Capítulo 11: "Él"

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Cada vez que sus manos rozaban mi piel, sentía que me estremecía y parecía que sus manos estaban diseñadas exclusivamente para tocar mi piel.

Pero no podía permitir que mis sentimientos fuesen más allá, cada día me acordaba más de él cuando estábamos lejos y cuando estábamos cerca, solo necesitaba abrazarle y decirle que le quería.

Cuando sentí su dulce aliento cerca de mi boca y sus labios casi rozando los mios, sentía que no podía apartarme. Cerré los ojos, si le miraba iba a terminar besándole:

- No solo eres mi mejor amigo, Michael.

- ¿Entonces? - abrí los ojos al instante - ¿Qué soy para ti?

- Eres mucho más, ya lo sabes.

Me topé con sus ojos marrones mirando mi rostro como si quisiera terminar con todas sus dudas. Pero yo no debía hablar más de la cuenta.

- ¿Y ese chico...?

- Es Eric - levantó una ceja.

- Pero si con ese chico...

- Lo sé, me llevaba mal - bajó la mirada y frunció el ceño.

- ¿Por eso no querías contármelo? ¿Porque no lo entendería?

- No lo entiendo ni yo - volvió a mirarme y yo sonreí un poco - Si te sirve de algo, hubiese preferido quedarme en casa.

- ¿Por qué dices eso?

El sonido de mi móvil nos sobresaltó, fui a cogerlo y vi que era Eric el que me estaba llamando. Lo cogí.

- Hola - susurré.

- Michelle, ¿quieres que pase a recogerte? - dijo con tono alegre.

- No, no. Tranquilo, llegaré en un rato. Pero, gracias.

- Bueno, como quieras - miré a Michael que estaba mirando mi estantería.

- Ahora te veo y gracias de nuevo.

En cuanto colgué, me acerqué a él. Michael se giró y sonrió un poco:

- Era él. - No era una pregunta.

- Sí - contesté sin ser necesario.

- Tienes que ir a...

- Sí - repetí.

- La academia. - Cogí mis cosas y volví a acercarme a él. Le miré mientras volvía a ponerse el bigote. No pude evitar reirme al verle con el puesto.

- Te ves muy gracioso - dije tapando mi boca.

- No me veo bien con el pero no me quedaba otra, tenía que verte.

Y sin decir nada más, le abracé.

Él volvió a rodearme con sus brazos y yo cerré los ojos al sentir su aroma invadiendo mis cinco sentidos.

- Te llevaré - susurró contra mi oido.

- Ni hablar, pueden verte y... - me interrumpió.

- Este bigote a parte de ser gracioso, consigue que no me hayan pillado las veces que he salido de Neverland sin vigilancia. - Sonreí y volví a abrazarle fuerte. - Tienes que volver a Neverland.

- Iba a verte hoy, ya te lo dije - asintió.

- Te invito a cenar - sonreí.

- ¿Puedo preparar contigo la cena? - levantó una ceja.

"Un solo reflejo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora