueno, voy a dar una vuelta por aquí. - Dijo separándose del mostrador.

Eric era muy guapo, pero muy creído. Sabía que lo hacía bien, por eso alardeaba de su carrera como bailarín.

Desde que nos pusieron juntos como pareja no parábamos de discutir:

<< - No, no puedo bailar contigo. Porque no me escuchas.

- No soy la única que no escucha aquí, Eric - dije poniendo las manos en mi cintura.

- Si te dignaras a escuchar mis consejos.

- No son consejos, son órdenes. Y las sueltas como si nada, si fueran consejos, te escucharía sin problema.

- No tienes ni idea de baile.

- En eso si que no te puedes meter conmigo - le dije tajante.

- Me meto donde me da la gana - dijo poniendo la canción de nuevo.

- No te lo pienso permitir, Eric.>>

- ¿Ese es tu compañero? - asentí. - ¿Te está esperando?

- Sí, ha venido a por mi.

- Bueno - miró su reloj y yo miré a Eric que estaba mirando un vinilo. - Puedes salir ya, solo quedan seis minutos, Michelle.

- ¿En serio?

- Claro, cielo. Ve a las clases - dijo John antes de darme un beso en la mejilla.

&quot;Un solo reflejo&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora