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Capítulo nueve.

||Dedicación: Leg_27 ||

||Dedicación: Leg_27 ||

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Narra Aegon.

   Salí del lugar con extrema rapidez, pensando que podría ser la maldita anciana a la que le hayan sacado las tripas y en este momento se la devoren los animales. Así que me moví entre la gente, empujando, corriendo hacia el lugar que todos iban. De esa manera, al llegar al tumulto de gente delante, procedí a empujar para pasar y ver mejor. Me detuve allí, analizando todo lo que mis ojos podían ver y mi mente resguardar en la parte más profunda. En el suelo ví un gran charco de sangre que se fusionaba con la tierra poco a poco. La gran cascada de color carmesí provenía de la garganta de el hombre, demostrando que le habían cortado ésta y había muerto de aquella forma. Sus ojos estaban abiertos de una forma aterrorizante, pero no parecía miedo lo que predominaba en ellos, sino sorpresa, como si hubiese sido atacado por alguien que conociera. Fruncí el ceño al sentir un raro aroma, uno que al parecer mi cuerpo conocía, pero claramente yo no. Elevé la mirada y olfateé el aire tontamente, buscando de dónde...

   Miré hacia delante, justo al final de la calle había otro hombre. Estaba de pie allí, observando hacia aquí como si nada con algo entre las manos. Mi corazón latió a toda prisa al sentí ese aroma más fuerte cuando el hombre movió el objeto entre manos y gritó:

—¡Muerte a la reina de Futuro!

   Dicho aquello, llevó sus dos manos atrás y luego hacia delante para tomar impulso y lanzar el objeto que traía. Abrí los ojos con exceso al ver la chispa brotar de allí cuando el hombre lanzó el objeto. Sentí a Amerie detrás de mí, llamándome y eso me hizo reaccionar de la forma más rápida, tomándola del brazo para colocarla detrás de mí y retroceder entre la multitud. El aroma se intensificó y finalmente se oyó y se sintió lo que nadie esperaba: una explosión. El suelo retumbó, logrando que nos tambaleemos en nuestros lugares, casi perdiendo el equilibrio. Pero a pesar de todo, no dejé de moverme para salir de la multitud con Amerie tomada de mi brazo.

   Finalmente lo logramos, y cuando el infierno se desató sobre el pequeño pueblo donde salimos a hacer las compras, Amerie me detuvo para mirarme a los ojos y hablarme, con ese tono tan malditamente asustadizo.

—¿Qué está sucediendo? ¿Dónde está Ethilyn? ¡Tenemos que irnos! —preguntó, preguntó y exclamó la chica.

   Separé los labios para hablar y quejarme, pero no tuve la oportunidad cuando comenzaron los gritos y a quemarse los lugares por las explosiones que le siguieron a esa primera. Pero no fue eso lo que hizo que nuestra recién comenzada charla se detenga, sino que fue el sonido de una espada desenfundada. Miré hacia todos lados, buscando la forma de...

—¡A la derecha! —gritó Amerie.

   Inmediatamente me giré hacia ese lado, buscando la amenaza. Observé a un joven que no podría tener muchos años más que nosotros elevar su espada en el aire, listo para atacarme. Empujé a Amerie hacia atrás, evitando que el golpe la mutilara por completo. Observé una tabla de madera en el suelo que no dudé en tomar cuando ví que podía ser mi única arma por el momento. Así que cuando la espada bajó para rebanar mi cabeza en dos, golpeó contra la tabla de madera que elevé para defenderme. Sonreí de lado cuando ví que parte de su espada se enterró en mi improvisado escudo. Giré mis manos con la tabla de madera, haciendo girar la espada también, aflojando el agarre de su dueño. Allí ví la oportunidad y la tomé cuando elevé una rodilla para golpear sus partes bajas en un fuerte impulso. Su grito de dolor fue algo que disfruté cuando solté la tabla, tomé la espada y procedí a voltear cuando el joven cayó de rodillas al suelo para lamentarse no tener hijos, pero el pánico me recorrió de pies a cabeza cuando Amerie no estaba donde la dejé. Empuñé con fuerza el mango de la espada en mi mano, comenzando a caminar por la calle para buscarla.

Mayor Verdad © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora